El Centro Dramático Nacional presenta «Paraíso perdido», la versión del poema épico de Milton a cargo de Helena Tornero y Andrés Lima. El espectáculo enfrenta en combate dialéctico a Dios, encarnado por Pere Arquillué, con Satanás, interpretado por Cristina Plazas. Coproducido por el CDN, Teatre Romea y Grec 2022 Festival de Barcelona, Paraíso perdido se estrenó el año pasado en Barcelona y culmina en el Teatro María Guerrero una exitosa gira nacional. La cita, del 5 de mayo al 18 de junio.
Un homenaje a la belleza de las palabras de Milton desde la mirada contemporánea que es también un tributo al oficio de comediante, tantas veces demonizado por su capacidad de transgresión.
Hemos charlado con sus protagonistas y nos han contado esto:
Pere: Hablar de la rebeldía hoy en día, del teatro, de la culpa, de la muerte… Son temas que, aunque pueden parecer un poco trascendentes, no lo son en absoluto durante el espectáculo y reflexionar sobre temas universales como estos siempre es interesante.
Cristina: Es un ejercicio de pensamiento filosófico, pensar que estamos donde estamos porque hubo alguien que estableció unas normas. Alguien nos cuenta que hay alguien que manda por encima de todo, pero, en realidad, tiene que ver con los poderes y con que no tenemos a veces más remedio que acatar las órdenes y no rebelarnos. En esta versión hay dos personajes que se rebelan, Satán, con toda su fuerza, energía, dolor e ira, y Eva, que nos hace ver que todavía estamos en la rebelión de Eva en el 2023 y es fascinante. Es un espectáculo que va más allá de la filosofía, es un musical, con proyecciones, música en directo, súper potente. La gente se pone en pie y cuando te nace ese resorte es que hay algo que te ha tocado.
Cristina: El objetivo de “Paraíso perdido” es que nos demos cuenta de que tenemos el derecho a rebelarnos, a caer y a volver a levantarnos. No aceptemos que las cosas son como son y no podemos cambiarlas. Satanás es un personaje que siempre se va a volver a levantar; siempre va a estar ahí para rebelarse, para cuestionar el poder establecido, lo que nos dicen que tenemos que ser.
Pere: Milton utiliza esta historia para plasmar qué significa el poder, la rebelión y qué papel jugamos los hombres y las mujeres en frente de estos poderes fácticos. Habla de la rebeldía, del teatro dentro del teatro, de ahí esa frase de “Y el hombre creó a dios. Y dios creó al diablo. Y el diablo creó al actor”, de qué significa pecar o qué significa la muerte. Es un espectáculo complejo, pero, a partir de una manera muy lúdica, interpela al público, hace de espejo de una forma muy clara.
El poema épico publicado por John Milton el año 1667 explica la tragedia de la caída del hombre, pero también narra la caída de Satanás. Reivindicado por los románticos como el verdadero héroe, el Satanás de Milton simboliza el rebelde sublevado ante la tiranía del cielo. Porque antes de la caída del hombre está la historia del ángel caído.
La historia de una rebelión fracasada y sus consecuencias, que condicionarán el destino del hombre y de la mujer. Pero, ¿somos así porque así fue escrito nuestro destino o porque nuestras creencias nos llevaron a escribirlo así? Además de una celebración de la belleza del lenguaje de Milton, este Paraíso Perdido quiere construir también un homenaje al oficio del comediante, tantas veces vilipendiado, menospreciado y demonizado por su capacidad fascinante de transformación y de transgresión. A los cómicos no se les permitía acercarse a las ciudades, porque se temía que su oficio pudiera contaminar las gentes de buena fe. El miedo al conocimiento tiene raíces muy antiguas. “¿Puede ser el saber pecado?”, dijo la serpiente a la mujer. Y fue la mujer quien escogió el saber en vez de la ignorancia. Pero…
El 5 de mayo llega al Teatro María Guerrero Paraíso perdido, el gran poema épico de John Milton (Londres,1608-1674), adaptado al teatro con texto de Helena Tornero, dramaturgia de Helena Tornero y Andrés Lima, y dirección de Andrés Lima. Estrenada en el Grec de Barcelona en julio del año pasado y coproducida por el Centro Dramático Nacional, Teatre Romea y Grec 2022 Festival de Barcelona, la obra culmina en Madrid una exitosa gira que la ha llevado por múltiples escenarios de España, de Cataluña a Andalucía, pasando por las Islas Baleares y Canarias, Navarra, País Vasco, La Rioja o Castilla y León, entre otras.
