Primer estreno del día, «Daniela Astor y la caja negra» en el Teatro Fernán Gómez

Catalina H. Griñan decide contar la historia de su madre. Lo hace desde una mirada que mezcla a la niña que en 1978 tenía doce años y a la mujer de cincuenta que es ahora. Raquel Alarcón dirige «Daniela Astor y la caja negra«, la versión que Mónica Miranda ha hecho de la novela de Marta Sanz, un juego de espejos que refleja el lugar que ocupa la mujer en la sociedad a través de tres generaciones. Del 9 al 26 de marzo en el Teatro Fernán Gómez con Helena Lanza, Laura Santos y Miriam Montilla.

Catalina H. Griñan decide contar la historia de su madre. Para hacerlo, vuelve la vista atrás a 1978, y la historia nos llega desde una mirada que mezcla a la niña que entonces tenía doce años, y a la mujer de cincuenta que es ahora. Con doce años, Catalina y su mejor amiga Angélica pasan las tardes jugando a ser Daniela Astor y Gloria Adriano, sus alter ego, dos actrices espectaculares inspiradas en las musas del Destape. Su habitación se transforma en un plató de rodaje o en la gruta del monstruo, y allí reproducen escenas de las películas y series que ven en televisión, o fingen dar una rueda de prensa inspiradas en las entrevistas de Interviú. Pero este universo de ficción no tiene nada que ver con lo que empieza a suceder en sus casas.

Realidad y representación entran en conflicto y dialogan a lo largo del espectáculo, que se completa con piezas audiovisuales y documentales de la época. Con esta obra queremos preguntarnos quiénes son los dueños de las historias, por qué unas merecen ser contadas y otras se olvidan, y cómo esto ha podido influir en el mapa de pensamientos y sentimientos en el que nos hemos educado como sociedad.

Sobre el montaje

Un cuerpo. Su peso, su carga, su poder. Desde dónde se construye la relación que uno (una) establece con su propio cuerpo. Daniela Astor y la caja negra es para nosotras un juego de espejos que refleja el lugar que ocupa la mujer en la sociedad a través de tres generaciones. Como protagonista, como amante, como madre o como hija a la vez, o lo que supone romper con ello. Y cómo esa ruptura acarrea dramas cotidianos y anónimos, aún hoy día, en esos cuerpos. Ésta es la historia que hemos querido compartir para preguntarnos por qué sigue abierta la interrogante sobre nuestros derechos para con nuestros propios cuerpos. Porque, más allá de las respuestas, el ejercicio de contarnos -o al menos el intento-, quizá nos ayude a entendernos.

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