Eva María, a las tantas de la madrugada, ha recibido un tajante mensaje de Alejandro, su único y adorado hijo: Debe entrar en su habitación y buscar en un cajón cerrado con un candado un documento que necesita con urgencia para la Universidad americana en la que estudia. Urgente es «ya, ahora, sin perder un instante, mamá».
Alejandro, que conoce muy bien a su progenitora, le advierte de que no caiga en la humana (y especialmente maternal) tentación de hurgar en sus cosas aprovechando la estupenda ocasión. Eva María promete a su hijo cumplir a rajatabla su cometido, pero una vez inmersa en el encargo… ¿Quién está libre de pecado? Y es que ella, que es muy cinéfila, es consciente de que «La tentación vive arriba» o al fondo del cajón secreto de su hijo. El recuerdo de su vida y la visión de ese provocador nido vacío harán deslizarse a Eva María por una emocionante y divertida espiral, transformando su cotidiana realidad en una auténtica aventura de película.
«El síndrome del Nido Vacío» es el tema principal de Una madre de película, un monólogo en clave de comedia protagonizado por Toni Acosta y escrito y dirigido por Juan Carlos Rubio.
Tras trabajar juntos con anterioridad en otras obras de teatro como Anfitrión o El sonido oculto, Juan Carlos Rubio y Toni Acosta vuelven a juntarse para hablar, en tono humorístico, de un problema que invade a muchos padres y madres cuando sus hijos se hacen mayores y abandonan el hogar familiar. La actriz, tras experimentar el «nido vacío» en sus propias carnes, sintió la necesidad de trasladar el tema a los escenarios. Una llamada a Juan Carlos Rubio bastó para que Una madre de película sea una realidad.
En cuanto a la parte artística, la escenografía corre a cargo Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer de EstudioDeDos; el espacio sonoro y música ha sido creado por Mariano Marín, mientras que la iluminación ha sido diseñada por Nicolás Fischtel y el vestuario por La leona alegre.
Nota del director
Una llamada de Toni Acosta. Eso es todo lo que necesité para decir que sí a este proyecto. No lo dudé ni un instante. Toni es una de las actrices más talentosas con las que he trabajado (Anfitrión y El sonido oculto están ahí para demostrarlo). Cómica y trágica a partes iguales, magnética, certera, posee una luz especial que regala verdad a raudales a cada una de sus interpretaciones. Sí, Toni, contigo yo siempre diré sí a cualquier aventura. Pero claro, al descubrir que Jesús Cimarro estaba también detrás de este proyecto, ese SÍ fue con mayusculas. Pentación es una empresa muy querida con la que he colaborado en muchas ocasiones y que la producción esté en sus manos es una garantía total de calidad. Los compañeros eran de altura. Así que vamos con la propuesta: escribir y dirigir un monólogo. Perfecto. Siempre quise escribir un monólogo, es un género que no he cultivado ( y eso que mi carrera como dramaturgo es ecléctica y absolutamente variopinta) pero… ¿un monólogo sobre qué? Toni no tenía dudas, una vez más había hecho sus deberes: EL NIDO VACÍO, ese irremediable y temido momento en que los hijos echan a volar y a las madres y padres les toca lidiar con una ausencia y unos miedos que la presencia de sus retoños había desdibujado.
No todos somos padres o madres, pero todos y todas somos, sin remedio, hijos e hijas. Recuerdo cuando me marché a vivir a Londres con tan solo 19 años y mis progenitores tuvieron que enfrentarse a una casa vacía. De seis hijos a cero es una frenada en toda regla. Recuerdo su dolor. Y su humor. Sí, el tema me interesaba mucho, porque, una vez más, además de la anécdota inicial (la ausencia filiar y todo lo que ello conlleva) me permitiría adentrarme en las arenas movedizas de la condición humana: sueños, frustraciones, miedos, risas y, sin duda, esperanza. Jesús nos dio libertad total para construir este protecto, y Toni y yo nos hemos vuelto a rodear de un equipo de lujo en cada una de las áreas creativas. Ahora, solo nos queda abandonar el nido y echar a volar por los escenarios de toda España. ¿Nos acompañáis?