Claudio Tolcachir y Malena Gutiérrez – Los de ahí

Un páramo apenas alejado. Una ciudad extranjera. En el monte, una especie de taquilla inteligente organiza los pedidos. Los de ahí: Nuno, Munir, Dani y Eduardo esperan la señal. Recogen el paquete, se montan en la bicicleta y lo entregan. Y otra vez al punto de partida. Hasta nueva orden. Invisibles, tejen la vida, se organizan, se cuidan, desconfían. También está Mirja. Y Susan. Seres ignorados a los que Claudio Tolcachir les ha dado rostro y nombre llenando de vida un pequeño universo invisible del que forma parte el personaje de Malena Gutiérrez. Ellos despliegan torpemente sus historias mientras reparten envíos; nosotros hacemos lo propio con las nuestras mientras charlamos con dos pesos pesados de este oficio… En el Centro Dramático Nacional – Teatro María Guerrero desde el 17 de enero de 2025. Por VANESSA RAMIRO

“Tengo miedo, lo confieso”. ¿A qué le teme Claudio Tolcachir?

Claudio Tolcachir: La indiferencia social es, sin duda, el puente más poderoso que tiene la violencia para desplegarse. Que miremos para otro lado. Le indiferencia me asusta.

¿Sus miedos son también los de sus personajes? ¿O todo es ficción?

Claudio: Yo estoy en cada uno de mis personajes. Son partes de mi instancia vital. El amor, la paternidad, la vejez, la incertidumbre. Mis miedos toman forma poética en esas historias.

Confiesa Tolcachir que tiene miedo, que los años quizás le han vuelto más frágil. ¿También le pasa a Malena Gutiérrez? 

Malena Gutiérrez: Sí, a mí también. Sobre todo, cosas por las que antes pasabas un poco de puntillas… Hay más miedo a envejecer, a no trabajar, a que el cuerpo no te acompañe, a la pérdida de amigos que se van. Sí, me he vuelto más miedosa.

Dicen que la crueldad no es nueva, pero que la indiferencia parece un hallazgo de estos tiempos. ¿Nos hemos condenado a ser invisibles o hay luz al final del túnel?

Claudio: Es necesario tener esperanza. Aunque son tiempos oscuros. De retrocesos en el mundo. El teatro es un espacio de combate, donde se puede recuperar una escala humana y conciencia. Sin discursos podemos volver a vernos y sentirnos con empatía.

Malena: Yo espero que haya luz al final del túnel. Este tipo de funciones precisamente hacen hincapié en eso, en perder el anonimato para poner el foco en las personas. Me acuerdo, por ejemplo, de la foto de ese niño de un cayuco, Aylan; había millones de muertos diarios, pero de pronto es un niño concreto, no son números. Ha habido no sé cuántos muertos en la pandemia, no sé cuántos muertos en Gaza… todo tan genérico que cuando pones el foco en algo concreto se hace más visible y hay más empatía.

Algo de esto hay en “Los de ahí”: seres ignorados, ruido, indiferencia, vida. ¿De dónde nace la obra y adónde nos lleva?

Claudio: Para mí es como un plano general sobre un grupo de personas en principio anónimos y de a poco ir acercando la lente hasta conocer sus caras, sus ojos. Sus historias. Darse el tiempo de descubrir las humanidades que existen detrás de cada uno de ellos.

¿Y por qué repartidores en bicicleta para hablar de sentirnos extranjeros, invisibles y huérfanos?

Claudio: Me interesaba la juventud, el movimiento. La vitalidad frente a la dificultad. Y porque, sin duda, a las nuevas generaciones les toca luchar con esta deshumanización que nos invade.

¿Qué nos contaría usted, Malena, de “Los de ahí”, cuál es su lectura de la pieza que firma y dirige Claudio Tolcachir?

Malena: Es un poco esto que estábamos hablando. Son unos chicos, riders, que entregan paquetes, pero, como los de aquí o como los de otros lados, son los de ahí porque son gente que no está en su país, que trabaja muy en precario, para quienes el futuro es muy incierto, porque están ilegales, sin papeles o cobrando una miseria y, sobre todo, fuera de casa. Y ellos se hacen una pequeña familia. Cuando estás fuera y tan lejos de tu hogar y de tu gente, el que tienes al lado es tu nueva familia. Y hay una cosa muy bonita, que es que se cuidan entre ellos.

Claudio, ¿quiénes y cómo son los personajes que habitan este páramo?

Claudio: Cada uno de ellos va a ir desplegando sus historias, sus miedos y sus sueños entre entregas de paquetes, peleas, risas. Vamos descubriendo sus historias personales. Su capacidad de seguir adelante.

Malena –“Estoy vivo”, “Caronte”, “Cerdita”, “Perdiendo el Este”, “Es peligroso asomarse al exterior”, “Copenhague”, “Espía a una mujer que se mata”, “Tierra del fuego”, “La madre que me parió”…–, ¿quién es Susan?

