“Se es de donde se ha hecho el Bachillerato” decía Max Aub. Así que él, a pesar de nacer en París y ser hijo de alemán y francesa, consideraba a España su patria. Llegó aquí en 1914 y se marchó en 1939 para un exilio que duraría para siempre. Pero antes nos dejaría este ‘laberinto mágico’ que componen seis novelas y multitud de cuentos, un emocionante documento sobre la condición humana que sobrepasa la mera crónica histórica. «El laberinto mágico» es, sin duda, uno de los ciclos narrativos más importantes del siglo XX que ahora recuperan Ernesto Caballero y una quincena de actores para poner el punto y final a esta temporada. Desde mañana en el Teatro Valle-Inclán.
“NO SERÁN CAPACES de bombardearnos”. “Es la guerra, compañeros. ¡Salud!”. “¿Dónde estás, España? Siempre, siempre España”. “Si perdemos Teruel, perdemos la guerra”. “Un fusilamiento es algo muy desagradable”. “Yo esto lo hago por gusto y por lealtad a mi partido”. “Qué falta te hacía meterte en todo esto, qué has ganado”. “¡Arriba España!”. Y de repente se oye una ráfaga de disparos o las sirenas que anuncian un nuevo bombardeo y un hombre, y una mujer cae al suelo… Estamos en guerra.
Un montaje brillante
“‘El laberinto mágico’ es un texto brillante que nos habla del impacto de la Guerra Civil Española en las vidas de gente anónima. Abarca un abanico variado de personajes muy rico en matices cuyas vidas se ven rotas por las circunstancias”, nos cuenta Ione Irazabal, una de los quince actores que dan vida a este espectáculo, mientras su compañero sobre las tablas, Alfonso Torregrosa, apunta “es un puzle inmenso sobre la Guerra Civil, pero sobre todo desde la mirada de los vencidos, de los que perdieron, de los que no tuvieron opciones ni oportunidades de cumplir sus sueños, sus deseos de igualdad, de justicia… Max Aub es la gran voz de los vencidos”.
Ernesto Caballero, director del montaje, se ha lanzado al vacío y sin red a la hora de poner en escena un espectáculo tan arriesgado que incluso podía parecer temerario. Y es que Max Aub trasladó toda la experiencia vivida en los años centrales de su vida, los de la Guerra Civil, al inmenso corpus narrativo al que llamó “El laberinto mágico” y que componen seis magistrales novelas –”Campo cerrado”, “Campo de sangre”, “Campo abierto”, “Campo del moro”, “Campo francés” y “Campo de los almendros”–, amén de un gran número de cuentos. Toda una crónica histórica que es, además, un emocionante documento sobre la condición humana.
En su versión, José Ramón Fernández, ha emulado la maestría de Aub, su puntuación respirada que llena todo de verdad, su capacidad mágica para crear un personaje con dos frases y su compromiso con la actitud de ‘ser ojo’.
Este magnífico trabajo sumado a la apuesta de Caballero por una escenografía sencilla y polivalente y el arrollador trabajo actoral –Chema Adeva, Javier Carramiñana, Paco Celdrán, Bruno Ciordia, Paco Déniz, Ione Irazabal, Borja Luna, Paco Ochoa, Paloma de Pablo, Marisol Rolandi, Macarena Sanz, Alfonso Torregrosa, Mikele Urroz, María José del Valle y Pepa Zaragoza– hacen de este un espectáculo brillante, impactante y conmo-vedor, lleno de mensajes y emociones repre-sentados con mucho ritmo. “Tenemos poca memoria y la necesitamos para entender un poco mejor quiénes somos”, finaliza Ione.
El pasado 30 de octubre “El laberinto mágico” triunfaba en Pekín en la gala anual de The Central Academy of Drama de China: mejor espectáculo y mejores actores protagonista, secundario y revelación. Una excelente muestra de los procesos de investigación escénica que el CDN propicia y fomenta desde el Laboratorio Rivas Cherif.