Álvaro Lavín

Las pasiones que impulsan a los hombres a arriesgar su vida en países lejanos, las que impulsan a la guerra, el fanatismo, la paz. Este es el tema fundamental de esta emocionante historia confeccionada por Julio Salvatierra a partir de testimonios reales de rehenes liberados por los integristas. Elvira Cuadrupani, Inés Sánchez, Fran Cantos y el también director y productor Álvaro Lavín suben a escena esta impactante pieza donde los sentimientos, el humor y la poesía también tienen cabida.
 
 

 

¿Cómo surge este texto y cuál ha sido su trabajo hasta llegar a la escena?

Hace un par de años, Julio Salvatierra, después de leer algunos libros escritos por diferentes supervivientes a secuestros –sobre todo “An evil cradling” de Brian Kenan– comenzó a escribir un texto teatral basado en esos testimonios. También a mí me atraía la idea de investigar el comportamiento de las personas que sufren secuestros que se prolongan en el tiempo e intentar averigüar cómo consiguen salir adelante sin perder la cabeza. Desde que leí el texto de Julio supe que era la historia que debíamos contar. El siguiente paso fue encontrar a actores que nos acompañaran en este ejercicio. ¡Y a ensayar!


¿Quiénes son los cuatro personajes de la función?

Son varios cooperantes secuestrados en una cueva, en las montañas de Afganistán, junto con uno de sus captores. Rober, Ismail y Anik –europeos ligados al mundo de la cooperación– y Amina –mujer talibán convencida de su situación– van superando las crisis diarias gracias a una mezcla inestable de decisión, sentido común, locura, humor, rabia, secretos, comunicación, ternura y suerte.


Para usted, una de las frases más impactantes de esta pieza es la que dice…

“La información es un arma. Ahora estáis desarmados”.


Un momento sobrecogedor:

El momento en que las dos mujeres, abandonando sus prejuicios y reservas y amparadas por el tiempo compartido, se sinceran la una con la otra. Es sorprendente descubrir cómo, en el fondo, no somos tan diferentes como creemos.


¿De qué manera han logrado sazonar con humor una situación tan delicada?

Estos personajes hacen un uso constante del sentido del humor como una válvula de escape que les ayuda a superar el día a día. Solo así consiguen olvidar por momentos que cada día puede ser el último.


Si dejara un momento su posición de director y se pusiera en la piel de un espectador, ¿qué conclusión cree que llevaría a casa después de ver “Los esclavos…”?

Que para estar bien informado es necesario abrir miras, huir del pensamiento único, escuchar también al que no opina como nosotros y olvidarse de los prejuicios.


En esta obra comprobamos que la realidad supera la ficción: ¿por qué?

Cada persona tiene una manera diferente de estar en la vida y no todos reaccionaríamos igual delante de según qué circunstancias. Eso nos da alas para poder imaginar. Hay mucha más gente de lo que pensamos que estaría dispuesta a entregar su vida por el bien común poniéndose el mundo por montera.


¿Qué otros proyectos teatrales tiene Álvaro Lavín sobre la mesa?

Acabo de estrenar con Meridional “Iberian Gangsters”, una comedia musical sobre la corrupción que impera en nuestro país. Antes de final de año nos embarcaremos en un nuevo montaje firmado por Julio Salvatierra titulado “Se vende”, una comedia sobre la corrupción inmobiliaria. Y el año que viene coproduciremos con Teatro del Temple y Unahoramenos “La rabia del mundo”, un espectáculo sobre el terrorismo islámico. ¡No me falta tarea!

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