Cristina Marín-Miró – La alojería

“Mas como se divirtiesen en una aloxería…, encomendé a mis pies el peligro”, “La Dorotea”, Lope de Vega. La alojería era el nombre del puesto de comidas y bebidas situado dentro de los corrales de comedias del Siglo de Oro, un lugar donde se hacía y vendía aloja, una bebida de agua, miel y especias. Hoy “La alojería” es un proyecto pedagógico producido por la CNTC, tutorizado por Julián Fuentes-Reta y dirigido por Cristina Marín-Miró que busca reflexionar sobre el arte como refugio, como compañero y como herramienta de cambio. Del 8 al 12 de enero de 2025. Por V. R.

Gabinete Caligari cantaba aquello de “Bares, que lugares, tan gratos para conversar”. ¿En el Siglo de Oro habríamos cambiado la letra por “No hay como el calor del amor en la alojería”? 

Pues seguro. Además, aunque la aloja (la bebida que se bebía en las alojerías) era un refresco no alcohólico, se dice que se solía mezclar con vino a escondidas de la ley que prohibía el consumo de alcohol en los corrales. Así que sí, probablemente sería un ambiente muy parecido al de la canción.

Más allá de las bromas, la alojería era el puesto de comidas y bebidas que había en los corrales de comedias del Siglo de Oro. ¿Por qué rescatar su nombre para dárselo a este proyecto? 

La posibilidad de comer y beber durante un espectáculo es una de las principales diferencias de lo que era ir al teatro hace 400 años y lo que es ir hoy en día. De hecho, los teatros actuales más “serios” no disponen siquiera de una cafetería, entre ellos el propio teatro de la Comedia. Al darle este nombre a la pieza quería recuperar algo de ese carácter festivo y de reunión que tenía la experiencia teatral del siglo XVII.

Me gusta mucho la relación que establece entre la palabra alojería y el verbo alojar, porque de ahí parte un poco la esencia de esta propuesta, ¿no? El teatro como lugar que nos acoge. 

Exacto. La palabra “alojería” me parecía muy sugerente porque, aunque su significado rescata ese carácter festivo, fonéticamente tiene esta similitud con el verbo “alojar”, que me lleva a  percibir el espacio teatral como acogedor, seguro, donde poder sentir y reflexionar de manera colectiva.

Decíamos: el teatro como lugar que nos acoge. ¿Así lo siente Cristina Marín-Miró? ¿Qué es para usted el teatro?

Otra de las acepciones del verbo “alojar” es “colocar una cosa dentro de otra, especialmente en cavidad adecuada”. Para mí el teatro es quizás una suma de todas estas definiciones: un lugar donde nuestras ideas, nuestras angustias y nuestras preguntas pueden aparecer y desarrollarse en un sitio apropiado para ello, con infinitas posibilidades. Y donde esto puede suceder de manera lúdica y por y para una colectividad.

Hablamos de esto porque estrenan “La alojería”, un proyecto pedagógico creado por la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. ¿De dónde nace esta propuesta?

El proyecto nace de una propuesta que nos hizo Lluís Homar a la JCNTC: la creación del proyecto pedagógico de la temporada, dirigido a público joven, y con un equipo artístico también formado por jóvenes. Varios de los miembros de la JCNTC presentamos posibles proyectos y finalmente La Alojería fue el elegido.

Vamos con la pieza en sí, cuéntenos qué es “La alojería”, qué cuenta su historia y cómo son sus personajes.

La obra cuenta la historia de un grupo de amigos, de sus inquietudes y relaciones entre ellos. El tema de la amistad aparece con poca frecuencia en las obras del Siglo de Oro, pero cuando lo hace es muy hermoso. Además, me parecía coherente hablar de las luces y sombras de las relaciones de amistad desde un elenco que llevamos tres años de intenso trabajo y convivencia.

La obra propone un viaje por distintos lenguajes escénicos al modo de las representaciones teatrales de los corrales de comedias del siglo XVII. ¿Cómo suenan? ¿A qué autores vamos a escuchar?

