Itziar Pascual, Yolanda Pallín y Jesús Laiz firman «Lorca, Vicenta«, una ficción basada en hechos reales en la que nos presentan a Vicenta, la madre de Federico García Lorca. José Bornás dirige este viaje por el periplo vivencial y emocional de esta mujer valiente, capaz, empoderada y adelantada a su tiempo, una maestra culta, brillante, generosa, y una madre, perseverante, cariñosa, protectora y tenaz interpretada por Cristina Marcos. Del 3 al 27 de febrero en el Teatro Fernán Gómez.
Vicenta, la mujer que nunca ríe en las fotos, escribe a su hijo como el que riega una semilla que ha plantado y sabe que dará sombra a otros («Recuerdos de todos, besos de tus hermanos…») lo que nos permite confrontar al Federico universal con el de carne y hueso.
Así define el espectáculo su director, José Bornás, en esta entrevista:
Es un recorrido biográfico acerca de alguien tan relevante en la vida de Federico García Lorca como su madre Vicenta. Personaje tapado en la historia pero que fue quien desde edad temprana, animó, leyó, alentó y educó a Federico y a sus hermanos. Hemos puesto en pie el texto utilizando unas técnicas diversas; interpretación, títeres, videoescena, música en directo, todo al servicio de Vicenta y de su historia.
En el montaje se muestra a la madre del poeta, un personaje desconocido con todo por descubrir, con todo por contar. Vicenta, la mujer que nunca ríe en las fotos, es el prisma donde se refleja y se refracta (con toda su intensidad) el inmenso caudal de luz que emite Federico. Es una mujer valiente, capaz, empoderada y adelantada a su tiempo, una maestra culta, brillante, generosa, y una madre, perseverante, cariñosa, protectora y tenaz. En este viaje acompañamos a Vicenta en su periplo vivencial y emocional, desde su infancia y adolescencia hasta sus últimos días, cuando la memoria se vuelve fácil y se quiebra, y lo hacemos resaltando la trascendencia que tuvo para que Federico llegase a ser quien fue porque, no en vano, Federico hace camino siguiendo las huellas que Vicenta dejó y en sus palabras resuena el eco de Vicenta. ¿Tendremos oídos para sus palabras?