Ha dicho que quería volver al teatro y aquí está. ¿Feliz?
Muy feliz, muy agotado, pero muy feliz. Con muchísimos nervios.
“El alcalde de Zalamea”. ¿Le han tenido que insistir mucho?
No, nada (risas). Al contrario. Me enteré de que se iba a hacer y decidí que me la iba a leer otra vez. Cuando la leí… estuve tres días dando vueltas. Me da mucha vergüenza llamar para ofrecerme. Una vergüenza horrorosa sobre todo porque por las últimas experiencias que he tenido en televisión, me han hecho pruebas y no he pasado ninguna, me daba la sensación de que yo estaba pidiendo algo que no estaba a mi altura.
Esta vez fue un sí…
Llamé a Helena Pimenta y le dije que quería ser alcalde en las próximas elecciones (risas). Me dijo que sí inmediatamente. De repente te entra algo porque es una cosa gorda, pero me ha levantado la autoestima.
La crítica ensalza este drama como una obra maestra.
Siendo un cuentito, una historia pasional sobre una violación, Calderón hace una reflexión muy profunda sobre muchos ámbitos de la vida de todos los tiempos. Por ejemplo: cómo se utiliza la justicia y bajo qué premisas o justificaciones se puede utilizar o no la política para asuntos que no son estrictamente sociales; cómo es todavía la violencia de género, qué significa la invasión del poderoso en tu hogar, en tu hacienda, en tu dinero. Yo soy Hacienda y entro en tu economía cuando me da la gana y te reviento por mil cachos porque me da la gana y a otros no, pero a ti sí.
¿Quién es Pedro Crespo?
Es un hombre de una pieza, un hombre rígido y es víctima de ser eso. Es un hombre con grandes valores y es víctima de llevarlos hasta las últimas consecuencias; quiere a su familia, pero lleva la protección hasta las últimas consecuencias y ahoga. Es alguien que tiene un pajarito en la mano y lo aprieta para protegerlo.
¿Qué cualidades de Pedro Crespo sería necesario recuperar un poco hoy?
Hemos perdido una sociedad de valores. Hoy somos capaces de justificar lo mismo y lo contrario con un discurso magnífico y maravilloso. Es lo que llamamos la sociedad líquida o sociedad del espectáculo. Cualquier cosa vale y yo tengo una explicación muy clara para decirlo: nos han enseñado los políticos, pero yo creo que en el fondo todos somos así de perversos. Este tipo no, este tipo tiene las ideas muy claras y siempre se rige, tanto en público como en privado, con sus valores y son valores que tienen que ver con el otro, es decir, es un tipo que se construye en la otredad, pero hay un momento en que le violan a su hija y ahí todo cambia, pero hasta ahí es un tipo en el que a mí me gustaría que muchos se mirasen, con razones y sin ellas.
Tras una carrera brillante, ¿qué le diría a aquel joven que comenzaba?
Que no se metiese en este lío. Que hiciese otra cosa. Yo he vivido cosas muy hermosas y no las cambiaría por nada, pero el final de mi carrera está siendo difícil y no pensé que me iba a hacer tanto daño.
A partir de ahora, ¿qué le gustaría?
Tener una compañía amateur que tenga una estructura de escuela y escenario para hacer sus montajes. Eso sería mi sueño.