Exacto, dentro del marco estructural de las comedias barrocas, la obra ofrece un abanico de lenguajes y maneras de relacionarnos con las historias y las palabras de los textos del  Siglo de Oro. Las dos obras que vertebran la dramaturgia son El Poder de la Amistad, de Agustín Moreto y La Traición en la Amistad, de María de Zayas. Sin embargo, hay textos de Lope, de Quevedo, Tirso… y de la JCNTC. La dramaturgia ha sido colectiva, un ejercicio titánico de todo el elenco de adaptación de textos y de escritura propia.

Y ya un poco más allá del propio montaje, ¿qué esconde entre líneas en “La alojería”? ¿Cuál es el propósito de este proyecto?

Creo que la pieza esconde varias preguntas y obsesiones que han salido de talleres de investigación con los materiales del Siglo de Oro y con el propio elenco: cuál es el sentido de seguir representando textos del Siglo de Oro, cómo la amistad ha ayudado y ayuda a crear comunidad y salvarnos como especie y cómo, de alguna manera, autores y autoras de hace cuatrocientos años nos pueden seguir acompañando a través del tiempo con sus obras.

Háblenos de su trabajo al frente de la dirección. ¿Qué ha hecho, qué vamos a ver?

Ha sido un proceso intenso porque es mi primera dirección en un proyecto de esta envergadura, sumado a que yo estoy como actriz en la pieza, y hemos combinado los ensayos de La Alojería con los de Don Gil de las Calzas Verdes, dirigido por Sarah Kane, que estrenamos en febrero en la sala principal. Sin embargo, poder trabajar con un elenco que se conoce tanto trabajando como mis compañeros de la JCNTC, sumado a un equipo artístico joven y de confianza, me ha hecho sentir muy sostenida durante el proceso. Ojalá sea eso lo que se vea, el resultado de una creación colectiva, joven y cohesionada.

El proyecto está tutorizado por Julián Fuentes-Reta. ¿Cómo está siendo el trabajo con él?

Julián ha sido otro de los puntos clave de este proceso. Su mentoría ha consistido en aportar una visión global, ofrecer herramientas para ajustar y materializar la propuesta de dirección, y también en mucho apoyo emocional y desde la experiencia. Me gustaría añadir que, como mujer joven y novel, es un placer trabajar con un director que a pesar de su carrera consolidada y de su rol de tutor, me ha tratado siempre de igual a igual, desde la humildad, el respeto y sin paternalismo.

Naciendo como un proyecto pedagógico, imagino que esperan llenar el patio de butacas de espectadores jóvenes. ¿Cómo le gustaría que llegasen y saliesen esos jóvenes del teatro?   

Confiamos en que el hecho de exponer a espectadores jóvenes ante un hecho artístico tiene un enorme efecto pedagógico por sí mismo. Más que con respuestas o aprendizajes nuevos, me gustaría que los espectadores adolescentes salieran con una nueva experiencia sensible, y que ese impacto emocional los impulse a volver al teatro.

Hablamos de jóvenes, pero podemos asistir todos, porque hay, además de funciones matinales, funciones de tarde. ¿Qué vida le espera a este proyecto?

Sí, el proyecto nació para espectadores adolescentes, pero luego pasó a formar parte de la programación de la temporada. La obra es consciente de eso y hay algunos aspectos que varían de las funciones matinales a las de la tarde, en un deseo de relacionarnos de manera directa con los dos tipos de público que van a venir a la función. No es lo mismo venir con tu clase un lunes por la mañana de manera obligatoria, que venir un sábado por la tarde por voluntad propia. El público era absolutamente soberano en los corrales, y también hay vestigios de esto en nuestra función. En cuanto a la vida de este proyecto, de momento estaremos en enero y en abril programados en el teatro de la Comedia.

Teatro de la Comedia – Nº Enero 2025

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