¿Cuántas historias contadas por voces masculinas ya existen? ¿Hacen falta más? ¿Qué ocurre si esta voz del privilegio se pone en cuestión? ¿Y si nos dedicamos entre todas a mirar este fenómeno y desgranarlo? ¿Qué pasa si esta voz del privilegio se abraza?
Históricamente, nuestra cultura ha estado llena de voces masculinas que cuentan historias, sus historias. Esto supone una brecha de género, raza y estatus socioeconómico que nos atraviesa y acompaña hasta nuestros días. Esta propuesta sucede desde ese lugar, pero no con la intención de pasarlo por alto, sino con el objetivo de señalarlo, observarlo, y ver qué narrativas se suceden de ese cuestionamiento que coloca el foco en analizar desde este privilegio hegemónico al que estamos ya tan acostumbrados, no con el fin de solucionar nada, pero sí poniendo en juego el divertimento de escucharnos desde esa óptica.
Y, sobre todo, desde la compañía se preguntan ¿qué resulta de reírnos y cuestionar estas narrativas que convierten las historias hegemónicas de sus
protagonistas masculinos en una realidad común?
Este proyecto, que se podría titular “Otro monólogo de un hombre heterosexual blanco cis-género que siente que debe ser escuchado” , aborda la relación de un joven con un banco del parque en el que ha pasado toda su adolescencia.
Una pieza cuya dramaturgia firman Elena N. Esperilla, Adrián Pulido, Reyes García y Javier Ruiz-Bobillo.