¿Qué nos propone “Un tonto en una caja” y cómo surge la idea?
Yo ya había dirigido para esta compañía otra obra del mismo autor argentino –Martín Giner–, “75 puñaladas”, el año pasado en el Alfil. Y una de las veces que Martín viene a Madrid a ver la función, fuimos a una terracita y me contó una primera idea que tenía sobre “Un tonto en una caja”. Me resultó súper interesante, me atrapó desde el primer momento. Él terminó de escribirla, me la volvió a proponer, y acepté.
La obra propone una especia de sociedad alternativa, una distopía que se divide en tres clases: notables, grandes y pequeños, siendo los notables los que están en lo más alto de la pirámide. Es una comedia divertidísima con personajes tremendos pero, evidentemente, encierra una crítica, que es lo que más me gusta de la función: utilizar la comedia y el humor para lanzar un mensaje, ¡sin dar lecciones a nadie!, pues es más interesante que la gente saque sus propias conclusiones. Entre esos tres personajes de diferente clase, reunidos para celebrar el cumpleaños del notable, surge un espejo que refleja la diferente clases que hay a nivel global. ¡Pero siempre desde el humor! Yo soy muy de Mary Poppins y, con un poco de azúcar, la píldora entra mucho mejor.
Aterriza en la silla del director con el bagaje previo de “75 puñaladas” en este rol. ¿Qué actitud acertada ha querido repetir y cuál corregir?
Lo malo en mí como director es que me pongo muy nervioso, ¡soy muy impaciente! (risas). Me cuesta tener calma para que los procesos se asienten. Los actores se mean conmigo, pero afortunadamente se lo toman a broma, creo (risas). Lo que más me apasiona es el trabajo con ellos y creo que ése es mi punto fuerte. Me encanta intentar sacarles lo mejor que tienen, llevarles al límite de sus capacidades y que descubran cosas que quizás no creían tener. Además, llevo muchos años trabajando en comedia y creo que un poco de eso puede que haya aprendido.
En el reparto, encontramos un “notable” (Pedro Segura), un “grande” (Vicenç Miralles) y un “pequeño” (Macarena de Rueda). ¿Cómo son ellos como personaje y como artista?
Los tres son personajes desnudos, sin etiquetas, y con solo un color se identifica que pertenecen a un sitio o a un determinado nivel de vida. Todos somos seres humanos y la diferencia solo está en haber nacido en Zambia, Berlín, etc. El pequeño lo interpreta Macarena de Rueda, una actriz que conozco desde hace mucho tiempo. La había visto en muchas salas de Madrid, tenemos muchos amigos en común. Yo ya le había dado un trabajo de clown que me fascinó, así que pensé en ella para este rol. ¡Ella ha conseguido estar por encima de todas mis expectativas! Yo sabía que iba a hacer un buen trabajo, pero no uno tan excepcional. El público va a descubrir a una fantástica actriz y cómica, una actriz que, a partir de este momento. Vicenç Miralles es un actor que suele hacer personajes de ‘buenín’, ¡porque tiene cara de bueno…! Y, justo por eso, le cogí para darle la vuelta e interpretar al grande. No es que sea el malo, pero es un personaje muy histriónico, el más negativo de los tres, porque es el arribista, el que está en medio de las otras tres clases sociales. Lucha por llegar a la clase social más alta. Esa clase media extraña de arribista es lo que él representa. Como actor, tiene una trayectoria espectacular y aquí está espléndido. Pedro Segura intepreta al notable. Es compañero mío de la escuela, ¡lo conozco de toda la vida! Han pasado veintitantos años y él es el alma mater de este proyecto. Conozco muy bien sus tics, su zona de confort, y aquí he querido sacarle totalmente de ahí para llevarlo a un personaje que no tiene nada que ver con él. ¡Su propia familia no le reconocía en el estreno!
Un auténtico MOMENTAZO de la pieza se produce cuando…
El final. Los últimos diez minutos de la función son absolutamente delirantes. ¡La reacción que hemos tenido en la gira han sobrepasado totalmente todas nuestras expectativas! El propio autor se emocionó cuando lo vio. Al borde de la lágrima me decía: ¡no me lo puedo creer…! Es apoteósico.
¿Qué moraleja extrae Carlos Santos de esta comedia?
Esta comedia está muy pegada a nuestra realidad cercana y yo creo que la gente se va a sentir identificada con un ‘sí se puede’ o, al menos, a pensar que está en nuestras manos cambiar las cosas que no nos gustan, aunque a veces nos cueste pensar que somos capaces de poder hacerlo. Nos hemos dado como sociedad unas normas para convivir y somos nosotros mismos los que tenemos que luchar por cambiar aquellas que no se adaptan a quiénes y cómo somos y que les favorecen a otros, por supuesto.
Está en uno de los momentos más dulces de su carrera….
¡Sin duda!! Los cuatro últimos meses han sido espectaculares, algo que nunca te puedes imaginar cuando te dedicas a esto, a nivel de premios, pero si nos vamos cuatro años atrás, a la llamada para entrar a formar parte de la película de Alberto Rodríguez… todo ha ido muy bien, ¡no lo toquemos mucho, que se quede así! (risas).
Echando la vista atrás… ¿qué tres momentos le han marcado para siempre?
Evidentemente cuando llegué a Madrid con 21 años, en 1999. Jamás había imaginado cuando vine a hacer el cuarto y último año de la RESAD aquí y ‘ver qué pasaba’ que iba a tener la inmensa suerte de conseguir mi primer papel en teatro profesional al mes. Me pegué un año de gira. Era impensable por inesperado, por difícil. El siguiente momento sería en el 2004, cuando me escogieron para subirme al escenario para hacer un mano a mano con el maestro José Sacristán en “Almacenados”. Además, al final de ese año y medio de gira empecé a grabar “Los hombres de Paco”, la serie que me dio a conocer. ¡Y el tercero serían estos dos últimos años por “El hombre de las mil caras”.
Aparte de “Un tonto…” ¿qué otros proyectos tiene entre manos?
Acabo de empezar a grabar una serie para Tele 5 –“Ella es tu padre”–. Tiene un punto de partida similar a “Señora Doubtfire” y me transformo en una señora de 70 años (risas). ¡Es un nuevo reto me tiene muy nervioso pero con muchas ganas! Y, aparte, el 25 de abril vamos a volver al Alfil, los martes, con “75 puñaladas”.