Escondida en un monasterio, Celestina rompe su voto de silencio. ¿Qué vamos a descubrir de ella?
De Celestina está todo contado. En realidad vamos a descubrir a un autor, Álvaro Tato, que a propósito de Celestina hace un juego con la alcahueta, la hechicera, la mujer que hace y deshace entuertos con hombres y mujeres. Vamos a ver cómo se lamenta, cómo recuerda con emoción su mocedad y luego, cuando llega a la vejez, tiene un par de parlamentos antológicos. • ¿De qué nos habla este monólogo? Nos habla de la vida, de la vejez, de la alegría de vivir.
Cuéntenos un poco más de su Celestina, ¿cómo es?
Es una mujer que hace un recorrido por su vida, recuerda la juventud, los amores, que se sentía perseguida. En esa época ser una mujer libre tenía un precio. Lo tiene hoy, así que imagína entonces.
Su mejor frase…
Hice de mi labor mi vida.
¿Qué es lo que más admira y lo que más detesta de ella?
Celestina me parece un personaje brillante, extraordinariamente vivo, vital y con un desarrollo dramático que es conmovedor. Yo me retrotraigo y pienso en el siglo XV y en qué dura debió ser la vida de esta mujer con la Inquisición al lado…
¿Tiene algo en común con ella?
Francamente no. No soy ni hechicera, ni me dedico a ver si los jóvenes ligan con las chicas jóvenes, ni soy alcahueta (risas).
¿Qué es lo más bonito del viaje?
Todo. Me emociona mucho, me moviliza, me gusta danzar por el texto. Hay algo que me gusta muchísimo: hago dos pasajes de Melibea y eso me divierte porque está tan enamorada de Calixto que no sabe ni lo que dice (risas). Es una preciosidad.
¿Por qué dijo sí a esta Celestina?
Pregúntame por qué no dije no (risas). El proyecto me parecía atractivo, muy bonito hacer este monólogo e inquietante y atractivo trabajar con un dramaturgo nuevo.
¿Qué nos diría de Ron Lalá?
Traer a los clásicos al mundo actual es muy atractivo. Forman un grupo de gente muy interesante que van a hacer muchas cosas y muy bonitas.
Tras una carrera como la suya, cuando se sube a las tablas con un nuevo personaje, ¿siente nervios?
Esos momentos son terribles, eso no tiene solución porque el examen está siempre presente. Los estrenos solo se hacen para que pasemos nervios (risas).
¿Qué le ha dado y qué le ha quitado a Charo López esta profesión?
Solo me ha dado. Muchísimo. También disgustos, pero, sobre todo, alegrías, premios, satisfacciones, buenas críticas, viajes a América. No me ha quitado nada.
¿Qué le diría la Charo López de hoy a la jovencita que luchaba por hacerse un hueco en esta profesión?
Estoy muy contenta de cómo he hecho las cosas, mi carrera tiene coherencia con lo que soy yo. Me ha ido muy bien en TV, en el teatro, en el cine. Le diría esto para que se tranquilizase, porque cuando era jovencita me preguntaba ‘¿a dónde voy yo?’. Pero sé que lo he hecho bien.
Y a una joven que está comenzando, ¿qué consejo le daría?
No podría decirle nada más que “si te gusta la profesión, lucha, pelea”. Hay un ejemplo entre las actrices jóvenes, Irene Escolar, que es una maravilla, que vean cómo se mueve ella en el oficio.