Dicen que los 40 son esa edad en la que uno comienza a mirar hacia atrás. 40 años tenía Lautaro cuando escribió este texto y cuarenta tiene usted.
A todos en nuestra vida nos llega un momento crítico en el que hay que hacer una especie de repaso de por qué haces las cosas y para qué. Creo que tiene que ver con la madurez y para eso hay que retroavanzar, ir un poco hacia atrás pero no para quedarte ahí, sino para coger impulso.
¿Le ha pasado?
Sí, esa ansiedad de no sé quién soy, estoy completamente perdido en esta sociedad y encima soy artista (risas), que es el trabajo más extraño… somos como una especie de Cristo que viven los dolores para mostrarlos a la humanidad. Y justo Lautaro escribe una obra que habla de esto, con unos personajes que están sobreviviendo a esta vida. Me parecía esencial apoyar una cosa así.
¿Y cómo lleva lo de estar detrás?
Es terrorífico. Soy productor por la necesidad de apoyar espectáculos que me seducen, pero no tengo alma de productor ni sé vivir en esa sociedad económica y me doy cuenta de que el teatro realmente es una mierda de negocio (risas). El que hace teatro sabe que es por amor. Estoy sorprendido de lo difícil que es, incluso llenando teatros, mantenerse.
Hay que estar un poco loco…
Como una cabra, zumbadísimo (risas). Pero yo me estoy dando cuenta de que esta es la base de mi vida, es lo que me emociona y lo que me seduce. Es una locura, pero quienes han hecho cosas más interesantes en esta sociedad han sido los más locos.
¿Asier también es de los que se resiste a que termine el verano?
Siempre. Soy muy nostálgico y busco el placer continuamente. Soy un hedonista nato, busco comer, beber, follar, bailar, amar, disfrutar, busco el rayo de sol que entra por la ventana porque me puedo meter en bosques muy terribles. Mi dolor es muy profundo y estoy muy en contacto con él, así que también intento estar muy en contacto con un placer.
¿Y su mejor verano?
He vivido muchos buenos veranos, sobre todo con amigos. Recuerdo uno en Ibiza la primera vez que cobré un buen sueldo. Me llegó tanto dinero que invité a todos mis amigos a Ibiza a una casa a pasar un mes de fiesta (risas). Fue maravilloso, me volví a arruinar, pero no pasó nada (risas).
En la canción “Su forma de andar”, que arropa a esta historia, se escucha: “Sus sueños apenas se han cumplido”. ¿Los suyos sí?
Me he pasado la vida cumpliendo sueños, pero tengo más y empiezan a tener que ver más con los demás que conmigo mismo.
¿Qué le diría hoy al Asier que en 2001 desembarcaba en Madrid?
‘Tranquilo, tranquilo, cariño, que todo está bien’ porque sufría mucho, no encajaba en ningún sitio ni entendía nada. Pero me siento orgulloso de haber seguido defendiendo mi sombrero por ridículo que parezca desde el principio de los tiempos.
Imagino que los proyectos de Factoría Madre Constriktor continúan…
Tenemos varios proyectos, muchos proyectos, maravillosos. Tenemos por delante una gran fiesta, solo te digo eso, va a ser una gran fiesta. Después volverá a haber teatro y volverá a haber música…