«Las suplicantes», una coproducción del Festival y la productora extremeña Maribel Mesón, cierra la programación del Teatro Romano en la 67ª edición del Festival de Mérida. Se trata de una pieza de Silvia Zarco, versión libre de las obras homónimas de Eurípides y Esquilo, dirigida por Eva Romero y protagonizada por Carolina Rocha, Cándido Gómez, David Gutiérrez, Eduardo Cervera, María Garralón, Valentín Paredes, Rubén Lanchazo y Javier Herrera. Del 18 al 22 de agosto.
La súplica formaba parte de los rituales religiosos griegos y seguía un procedimiento conocido por todos. Cualquier persona podía dirigirse en actitud suplicante hacia quien consideraba con mayor poder, solicitando su protección. Por su condición de suplicante, esa persona contaba con el favor de Zeus, que castigaba severamente a quienes mostraban indiferencia ante el dolor y la indefensión ajena. Para subrayar la naturaleza sagrada de la súplica, ésta se formulaba junto a un altar. Los suplicantes acudían a él llevando en la mano unos ramos de olivo o laurel atados con hilos de lana. Constituían estos ramos un símbolo sagrado de inviolabilidad y permanecían sobre el altar hasta que la petición se satisfacía.
En la presentación del espectáculo, Eva Romero, directora del montaje, ha comentado por su parte que llevar a escena esta versión de dos textos de Eurípides y Esquilo es “un sueño y una responsabilidad” y ha destacado también la “absoluta vigencia” del espectáculo, mientras que Maribel Mesón, coproductora junto con el Festival de Mérida, ha destacado que se trata de un proyecto creado por mujeres, con 29 actores, 1 figurante, una cantaora flamenca y un coro que en total pone en escena a 53 personas. Por su parte, Silvia Zarco, autora del texto, ha comentado que se siente plenamente agradecida por haber podido salir del aula y llevar esta historia a la arena del Teatro Romano y ha añadido: “Es tiempo de llorar por la madre tierra y de reencontrarse con los clásicos”.
Sinopsis
Arenas del Nilo. Las Danaides, once hermanas jóvenes, son obligadas a casarse con sus primos, los hijos del rey Egipto. El día de la ceremonia, guiadas por su padre Dánao, consiguen escapar de tan macabro destino y, atravesando el mar, llegan como suplicantes de asilo a la costa europea de Argos. Allí conocerán y serán parte de otra lucha colectiva: ayudarán a siete ancianas madres a reclamar los cuerpos de sus hijos muertos en la guerra de Argos contra Tebas. Juntas, Danaides y madres marcharán en busca de unos cadáveres que el vencedor tebano se niega a devolver.
‘Las suplicantes’ de Silvia Zarco y Eva Romero
En estos tiempos pandémicos, nos propusimos bucear entre los clásicos griegos en busca de historias de cuidados, de responsabilidad colectiva, de derechos humanos, de despedidas dignas. Y encontramos dos tragedias del siglo V a.c.: Las suplicantes de Eurípides y Las suplicantes de Esquilo. Compartían un mismo título y manaba de ellas una misma fuerza. Hablaban de abuelas, madres e hijas mimando juntas la vida, reclamando derechos que debieron ser justicia innata y no adquirida. Sus protagonistas eran dos grupos de mujeres que, en situaciones de angustia, resolvían conflictos tan humanos como el derecho al propio cuerpo, el derecho de asilo y el derecho a dar digna despedida a los muertos. Con ellas había hombres enamorados de causas justas, hombres de labios libres y mirada pura. No había duda. Ambas tragedias eran la meta de nuestra búsqueda. Permítanme que les cuente su esencia de forma breve.
Las suplicantes de Esquilo muestra a mujeres jóvenes de Egipto que, guiadas por su padre, escapan de una boda forzada con sus primos, se lanzan al mar y alcanzan las costas de Grecia suplicando libertad y asilo.Las suplicantes de Eurípides pone en escena a madres ancianas de Grecia que, bajo el ritual de la súplica, reclaman los cuerpos de sus hijos muertos en la guerra y a las que Teseo, rey de Atenas, ayuda en su búsqueda.
La ciudad griega a la que llegan huyendo las Danaides de Esquilo es Argos, la misma tierra en que viven las madres suplicantes de Eurípides. Teníamos un punto de encuentro geográfico. Entonces pensamos ¿Sería una locura unir a estos dos grupos de mujeres y tejer entre ambas tragedias un único texto? ¿Por qué no bordar un lienzo que refleje la lucha histórica e intergeneracional de las mujeres y de los hombres que la defienden? En su Ifigenia entre los Tauros, decía el trágico de Salamina: “Los valientes afrontan el esfuerzo, en cambio los cobardes no son nada en ninguna parte”. Y así, sin miedo, nacieron nuestras suplicantes.