La muerte sorprendió ayer a Tomaz Pandur en Macedonia mientras ensayaba su próximo montaje: Un Rey Lear, arriesgado y personal, como todo lo que hacía, para el Teatro Nacional de Skopie. Se movía por el oficio con absoluta brillantez y consiguió no dejar indiferente a nadie. Fue, sin duda, uno de los grandes renovadores del teatro europeo, para muchos creador de culto después de trabajos tan apabullantes como “Infierno”, “Calígula”, “Barroco”, “La caída de los dioses”, “Medea” o «Fausto». Sus adaptaciones aquí merecieron varios premios Max.
Habitual en la escena española desde hace una década, preparaba un nuevo montaje para el próximo Festival de Teatro de Mérida, donde ya dirigió a Blanca Portillo en una memorable versión de 'Medea'. Director también de cine, ópera y ballet, fue uno de los regidores más aclamados de Europa. Nacido en Maribor en 1963, Pandur se graduó en la Academia de Teatro, Cine y Televisión en la universidad eslovena de Ljubljana en 1988. Hasta 1996 dirigió el Teatro Dramático Nacional de su ciudad natal. Fue cofundador y director artístico de la compañía teatral internacional Pandur Theaters y recibió relevantes reconocimientos, entre ellos la Orden de Isabel la Católica en 2011 por su contribución al acercamiento artístico y cultural en el ámbito del teatro entre España y Eslovenia.