¿Qué nos ofrece “Los Gondra, una historia vasca”?
Ofrece la historia de una saga familiar desde finales del siglo XIX hasta el 2016. Recorre lo que ha pasado en el País Vasco en los últimos 100 años: cómo hemos vivido con la violencia, con la falta de perdón, con esa incapacidad para mirarnos a los ojos. Y todo esto se cuenta en un microcosmos familiar.
¿Cómo es la familia de los Gondra?
Es una familia muy peculiar que, de generación en generación, va ocultando secretos. Y esos secretos, al final, van a terminar estallando en la generación siguiente.
¿Cómo se compone la función?
La obra está dividida en cuatro etapas y es un viaje hacia atrás, hacia la semilla. Empieza en 2016, después vemos lo que pasaba en los años 80 del siglo pasado, de ahí vamos a los años 40 y, finalmente, llegamos al siglo XIX. Es ahí cuando entenderemos que todos los misterios y tragedias que llegan hasta hoy vienen de cosas que pasaban en el siglo XIX y que nadie ha sido capaz de desvelar ni de perdonar.
Este texto está lleno de incógnitas por resolver. ¿Nos puede adelantar alguno de los que encontrarán respuesta en la función?
¡Puedo adelantar la pregunta, pero no la respuesta! (risas). Por ejemplo, pasa que en 1980 la familia recibe unas cartas amenazadoras de las que luego nadie quiere hablar. No se sabe cómo las respondieron. Pero, según avanza la función, entendemos que quien envió esas cartas tiene que ver con un partido de pelota que hubo en los años 40, después de la guerra, y con unas fotografías que se tomaron pero que desaparecieron del álbum de fotos.
Podemos afirmar entonces que la función camina a través de los flasbacks…
Vamos a una época, descubrimos un misterio, seguimos su pista y lo resolvemos saltando a la época anterior, momento en el que descubres otro misterio que viene de antes. Además, hay un patrón que se repite constantemente en la familia de los Gondra y es que, en todas sus generaciones, siempre hay dos hermanos enfrentados el uno con el otro.
Además de firmar la dramaturgia, interpreta un personaje. ¿Quién y cómo es?
Yo no soy actor, ¿eh? ¡eso de entrada! (risas). La historia está contada a partir de mí. El director me convenció para que hiciera de mí mismo, del escritor que escribe esta obra. Algo muy concreto y especial.
¿Cómo son los personajes?
Son diez actores que hacen casi 40 personajes. Es decir, que cada actor hace, por lo menos, tres personajes en cada una de las épocas. Lo divertido es que en una época hacen un personaje y, en la siguiente, al abuelo de ese personaje, etc. ¡Están todos muy excitados! (risas).
¿Qué sentimientos se respiran en esta función?
Mucha tristeza. Es una familia que no sabe resolver sus problemas porque no sabe hablar. Es incapaz de mirarse a los ojos y decirse lo que se ha hecho. Y perdonarse. Se calla las cosas, las oculta y, por eso, terminan saliendo. La familia es el microcosmos de la sociedad. Esta obra, aparte de contar todos los conflictos vascos, es muy universal, porque cuenta cómo se vive dentro de una familia sin ser capaces de hablarse sinceramente. Pero creo que es una función de la que el espectador saldrá con esperanza, porque la obra termina con una pregunta abierta que deja un resquicio a la oportunidad de empezar desde cero.