Primer estrenazo del día… Carmelo Gómez y Miguel Hermoso en «Las guerras de nuestros antepasados»

1961 en el Sanatorio Penitenciario de Navafría. Allí, enfermo de tuberculosis y acusado de asesinato, Pacífico Pérez mantiene varias conversaciones con el Dr. Burgueño, que, con el fin de ayudarle, le convence para que hable de su vida y de sus circunstancias. A las órdenes de Claudio Tolcachir, unos colosales Carmelo Gómez y Miguel Hermoso protagonizan la adaptación de la magistral novela de Miguel Delibes «Las guerras de nuestros antepasados«. La cita, imprescindible, en el Teatro Bellas Artes a partir de hoy. 

Esto nos han contado sus protagonistas en esta entrevista:

Carmelo: Hace muchos años Manolo Gómez Pereira me lo propuso para hacer en teatro y me asusté. Hice bien, no estaba preparado. O no era el momento. Ahora sí lo entiendo algo mejor.

Ahora es identitario, me abre a un análisis universal desde ese particular que es la experiencia. Veremos cosas asombrosas, oiremos relatos del ayer a los que no les cuesta nada viajar a nuestra piel: el olvido, los mandatos, el atavismo, la violencia, la guerra, la aniquilación del otro para reafirmarnos, la impotencia, la autodestrucción, la naturaleza hermosa, la necesidad de la cultura para saber ser. La fuerza del grupo contra la libertad individual y las armas para luchar contra tantos frenos. ¡Ah! Y aquel lenguaje hoy extinto. Bello sin duda.

Miguel: Como los grandes clásicos, Delibes consigue, a través de la peripecia de un personaje, hablarnos de muchos de los grandes temas que nos inquietan a todos: la bondad, la guerra, el amor, la injusticia…

En palabras de Eduardo Galán, adaptador de la pieza

Un grito contra la violencia de las guerras es la línea maestra de la novela de Miguel Delibes Las guerras de nuestros antepasados, publicada en 1975. Desde el nombre del protagonista, “Pacífico”, hasta el final terrible de la obra, el autor vallisoletano defendió a lo largo de sus páginas la paz frente a la guerra y la no violencia como camino de vida.

Como adaptador he querido destacar el carácter complejo de Pacífico Pérez, su sumisión a los poderosos, su resignación casi franciscana ante un destino grabado en su memoria desde la cuna con las historias de las guerras que le contaban el Abue, el Bisa y Padre.. He respetado el esquema original de la novela de las siete entrevistas mantenidas por Pacífico con el psiquiatra de la prisión. En ellas se expresa con plena libertad y con el mejor lenguaje rural castellano, que con tanto acierto le concedió su autor original.

Debo reconocer en estas líneas, ante todo, la gratísima colaboración recibida por parte del actor Carmelo Gómez (natural de un pueblo de León), que con tanto entusiasmo como conocimiento ha trabajado conmigo para “pulir” la última versión del texto que ahora presentamos. Y, por supuesto, agradecer a Jesús Cimarro su apasionada y comprometida participación en este proyecto desde el minuto uno. 

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