¿Por qué Ingmar Bergman para un nuevo proyecto?
Bergman es absolutamente contemporáneo siempre. Es acción, es conflicto, es drama… Es un canto al teatro y a la vida. Además, junto a Strindberg, del que bebe, se inspira y rinde homenaje siempre, Bergman trata las relaciones entre hombre y mujer, el conflicto entre lo femenino y lo masculino de un modo magistral, sea partiendo de lo cotidiano y tangible o de lo que subyace en un plano más espiritual, casi mágico e inquetante.
Dicen que Bergman tiene vocación de ir hacia la luz. ¿Por qué, en qué sentido?
Puse el título de “Hacia el Amor”, a esta versión… precisamente como un pequeño homenaje más al propio Bergman y al título de una de sus películas “Hacia la Felicidad”… Porque en casi toda su obra, de un modo u otro, los personajes hacen lo posible, aún errando profundamente a veces, para encontrar caminos hacia estados que el alma humana siempre anhela; la felicidad, el amor, el afecto, la comunicación, la salud, la comprensión… Estados, todos ellos, que arrojan en un sentido simbólico un poco más de luz sobre nuestra existencia.
Háblennos de sus personajes.
Precisamente Marianne está llena de esos anhelos… Pero en una sociedad basada sobre todo en lo material, en lo pragmático y en el orden establecido de las cosas… Hay muy poco espacio para que ella pueda dar lugar a estas necesidades tan legítimas y por esa razón esas necesidades irrumpen entre los pequeños recovecos y empiezan a ocupar el espacio por si solas y de maneras inesperadas. Lo que más me gusta de Marianne es que en realidad es muy valiente y no se detiene ante nada y como ella misma dice; “Quiere vivir en la realidad. Le gusta superar altibajos y dificultades. No pide consideración. Porque precisamente lo que más le gusta es vivir…“ Con todo lo que ello conlleva.
Dicen que es un viaje catártico. ¿Qué aprenden ambos personajes en este viaje?
Marianne se vuelve mucho más amplia, aprende a amar, a perdonar. Aprende que la vida no es la idea de la vida, sino que es algo que ocurre a cada momento y que es mucho más hermosa que lo preconcebido, con toda su grandeza y sus miserias y que precisamente ser lo más feliz posible dentro de la realidad es la magia de estar vivo.
¿Y para ustedes, qué está siendo lo más bonito de este viaje desde que comenzó?
Para mí… Todo.
¿Cómo termina José Carlos Plaza formando parte de este montaje?
Después de un precioso encuentro y una conversación en la cual era un placer escucharle… José Carlos Plaza leyó la versión, que cayó en sus manos de un modo casual o causal… y nos hizo saber que le había gustado muchísimo y que quería ser el director de este viaje… Un honor, un placer y un inmenso aprendizaje.
¿En qué ayuda y en qué no tanto ser matrimonio en la vida real para interpretar a esta pareja?
Me atreveré a ser como Marianne y a querer creer que todo; bueno y malo… sirve si uno es consciente y es a favor de ponerse en juego y de dar todo el trabajo, amor, cualidades y humildad para contar esa pequeña-gran historia que de alguna manera nos retrata a todos.
¿Qué nos diría de su pareja?
Todo lo bueno.
Si no me equivoco, Agua en el Desierto es un poco vuestra gran apuesta profesional. ¿Hay que estar un poco loco para producir en estos tiempos o es necesario hacerlo?
Para sacar adelante un sueño, no siempre se cuenta con dinero. A veces la moneda de cambio al principio es todo el trabajo invertido… Responsabilizarse de las propias necesidades y deseos profesionales, artísticos e incluso cotidianos es una decisión muy importante. Y después, ver que con el hecho de haberte esforzado, atrevido y luchado dejándote la piel y el alma… estás generando trabajo y realización no solo para ti sino para otros… es un enorme orgullo y te hace sentir plenamente que merece la pena intentarlo. Que hay que seguir adelante sí o sí.
¿Qué otros proyectos, conjuntos o por separado, tienen?
Aparte de terminar recientemente la película “Jump” y un nuevo poemario después de “La Hembra Apócrifa”… Uno de mis proyectos más íntimos e inmediatos tiene que ver con aprender a darme el permiso de ser feliz. Dejar atrás como hace Marianne, los miedos y las restricciones. Tomar la vida plenamente y ser feliz con ello.