Miguel Rellán y Fran Perea encabezan el reparto de «Retorno al hogar» en el Teatro Fernán Gómez

Miguel Rellán, Fran PereaAlfonso LaraDavid CastilloJuan Carlos Vellido y Silma López protagonizan «Retorno al hogar«, una hipnótica historia familiar narrada por el maestro Harold Pinter y dirigida por Daniel Veronese. La cita, a partir del 12 de enero en el Teatro Fernán Gómez.

En «Retorno al hogar», Pinter -autor irreverente y provocador donde los haya…- retrata con suma crudeza las mil y una contradicciones y tensiones entre un padre viudo que vive con dos de sus hijos, ya adultos, y un hermano. La llegada del hijo mayor, aparentemente el triunfador de la familia, con su esposa, desata todos los vientos de una tempestad provocada por un ambiente asfixiante y opresivo provocado por la envidia y el desprecio mutuos entre todos los miembros del clan.

Esto nos han contado sobre la obra dos de sus protagonistas en esta entrevista:

Fran Perea: Es una función que habla sobre la familia como lugar, como cuna, como cobijo en el que uno se siente a gusto y, al mismo tiempo, como cárcel, como el lugar del que no puedes escapar. Es una familia londinense, son tres hijos. El mayor marchó a Estados Unidos a buscar una vida mejor y al cabo de seis años, sin prácticamente tener contacto con la familia, vuelve con su mujer al lugar donde se crio. Ahí empiezan a ocurrir cosas que no son las que él esperaba…

Miguel Rellán: Teniendo en cuenta que se trata de un texto de Harold Pinter, lo que él intenta es poner un espejo delante de los seres humanos para decirles “miren ustedes cómo son de idiotas”. “Retorno al hogar” es como si tú y yo fuéramos por la calle y, de pronto, en un piso bajo se abriera una ventana y durante una hora y veinte viéramos una escena familiar –de la que no tenemos antecedentes– en un festival de amor, de odio, rencillas y venganzas. Las ventanas se cerrarían y tú y yo diríamos “¡pero bueno…! ¿y a esta familia qué le pasa…?” y empezaríamos a sacar conclusiones: “Yo creo que odia al hijo…o no es hijo suyo…”, etc. Y nos veríamos reflejados, porque el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Lo difícil siempre es ser coherente y a todos nos cuesta muchísimo hacer autocrítica.

En palabras del director

Harold Pinter sabe de un juego de crueldad, abuso y proxenetismo, a fuerza de instintos. Instinto de sobrevivir, de atribuirse estados, de gobernar, de destruir, protegerse y victimizarse. Instinto de poseer para sentirse alguien, de apro- piarse, interferir. De volver a crear y a fundar. De ser distinto y diferenciarse. Instinto de lastimar. De atacar, de someter y perseguir. De meterse en las grietas, de embestir contra todo y todos. Instinto de romper defensas, de desconocer los límites, de juzgar, de ser amoral, de abusar de lo moral. Instinto de golpear y abrazar, lastimar y así distinguirse del resto, de abandonar, vaciarse, incomodar, ocupar espacios, imperar, pervertir, deshumanizar, concebir, imaginar, depravar, de sobrellevar la indignidad con dignidad. Instinto de proceder como creemos que corresponde proceder, de mentir y percibir con claridad el campo minado, de actuar según las circunstan- cias. Instinto de volverse animal para poder llegar a ser nadie.

 

 

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