Recién llegada a la dirección del Teatro Español, ¿qué balance hace de la situación actual que vive el teatro?
Vivía una situación un poquito crítica porque no había nadie, por tantos cambios y a los equipos eso les afecta muchísimo, pero yo tengo un equipo de primera y la verdad es que creo que ahora están en marcha, contentos, ilusionados y estamos todos contentos, ilusionados y esperando que todo sea una maravilla, que es el sueño que tenemos.
¿Cómo respira el teatro, cómo lo ve Carme Portaceli?
Respira con muchísima gente súper válida y con muchas bajadas de presupuesto muy problemáticas y con un 21% del IVA muy fastidiado y con una desprofesionalización en marcha difícil, pero que estamos consiguiendo que todo eso sea frenado por los profesionales, por el amor y la vocación que tenemos a esta profesión tan maravillosa, que como decía Lorca es el termómetro de la sociedad.
En esta situación, ¿el mayor valor de los teatros públicos cuál es o cuál debería ser?
Yo creo que el valor de los teatros públicos tendrían que ser varios. Uno, la hospitalidad como línea de conducta en tanto en cuanto atender y aceptar a todos los profesionales y todas las profesionales, todas las tendencias y perspectivas en ese sentido, autores, autoras, directores, directoras, maneras de hacer teatro… y esa gran diversidad que hoy tenemos en la sociedad y que yo creo que nosotros tenemos que acoger ese reflejo de ella. Eso es básico y eso se traduce en un programa pedagógico importante, en teatro de repertorio hecho bajo las formas dramáticas del siglo XXI, en el teatro contemporáneo totalmente, en acoger todos los artistas y las artistas que tenemos y que hoy en día son extraordinarios realmente.
Usted que está acostumbrada a trabajar a caballo entre Madrid y Barcelona, ¿hay muchas diferencias en el sector entre ambas ciudades?
Yo creo que hoy hay muchísima creatividad tanto en Barcelona como en Madrid y gente buenísima en ambas ciudades. En Barcelona se hizo una tarea con los autores y las autoras muy importante hace unos años, quizás un poquito antes de lo que se hizo aquí. Ahora esto está en auge totalmente. Tampoco hay tantísima diferencia en este momento, quizás por esas circunstancias ha habido un teatro más radical anteriormente que aquí, pero eso ya aquí se desarrolla normalmente y hay propuestas interesantísimas en Madrid.
¿Y cómo valora el hecho de que aún sean minoría las mujeres no sólo al frente de espectáculos, sino también de grandes instituciones?
Lo puedo valorar de dos maneras: con la botella medio llena y con la botella medio vacía. La botella medio llena sería que ya somos unas cuantas las que hemos asumido cargos de responsabilidad y eso supone un cambio de óptica y un cambio de manera de funcionar que puede ser muy positivo para la vida porque lo es, porque un teatro público debe ser un reflejo de la realidad y en la realidad hay hombres y mujeres. De lo contrario sería injusto, yo no creo que pueda ser así porque es el dinero de todos, las mujeres también pagamos impuestos, además de otras cuantas cosas que también pagamos (risas). Por otra parte, la botella medio vacía, creo que hay aún una mentalidad muy cerrada para muchas cosas, que considera peyorativo las cuotas, que considera siempre difícil y con falta de respeto ciertas actitudes para que las cosas sean de otra manera. Pienso que contra todo eso hay que luchar y hay que hacer un debate abierto y claro de que las cosas tienen que cambiar y tienen que cambiar hacia la igualdad, que es lo normal.
¿Cómo es Carme Portaceli como espectadora, qué le lleva al teatro?
A mí me lleva al teatro que no es la realidad. Como decía Koltès, si el teatro si el teatro fuera la realidad, no iría (risas). Me lleva que hay algo poético, que hay una abstracción poética, que es un arte, que me refleja una serie de cosas dichas de una manera determinada y que finalmente estoy viendo una obra de arte. Eso por una parte y por otra parte me lleva ese reflejo de la realidad que a mí también me interesa de las cosas que me cuestiono, me planteo, me hacen sufrir o cuestionarme cosas… Soy horrible como espectadora, como cualquier profesional. A veces somos muy buenos y a veces somos muy malos, vemos defectos muy pequeñitos y a veces también entendemos muchas cosas que otra gente no entiende. Somos unos espectadores… como todo en la vida tenemos lo bueno y lo malo en el mismo sitio. Como profesionales somos buenísimos espectadores porque entendemos más y por profesionales somos horribles porque vemos la pequeñita cosa que se ha cascado de la pintura (risas).
¿Cuál ha sido la última obra que ha visto?
Veo tantas… La última yo creo que ha sido «El rey» y me pareció un trabajo de actores y de dramaturgia excelente.