“Nada tras la puerta” es…
Es un intento por llevar a los códigos teatrales la violencia, la verdad y la belleza de los reportajes del fotoperiodista Hernán Zin. Le decíamos que el teatro no puede diseccionar la realidad como el periodismo y él nos decía: “yo no puedo meterme en la cabeza de esas gentes y ustedes sí. Cuenten lo que yo no puedo contar”.
¿Sobre qué reflexiona su texto?
Sobre las consecuencias de la violación como arma de guerra. Una mujer violada por su enemigo concibe una hija que, quince años después deberá decidir entre castigar a su propio padre u optar por perdonarlo, con la carga de dolor que eso conllevará.
¿El teatro puede ejercer una función de motor de cambio?
El arte no cambia nada. Pero es su función hablar de lo que ocurre, para que el cambio sea algún día posible. El teatro no será el motor de ese cambio, pero tampoco ha de ser una adormidera que lo paralice.