Y el estrenazo del día es… «Poncia» con Lolita Flores en el Teatro Español

Cuando el gran Miguel Narros dirigía el Teatro Español le pidió a otro grande, José Carlos Plaza, un nuevo montaje de “La casa de Bernarda Alba” y este sugirió a Lola Flores para interpretar a La Poncia. Pero, por motivos de agenda, ella no pudo hacerlo. Luis Luque, actual director adjunto artístico, supo de esta historia, leyó de nuevo la obra y se propuso rescatar al personaje. Quién le daría vida lo tenía claro: Lolita Flores.

Así que juntos han imaginado lo que ocurrió en esa casa después de la muerte de Adela. Después del “¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”. Dentro de una tormenta de niebla, Poncia, la criada de Bernarda Alba, reza por la muerte de la chiquilla. La casa se ha sumido en un mar de silencio. Poncia, después del shock, habla sola y también con ellas, con Bernarda y sus hijas. Quiere hablar, porque le da la gana. Y va a llorar, porque le da la gana. Y sus palabras se convierten en reflexión, soliloquios, diálogos con fantasmas y sombras.

Podremos ver «Poncia» desde hoy hasta el 3 de diciembre en el Teatro Español de Madrid.

Estos son algunos detalles que han contado sus protagonistas:

Lolita: Creo que es de las obras que más me ha costado y que menos me cuesta también a la vez. Me cuesta porque es un texto muy poético, pero no lo puedes recitar como se recita a Lorca, como mi madre recitaba a Lorca, le tienes que poner la verdad y el peso de lo que está pasando en ese momento, la realidad. Lo tengo que decir como Poncia, es decir, sin quitarle la poesía, quitársela para que realmente pueda llegar a la gente y sea verdad lo que estoy diciendo. Me cuesta antes de salir, una vez que estoy en el escenario, todo fluye. Yo creo que en otra vida he sido Poncia, porque me sale por los poros de mi piel. 

Luis: Habla de culpa, de libertad, del eros de las mujeres antiguas, de la educación de los varones y hembras.

NOTAS DE DIRECCIÓN

Este texto está escrito a partir de las intervenciones del personaje de Poncia en la obra de Federico García Lorca. En un profundo análisis del personaje, he rescatado las intervenciones de Poncia y las he convertido en reflexión, soliloquios, diálogos con fantasmas y sombras. De este modo, se alumbra un nuevo mirar dentro de la casa. En la obra original asistimos a una sucesión de hechos que se desarrollan en orden cronológico. Aquí, en esta Poncia, no. Ella habla después del shock producido por el suicidio de Adela. Todo ocurre después de su muerte.

La lengua de Poncia se desata en un lugar y en un tiempo prohibidos para las palabras. Poncia ajusta cuentas con las habitantes que sobreviven dentro de la casa. Descubrimos la simpatía de Poncia por la más joven de las hijas, la reivindica. “Ha muerto una hembra valiente”, dice, y se culpa a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo.

Poncia siempre me ha sugestionado como ningún otro personaje de los que habitan en la casa de Bernarda Alba. Los personajes de las criadas encierran un enigma interesante: son testigos de los avatares de sus dueños y amos, conocen la verdad del interior de las casas y poseen la filosofía oculta de las clases populares.

Escuchamos la voz de la criada para iluminar los rincones oscuros de la obra de Lorca. Poncia habla de suicidio, libertad, culpa, clase, educación y sexo. Y lo habla con toda la fuerza de una voz que ha sido maltratada y callada. El alma de «la Poncia» se abre para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad.

Luis Luque

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