En 1980 Magüi Mira encarnó a Molly Bloom, mítico personaje de la novela de James Joyce, uno de los grandes textos literarios del siglo XX, y enamoró al público y a la crítica. A partir de hoy y hasta el próximo día 8 de enero los espectadores podremos volver a vivir junto a ellas esta magnética función en el Teatro Quique San Francisco.
Así define la actriz al personaje en esta entrevista que le hemos hecho:
Una mujer nacida de la pluma de James Joyce. Una mujer casada. Que podría haber sido una prima donna, pero se casó. Que recibe a su marido cuando vuelve de putas y que aguanta su sodomía. Que tiene un amante que la tiene muy grande y mucho dinero, pero que no la hace feliz. Que sueña en su noche de insomnio con su derecho a una vida sin sometimiento. Una mujer que como Penélope espera en la resistencia un mundo mejor.
Molly vive una noche de insomnio. Su pensamiento vuela sin filtros hasta sus más profundos deseos, a veces escandalosos. Molly nos desvela su pasión por la vida, su relación con el sexo, sus principios femeninos. Molly, segura de sí misma, disfruta de la vida que vive y de la vida que imagina.
En palabras de Magüi Mira
Todas las mujeres somos la misma mujer:
Qué es una mujer, se preguntaba seguramente James Joyce cuando escribió el último capítulo de su Ulises. 24.000 palabras. Sin puntos ni comas. Y como un hombre osado entró en el pensamiento de Molly. Pensamiento que definió arrollador y tembloroso de tanta contradicción. Pensamiento que volaba sin filtros. Y cuando consiguió publicarlo en 1922, hoy hace 100 años, sus lectores se horrorizaron ante tal brutalidad y desvergüenza. Una mujer casada no podía expresarse así… Se dieron de bruces con una Molly inabarcable, inclasificable, una mujer que no podían encapsular, como tampoco a la condición femenina.
Una mujer casada no podía pensar así. Se horrorizaron ante la desvergüenza de una mujer que recorría las calles de su vida a tropezones, vida que ella sabía inexplicablemente injusta. Sus gritos conmovedores, por la urgente necesidad de oxígeno limpio, zarandearon el alma de muchas mujeres y de muchos hombres que entonces leyeron ávidamente la novela esencial del siglo XX: el Ulises de Joyce.
Hoy las palabras de Molly Bloom permanecen intactas, pero el mundo se mueve y se trasforma. Deseo convertir su resignación y sus renuncias en generosa aceptación de la vida de mujer madre y amante que sostiene el mundo. Huelo sus secreciones, la sangre, la leche de sus pechos, fuerza imparable de la madre naturaleza, de la madre tierra, Molly es un espíritu libre y puro, que no se somete al control y al abuso masculino, Molly sigue diciendo sí a la vida. Y por eso hoy su capacidad de provocación es más impactante. Con más amor. Con más humor. Asumiendo riesgos. De ahí nace su apabullante belleza.
Magüi Mira