La célebre obra maestra de John Milton, Paradise Lost, es uno de los principales poemas épicos de la literatura universal, en la línea de las dos grandes epopeyas homéricas o la Divina Comedia.
“Es un texto muy hermoso, aunque complejo, y que ha tenido una gran influencia en la cultura occidental, especialmente la anglosajona, en la cual Milton está a la altura de Shakespeare”, declara Helena Tornero, quien se enfrentó a la labor titánica de adaptar a las tablas los doce libros y diez mil versos que componen el poema.
“He abrazado mucho de lo que ofrece Milton – un personaje trágico, el tema de la rebelión, la lucha del bien y del mal, el libre albedrío, un lenguaje fuertemente poético – para luego, a medida que avanza la acción, ir llevándolo hacia un territorio más contemporáneo”, apunta Tornero sobre su texto.
Más allá de inspirarse en pasajes de la Biblia, como la historia del pecado original o la del ángel caído, se trata de un texto abierto a muchas interpretaciones, que lanza preguntas trascendentales sobre temas universales, trascendiendo la religión e interpelando al espectador a nivel ético, moral y filosófico. “Este montaje es el intento de comprender nuestros comportamientos, de saber si la fe es sólo un plan preconcebido para asegurar la obediencia; si la espiritualidad es la intangibilidad de la libertad o la perpetuación del miedo”, manifiesta Andrés Lima.
Sobre los personajes
En escena, el personaje de Dios (interpretado por Pere Arquillué -recientemente galardonado en los Premios MAX como Mejor actor por su trabajo en L’adversari-) se bate en duelo dialéctico con Satanás (Cristina Plazas) a raíz de la sublevación del ángel caído. La riqueza de la obra original, para la autora del texto, es precisamente su continua contradicción interna:
“Milton nos muestra que ambos personajes tienen sus luces y sus sombras, ya que ni él mismo, aun siendo una persona creyente, pudo evitar sentir compasión, incluso fascinación, por el personaje de Satanás, que aquí tiene toda la carga de un personaje de tragedia griega”.
“Creo que el teatro ha de mostrar la complejidad del mundo, hacer tambalear nuestras seguridades y creencias, nuestras certezas”, concluye la dramaturga catalana.
En paralelo, asistimos a la historia de Adán y Eva en el Paraíso (interpretados por Rubén de Eguía y Lucía Juárez), y al engaño perpetrado por el Diablo para inducirles a la desobediencia. Helena Tornero añade a la historia un matiz: introduce el pensamiento de Eva.
“Me pareció interesante imaginar, sin cambiar su rol en la escena, qué estaría pensando ella en esa situación concreta”, explica.
Así, la autora aporta un potente discurso que visibiliza la voz femenina, históricamente acallada.
“No podía obviar una mirada más crítica y decolonial, que pone en crisis ese modelo del hombre como el amo y señor de la naturaleza, de los animales y de la mujer.»
La propuesta supone además lo que Helena Tornero define como “un homenaje al oficio del comediante, tantas veces vilipendiado, menospreciado y demonizado por su capacidad fascinante de transformación y transgresión”, una capa que añade la dramaturga a raíz de sus investigaciones sobre la demonización del oficio del actor a lo largo de la historia.
Completan el reparto Maria Codony y Laura Font. La escenografía y vestuario son obra de Beatriz San Juan, colaboradora habitual de Lima, el diseño de iluminación es de Valentín Álvarez (AAI), la música original y espacio sonoro de Jaume Manresa y el autor de la videocreación es Miquel Àngel Raió.