¿Cuándo fue la primera vez que se topó con Valle y con “Luces de bohemia”?
En el colegio, por iniciativa de un profesor. La enseñanza es el cimiento de nuestro camino en la cultura. Tuve esa suerte.
Resulta casi increíble que en cien años de historia “Luces de bohemia” no se haya hecho nunca en el Español.
Son cosas que pasan. Otros teatros tomaron la iniciativa, o tuvieron los medios adecuados antes. Lo importante es que se hizo y se hizo bien.
Y siempre hay quien la descubre por primera vez…
Es una obra con personajes increíbles de aquella sociedad, de aquella bohemia, con una enorme belleza literaria, y llena de emociones y peripecias en un ambiente madrileño de turbulencias políticas y sociales. ¡No te la pierdas!
Es la obra más importante de Valle. ¿Cuántas veces hay que leerla para sacarle todo el jugo y cuál es la mirada de Eduardo Vasco a esta obra?
Es una obra que nunca se lee lo suficiente. Cada época de tu vida te aporta algo distinto. Mi mirada es la de un devoto que trata de jugar, con toda la vitalidad posible, al juego teatral que propone Valle-Inclán.
¿Qué esconde entre líneas el periplo nocturno del poeta ciego Max Estrella y Latino de Hispalis por aquel Madrid?
Muchas cosas, como la muerte de los ideales ahogados entre la necesidad de sobrevivir y la de trascender. O la cantidad de tiempo que perdemos en este país en discutir sobre los grandes temas sin solucionarlos…
¿Cómo son los personajes de esta obra?
Valle-Inclán definía el contexto como un Madrid “absurdo, brillante y hambriento” en el que encontramos desde los seres más acomodados al sistema hasta los más apartados. Gente que supo encontrar su camino y recursos en un entorno social muy precario y otros que naufragaron mientras trataban de acabar el día.
¿Y si esta noche repitiésemos ese paseo?
Estamos muy lejos de los personajes en cuanto a la tipología, aunque seguimos encontrando la esencia de muchos de ellos tanto en las calles como en los medios. Y de aquel Madrid, como ocurre en tantas otras ciudades, se van perdiendo sus aspectos genuinos según las zonas más señeras se quedan sin vecinos.
¿Enseguida vio a Ginés García Millán y a Antonio Molero como Max Estrella y Latino? ¡Menudo elenco!
Sí, fue algo natural. Esas cosas ocurren cuando llevas mucho tiempo en el teatro y trabajas y convives tanto con gente excepcional. Conformar un elenco como este requiere un tipo de complicidad muy particular. Tengo mucha suerte de haber podido reunir a tanta gente maravillosa.
¿Cómo le gustaría que saliese el público?
Hemos intentado hacer un espectáculo vital, honesto y emocionante con la obra de Valle-Inclán, que trascienda y, a la vez, sea una experiencia que genere preguntas, que mueva al espectador.
Nuevo director del Teatro Español. Nos dijo que lo vivía como un regalo.
Un teatro es la gente que lo habita y en este teatro se respira amor por el oficio. Profesionalmente no se puede pedir más. El regalo es poder trabajar con ellos.
Ha configurado su primera temporada. ¿Era la temporada que soñaba?
Es la temporada que quería, pero siempre hay que dejar proyectos ilusionantes para la siguiente. Afortunadamente hay muchos y tenemos que ir buscando su momento y su lugar. Hacemos teatro para la ciudad y tratamos de que cada temporada sea un estímulo único y atractivo que responda al momento que vivimos.
Recomiéndenos algo, ¿qué no podemos perdernos esta temporada?
Yo me abonaría al salón de los balcones. Es un espacio a tres bandas en el que se van a poder ver propuestas atractivas, a partir de textos de referencia de los autores que estamos trabajando, realizadas por equipos que tienen muchas cosas que decir.
¿Cuáles son los objetivos a corto plazo?
Llevar a cabo esta temporada, escuchar a los espectadores y a los compañeros, reflexionar y tratar de mejorar.
Y a largo plazo, ¿qué espera de esta aventura?
Personalmente… soy del teatro y vivo el presente. Mi tiempo se mide en temporadas. Para mí no existe nada parecido al “largo plazo”.
Noviembre 2024 – Nº 254