La primera ópera de Albert Boadella en los Teatros del Canal

“Es una inmensa catedral de la música y una tragedia que yo tengo que aumentar sin tocar nada. Es lo más difícil de mi vida (risas)”. Bromeaba Albert Boadella ante el estreno en julio de la que era la primera ópera de su carrera, una de las cúspides indiscutibles del talento creativo de Verdi que tras triunfar en San Lorenzo de El Escorial llega a los Teatros del Canal los días 28 de febrero y 2 y 5 de marzo.

Albert Boadella presenta un nuevo montaje de Don Carlo, de Verdi, que se estrenó en julio de 2015 en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. En el monasterio de esta localidad vivieron los protagonistas de este drama y allí reposan sus restos.

Don Carlo es una de las cúspides indiscutibles del talento creativo de Giuseppe Verdi. En esta propuesta, Albert Boadella cuestiona la propaganda de la Leyenda Negra contra la España del siglo XVI. El tenor Eduardo Aladrén da vida a Don Carlo, controvertido primogénito del rey Felipe II (encarnado por el bajo Simón Orfila). Junto a ellos, el barítono Damián del Castillo interpreta el papel de Rodrigo, amigo y confidente de Don Carlo; la soprano María Rey-Joly será Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II; la mezzo-soprano Nancy Fabiola Herrera, asume el papel de la princesa de Éboli; el bajo Rubén Amoretti en el papel del Gran Inquisidor  o el también bajo Francisco Crespo, que interpreta al fraile, completan el elenco.

Albert Boadella, consciente de que el libreto de Don Carlo, pese a utilizar personajes auténticos, recoge un relato “absolutamente opuesto a la realidad histórica” -en referencia a la conocida leyenda negra promovida en el siglo XVI por los países enemigos de España como propaganda de descrédito-, ha ideado un montaje en el que propone dar a la obra “ciertas aproximaciones a la verdad histórica”. De esta manera, trata de aportar al drama matices desconocidos en los montajes realizados hasta la fecha, como la esclarecedora locura de Don Carlo o la mayor humanidad de Felipe II. “El cambio esencial radica en la actuación”, asegura Boadella, quien adelanta que el vestuario, diseñado por Pedro Moreno, también marcará con precisión la época auténtica en que suceden los hechos.

 

En palabras de Albert Boadella

“En nuestros días la ópera tiende a convertirse en un club de coleccionistas restringido a supuestos expertos. Se trata de un arte que nació popular y ha pasado a ser rasgo diferencial de una secta filarmónica. Un grupúsculo mitómano que se aferra a la idolatría de las figuras como signo eminente de su exquisitez. Don Carlo es una de las propiedades preferidas de esta petulante élite, pues le atribuyen unos obstáculos técnicos que solo algunos escogidos comisarios son capaces de percibir y determinar si han sido o no superados. Semejante disposición previa frente a la ópera tiene más de competición deportiva que de auténtico deleite ante un arte excelso. Excelso, precisamente, porque Verdi la compuso como patrimonio de todos, sin excepciones eruditas. Como tantas de sus obras, Don Carlo transmite un dramatismo al alcance de cualquier persona capaz de percibir lo que sucede fuera de sí mismo. No hay necesidad de mitificar ni intrincar aquello que resulta tan natural, bello y emotivo. Esta ha sido mi intención esencial, aportando solo ligeros detalles de la realidad histórica para acercar algunas razones del drama. Obviamente, la fantasía sigue impoluta. Simplemente he tratado la ópera con la desnudez de la tragedia en lugar del habitual parque temático sobre la Inquisición y la España negra”.

Un monumento operístico

Don Carlo, una de las cúspides indiscutibles del talento verdiano, es la ópera veintitrés de las veintiséis que compuso Giuseppe Verdi (Le Roncole, Buseto, 1813 – Milán, 1901). En ella propone una desconocida inquietud armónica que aplicará hasta sus últimas consecuencias en sus obras finales, que culminan con la joya de Falstaff. Encargada con motivo de la Exposición Universal de París de 1867, se estrenó en francés el 11 de marzo de ese año en la ópera de dicha capital. Las posteriores revisiones del autor, hasta tres, movidas por una extrema obsesión de perfeccionismo, serían ya en italiano, y así es como ha trascendido en el repertorio.


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