El talento desbordante de Santiago Loza –dramaturgo, guionista y director argentino del que hemos visto, entre otras, obras como “He nacido para verte sonreír” o “Matar cansa”– nos regala esta vez «El mal de la montaña», un retrato crudo de nuestros días, de nosotros, de la parte más oscura de nuestra cotidianeidad. “Coloca nuestra basura humana a la vista y a la vez deja que de ella broten la honestidad y la hermosura”. Fernando Delgado-Hierro y Francesco Carril firman la dirección de un montaje descarnado que ellos mismos protagonizan junto a Luis Sorolla y Ángela Boix. Se estrena hoy en el Teatro Español y estará en cartel hasta el próximo 3 de abril.
El mal de altura, o mal de montaña, se produce por falta de oxígeno a grandes altitudes y sus síntomas van del el dolor de cabeza, el cansancio o las náuseas a la dificultad respiratoria, la confusión e, incluso, el coma. Aquí, el mal de la montaña es el relato cruzado de cuatro jóvenes que se buscan anhelando consuelo. También hay vértigo, angustia y algo de sentirse insignificante…
““El mal de la montaña” habla del duelo. De cómo nos enfrentamos a él y cómo los fantasmas de los que ya no están se quedan con nosotros hasta que aprendemos a bailar con ellos”, nos cuenta Francesco Carril.
A lo que Fernando Delgado-Hierro, directores ambos e intérpretes junto a Luis Sorolla y Ángel Boix, añade:
“Es una fiesta de la pérdida, una pieza llena de un humor muy punzante, que pone al descubierto nuestro lado más patético y miserable, nuestro narcisismo, nuestra ansiedad y nuestro carácter obsesivo. Especialmente cuando todo esto aflora con fuerza tras las rupturas y el duelo amoroso, cuando el otro se va volviendo cada vez más extraño, más lejano. Más otro. En el fondo tal vez sea una pieza que se pregunta sobre cómo se hace para estar con los demás”.
Callarse es mirarse…
Angustiado, Manu cuenta a Tino su ruptura con Pamela. Estaba yendo a la perfección –la lluvia fina cayendo, el paseo mudo– hasta la aparición de un mendigo orinando en la acera de en frente…
Así arranca una pieza en la que también conoceremos la obsesión de Pamela con que su exnovio no soportara su nombre o la historia de Tino de una relación fallida en la que tuvo que ocultar su ausencia total de deseo, incluso la agresividad de Ramo con aquellos a los que considera una amenaza: los otros, los pobres.
Personajes obsesivos, preocupados por la imagen que proyectan, por el lugar que ocupan en el mundo, temerosos de perderlo todo y acabar en una mendicidad sentimental, laboral, social…
“Nos atrapó algo de su crudeza, nos pareció que hablaba muy bien de una sensación que reconocemos a nuestro alrededor, de esa especie de ceguera con la que hoy en día arrojamos nuestra intimidad a los demás, sin importarnos si están preparados para recibirla o qué efecto tendrá en ellos”, explica Fernando.
Él interpretó a las órdenes de Pablo Messiez “He nacido para verte sonreír”, pieza que también tocó de lleno a Francesco Carril y ambos, deseosos de trabajar juntos, se zambulleron de lleno en el universo de Santiago Loza.
“Es un autor con una poética muy particular. Sus textos repercuten en el cuerpo, duelen. Quizá porque no tienen ornamento. A veces sus personajes parecen hablar por un miedo al silencio que les haga desaparecer. Quizá porque hablan para tratar de entender de qué van sus vidas”, finaliza Carril.