Malena: Yo también me lo pregunto (risas). Es una mujer madura, también fuera de su país y que está buscando la vida. Está buscando no quedarse anclada y envejeciendo en un sitio, sino apegada a la vida y a lo que significa vivir. Y con gente joven que tiene tanta energía y tanta vitalidad. Se ha ido de casa con todas las consecuencias y no se resigna a no tener vida propia y pegarse a la energía y la vitalidad de los jóvenes.

Gente joven rodea a Susan y gente joven rodea a Malena sobre las tablas, Nourdin Batán, Fer Fraga, Nuria Herrero y Gerardo Otero. 

Malena: Son, a veces, caminos trillados y parece que siempre decimos lo mismo, que el equipo es maravilloso, pero es verdad. Este tipo de funciones, que son tan delicadas y tan humanas, necesitan actores que lo sean también, que tengan una sensibilidad extra y que escuchen. Porque no es una función en la que haya una trama intrínseca, es más las vidas de ellos juntos. Y Claudio ha hecho un elenco soñado, porque prima eso, la sensibilidad y la humanidad también de los actores.

Claudio: Estos personajes están escritos para ellos, fueron mi inspiración, mi motor. Generosamente se entregaron a un proyecto que aún no existía y me permitieron volver a escribir después de siete años. Los más jóvenes fueron alumnos de Timbre 4, por lo que el Proyecto de escuela y teatro también se fue potenciando. Son todos actores y actrices particulares, vivos, llenos de frescura y de historia. Y, al mismo tiempo, son compañeros de trabajo comprometidos, lanzados. Amorosos. No podría estar más agradecido y feliz con ellos y con todos los que se fueron sumando a este proyecto: arte, producción, asistencia. Todos se volcaron de una manera conmovedora a desarrollar esta historia.

¿Y cómo es la puesta en escena?

Claudio: Tiene mucha fuerza, mucha vitalidad. Cuerpos, bicicletas, energía. y sobre todo, como es una obra en la que no se dice es más valioso que lo que está escrito, hay mucha construcción de redes de pensamiento y comunicación entre sus cuerpos. La vida está entre aquellas cosas que se intuyen y no se dicen.

Tantas veces las obras de Claudio Tolcachir nos han hecho reír a la vez que nos sacudían. ¿Cabe el humor en una historia como esta?

Malena: Totalmente, os vais a reír. Él es un maestro para jugar, como en la vida, la tragicomedia en momentos dramáticos. Una vía de escape es la risa, estás quitando hierro a algo que, de lo contrario, te irías al fondo del mar. Son tablas de salvación. La risa para seguir sujetando la vida, los dramas, y esto lo hace muy, muy, muy bien. La tragedia y el humor en esta función van de la mano.

Claudio: ¡Mucho! Necesario. Porque la dignidad y el orgullo nos conmueve. La fuerza de sobrevivir. Estos personajes tienen muchos costados, contradicciones. Y el humor es una forma que tienen y tenemos de sobrevivir también.

Cuando uno escribe, ¿busca alguna respuesta? ¿Las halla? 

Claudio: Cuando escribo intento crear un mundo, un universo. Y habitarlo. Llenarlo de vida. Y en ese camino aparecen preguntas. Descubrimientos, desafíos. Al indagar se toma conciencia y se reflexiona sobre los sentidos que aparecen atravesados en la historia. Es un proceso muy profundo y bello. Más si es compartido.

¿Y cuando una actriz interpreta?

Malena: Yo creo que no busco, quizá te vas encontrando… Con los compañeros. Es una función muy coral, yo puedo flaquear, pero otro tira de mí. Es un poco también como en la vida, ¿no? Que nos vamos sujetando entre todos. No sé si es buscar y encontrar, pero sí sujetarnos con nuestras manos y con nuestros actos.

Hablábamos antes de indiferencia, de seres invisibles. ¿El teatro es un buen lugar para empezar a vernos, a reconocernos y a tenernos en cuenta?

Claudio: Creo que es su tarea. Remover, conmover, sacudir. Que al salir algo en nosotros se haya transformado. Sobre todo, romper prejuicios. Ofrecer otros puntos de vista. Sorprendernos. Creo que es un lugar en donde podemos encontrarnos cuerpo a cuerpo para enfrentar la anestesia.

Malena: Siempre, siempre ha sido su función, que salgas del teatro diferente a como has entrado y que te haga preguntas, que te haga ver cosas que no conocías o ni te habías planteado y que te haga también de espejo… Yo creo que el teatro, o un libro o un cuadro, te hace empatizar y abrir tu mente a mundos que a lo mejor no habías sospechado.

¿En qué más andan?

Claudio: Luego de “Los de ahí” estreno “Camino a la meca” con la gran Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olloa. Sigo de gira con “Anna Cappelli”, una producción que dirigí en Italia, y luego llegará a España “Mejor no decirlo”, una comedia que dirigí en Argentina con Imanol Arias y Mercedes Morán. Y siguen las clases en Timbre 4.

01Yo soy de las que no puede hacer otra cosa. Para mí el teatro es un compromiso muy grande y me absorbe veinticuatro horas. No lo entiendo de otra manera. Como cuando te rompes una pierna y solo ves gente escayolada, yo ahora solo veo riders por el mundo (risas).

Centro Dramático Nacional – Teatro María Guerrero – Nº Enero 2025

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