“La del manojo de rosas” fue su primera zarzuela en España…
Sí, yo había debutado con “La Revoltosa” en el Gran Teatro García Lorca de La Habana. Era mi primera zarzuela y luego hice “La verbena de la Paloma” en el Parque Centenario, en Buenos Aires, en verano, al aire libre, 14.000 personas. Un sitio inmenso. Pero nunca había hecho zarzuela en España y José Antonio Campos, que era el sobreintendente del Teatro de la Zarzuela, me dijo “Tienes que hacer zarzuela” y le dije “La del manojo de rosas”, que la escribió el maestro Sorozábal para mi tío. Y así fue.
¿Usted la siente como la más importante de su trayectoria?
No examino mucho mi carrera ni me hago la lista de los hits. “La del manojo de rosas” fue y es importante en mi carrera, es un hito y significó mucho, pero sé que hice otras cosas que también tuvieron una repercusión grande.
¿Dónde encuentra el aliciente para hacerla una y otra vez en momentos y lugares diferentes sin cansarse?
Este montaje, está mal que yo lo diga, sigue estando muy fresco. Cuando empiezas a montarlo, tienes miedo de que quede anticuado, un poco obsoleto y no. En el momento en que empiezas a trabajar, te das cuenta de que tiene mucha gracia, de que da una energía positiva al público muy importante. A la vez que dentro del trasunto hay una historia interesante. Todas esas cosas te dan mucha energía y al cambiar los cantantes, te sientes muy contento de montárselo a otro barítono, a otra soprano. Es también muy creativo.
¿Emilio Sagi es feliz dirigiendo “La del manojo de rosas”?
Soy feliz cuando me subo a un escenario. Sigo enamorado de mi trabajo y soy muy feliz haciendo “La del manojo de rosas”, pero también sería muy feliz haciendo otra obra. El caso es estar en el escenario y en contacto con toda la gente maravillosa que vive alrededor de él.
Imaginemos a alguien que no conoce “La del manojo de rosas”. ¿Qué le contaría?
Le contaría que es muy divertida; que la música es estupenda; que le van a sonar todas las cosas, aunque no conozca la zarzuela de nada, porque seguro que su madre, su padre o su abuela cantaron eso en casa alguna vez; que la función tiene una estética muy visual y que lo va a pasar muy bien. Además, los repartos que tiene el Teatro de la Zarzuela siempre son maravillosos. Va a pasar un rato estupen-do y van a salir de muy buen humor.
¿Cuál era y es su propuesta?
En todos los montajes que hago siempre intento, desde mi punto de vista y con mi forma de ver los espectáculos, narrar lo que pasa. Y en “La del manojo de rosas” lo que intento es contar esa historia de esos dos personajes en esos años un poco convulsos, con una lucha de clases importante y que a la vez sea divertido. Porque lo que me parece horroroso en un montaje teatral o lírico, es que sea aburrido y pretencioso. Simplemente quiero contarlo y darle al público una hora o dos de entretenimiento, pero que les haga pensar también en todas las cosas que vieron y en el mensaje de la obra.
¿Cómo recibió el público de Roma o París esta producción?
La recibieron muy bien. En Roma se lo pasaron fenomenal. El público de Roma era más cercano, porque un italiano pilla más el lenguaje español, pero en París también fue un éxito tremendo. Se hicieron muchísimas funciones en el Odeón. Y era muy divertido. La gente se reía un poco más tarde, sobre todo con las gracias de Espasa, porque no lo pillaban a la primera y lo tenían que leer. Me hizo mucha gracia que en la traducción al francés el señor Espasa era Monsieur Larousse (risas).
Podemos exportar entonces este título.
No solo “La del manojo de rosas”. La zarzuela en el extranjero tiene un éxito tremendo. Yo hice “El gato montés” en Tokio; “Luisa Fernanda” en Washington y en Los Ángeles; fuimos con “La Chulapona” al Festival de Edimburgo y fue un éxito tremendo, igual que en París, en el Châtelet, con “La Generala”. La zarzuela es muy bien recibida. Lo que pasa es que los españoles nunca la envolvimos bien y nunca creímos en el potencial que tenía. Hay muchísimas zarzuelas mucho mejores que muchas operetas vienesas que están haciéndose en los teatros de ópera.
Yo espero que algún día en los teatros importantes de ópera, ya se hizo, yo hice “Luisa Fernanda” en la Escala de Milán, pero espero que se haga más y que eso pase.
Sí, por lo menos deberíamos intentarlo, no exportar más nuestra zarzuela.
Siempre se intentó y se debe de hacer, pero se debe de aumentar sus esfuerzos.
¿Cómo se siente Emilio Sagi entre las paredes de este teatro? ¿Está en casa?
¡Claro! Yo dirigí este teatro diez años casi. Entré a trabajar en el año 86 como segundo de José Antonio Campos y luego me nombraron director del teatro en el año 90 y me marché en el año 2000, en enero del 2000. Sí, me siento en casa totalmente. Aparte, adoro a toda la gente. Hay mucha gente nueva, mucha gente joven, hay mucha gente que está jubilada o que se murieron, desgraciadamente, pero me siento en casa y me siento muy feliz de trabajar en la Zarzuela.
¿En qué otros proyectos está trabajando Emilio Sagi? ¿Dónde vamos a poder disfrutar de su trabajo próximamente?
Ahora me voy a Turín, al Teatro Regio, para hacer “Las bodas de Fígaro” allí. Y luego en enero tengo que hacer otra zarzuela, “La corte de Faraón”, en la Zarzuela también; tengo que hacer otra vez “Las bodas de Fígaro”, tengo que hacer “Carmen” en Génova, tengo que hacer “Sound of Music, Sonrisas y lágrimas” en el Teatro Municipal de Santiago de Chile, “Carmen” en la Maestranza… Y hay otras cosas por ahí. Pero tengo siempre algunos días entre uno y otro para poder descansar, que uno ya tiene una edad y no hay que abusar.
Noviembre 2024 – Nº 254