Ainhoa Arteta

 Sus raíces son vascas, pero hace gala de un espíritu que no conoce límites ni fronteras. Ainhoa se perfila como una de las grandes embajadoras mundiales de la ópera nacional. Esta amante confesa de los recitales y los grandes compositores clásicos regresa a las tablas del Teatro Real y lo hace totalmente extasiada ante el encanto del “Don Giovanni” de Mozart. Una ópera llena de imaginación y originalidad que ofrecerá 8 pases únicos y exclusivos.
Dicen los expertos que “Don Giovanni” de Mozart es una ópera de óperas. ¿Por qué?

Porque es una joya que demanda una exigencia vocal muy importante en todos los roles. Teatralmente es una obra completa que se puede interpretar de muchísimas maneras, es muy versátil.


¿Qué historia cuenta?

La de Don Giovanni, una historia del uso y el desuso del amor, ése que de alguna manera precipita a una persona al abismo.


 

¿Cuáles son las sensaciones que “Don Giovanni” puede despertar en un espectador que nunca haya asistido a la ópera?

Todas buenas, porque está acompañado de una música sublime. Puede llegar a enganchar por tener una de las páginas musicales más bonitas de Mozart y teatralmente porque siempre hay algo con lo que te identificas.


 

¿Qué opina del trabajo de Dmitri Tcherniakov, el director de escena?

Estoy tremendamente sorprendida porque ha optado por un Don Giovanni completamente distinto al tradicional. Según su enfoque, la sociedad está equivocada y es Don Giovanni quien tiene razón, cosa que es verdaderamente difícil de defender, ¡pero lo consigue! Le da la vuelta a la historia con la propia historia. Estoy disfrutando muchísimo.


 

Si echamos la vista atrás, a sus años de formación, comenzó en San Sebastián y pasó por Nueva York. ¿Cómo fue ese cambio radical, de vivir en el País Vasco a hacerlo en la Gran Manzana?

Primero pasé cinco años por Italia y después estuve 17 años en Nueva York. ¡Imagínate! para mí fue como una ventana abierta al mundo. Allí se ha conformado mi manera de ver, de pensar y de percibir el mundo.


 

Entre su repertorio operístico aparecen los más grandes: Bizet, Mozart, Verdi… ¿Algún maestro favorito?

Soy más Verista y Pucciniana. Ahora empiezo a entrar en un Verdi maduro, pero para mí hacer este Mozart, que no lo he hecho mucho, es un reto enorme. Me conviene vocal y actoralmente.


 

Además de los grandes recitales, su carrera se caracteriza por la producción discográfica. Ha tocado varios palos, desde zarzuela hasta versiones de pop. ¿Nos va a sorprender con algún nuevo género?

¡También he hecho rock con temas, incluso, de Nirvana! (Risas) Versioné cosas muy eclécticas para lo que es mi repertorio, pero aquí el culpable de todo esto es Javier Limón, todo un descubrimiento en mi vida personal y profesional. De hecho ya está detrás de mí para hacer alguna otra historia y, como esto es siempre una aventura divertida y fantástica, yo me lanzo sin ningún problema.


 

Usted emociona a la gente con su voz. ¿Cómo es posible emocionar a Ainhoa Arteta?

Con cualquier cosa que haga un niño y con los sentimientos puros de los animales, que me emocionan muchísimo.


 

Si tiene un proyecto personal pendiente de realizar, ése es…

Crear una escuela de formación de recital, no de canto, porque aparte de ser cantante de ópera soy recitalista y creo que es algo que se inculca poco. Creo que es importante para los cantantes y para el público.

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