Dice Cristina Rota que siente “especial gratitud cuando puedo comprobar que el alumnado consigue levantar su propio vuelo y comenzar un camino de investigación y de transformación social a través del arte, comprometiéndose con el entorno que los rodea”. Y es que gracias a la beca que otorga su escuela los ya dramaturgos y actores Adrián Melero y Marina Orell junto a Daniel Coronado, ayudante de dirección de su maestra, han levantado «Los topos«, una historia que ahora podremos disfrutar en La Mirador del 10 al 19 de febrero. Una función con mucho que decir y en la que también nos vamos a encontrar a nosotros mismos.
“Es conmovedor no solo para mí, sino para todo el equipo del centro, impulsar este tipo de proyectos que posibilitan otorgar un aprendizaje de autogestión, ser una plataforma de lanzamiento y una especialización en interpretación y dramaturgia”.
Así de emocionada se muestra Cristina Rota, maestra de actores donde las haya, ante la puesta de largo de “Los topos”, una pieza que nace de la iniciativa de su Escuela de Interpretación por promover e impulsar proyectos de jóvenes creadores que se han graduado en el propio centro.
Cada doce meses, la Escuela junto a la productora destinan entre 9000 y 12 000 euros para producciones de pequeño formato.
“El proyecto se comienza a gestar en el último curso con aquel alumnado que denota pasión por el teatro y por su función social”, nos explica.
Un tsunami de emociones
Y en esta ocasión, esos alumnos que han demostrado su pasión por el teatro han sido Adrián Melero, Marina Orell –que firman la dramaturgia y la interpretación– y Daniel Coronado –ayudante de dirección de Cristina Rota–.
“Para ellos ha sido un ejercicio de observación y de investigación sobre la búsqueda de identidad en una sociedad atravesada por el individualismo, en la que destacan las relaciones humanas a través de una pantalla y de las redes sociales que exacerban el narcisismo”, afirma Rota.
“El proceso ha sido una prueba de nuestra capacidad de frustración. Ha habido momentos donde no sabíamos bien cómo hilar lo que estábamos creando, pero gracias a Cristina podíamos dejarnos llevar y cometer errores, ya que ella sabía cómo redireccionarnos y transmitirnos la pasión sobre la importancia de crear algo que denuncia un mal de la sociedad”, nos cuentan Adrián y Marina.
Y de aquí surgen Miguel y Julia, dos jóvenes incapaces de enfrentar el sufrimiento que les provocan los obstáculos de la vida real al exponer su cuerpo. Dos personas que viven enmarañadas en el mundo ideal a la par que irreal de las plataformas digitales desde donde intentan levantar su proyecto de acción social digital, La Madriguera.
““Los topos” habla del encierro que sufrimos actualmente y de la dificultad que tenemos para construir relaciones y proyectos consistentes, ya que vivimos en una época donde todo son eslóganes pero no hay profundidad detrás de ellos, todo es en 30 segundos. Dentro de esto, procuramos reírnos de nosotros mismos y hacer de este drama generacional una comedia donde el público pueda reírse de nosotros y de sí mismos”, afirman sus creadores.
Las diferencias entre Miguel y Julia, sumadas a los conflictos con influencers, sponsors y demás avatares del mundo online van a provocar un tsunami donde emergerán miedos, rencores y el dilema de si deben enfrentarse a sus temores para sumergirse, o no, en la vida real.