Emma Ozores

 Divertida, jovial, entregada. Da gusto ver la ilusión en los ojos de una actriz cuando habla de un nuevo y emocionante proyecto. Es el caso de Emma, la misma que ha sabido trasladar un ADN de pura comedia a la profesión de toda una vida en los escenarios. Avalada por los más de 360.000 espectadores que ya disfrutaron de esta pieza a lo largo de los 5 años que se mantuvo en cartel, la madrileña recupera “¡El último que apague la luz!”, un delirante show que cuenta con la firma y la dirección del inolvidable Antonio Ozores y la novedad de Vicente Renovell en escena.
 
“¡El último que apague la luz!”… ¿cómo surge este sugerente título?

El título es como la obra: surrealista. Pero realmente viene de que, cuando existía el muro de Berlín y los alemanes pasaban de una Alemania a la otra, se decían entre ellos “¡el último que apague la luz!”. También en Argentina, cuando los inmi-grantes salían del país, se lo decían como una manera de tomar con humor las situaciones difíciles.


Esta función está hecha en cuerpo y alma para provocar la risa. ¿Cómo lo consigue?

La obra es un compendio de muchas situaciones divertidas muy diferentes. Una de las veces somos un matrimonio de 80 años en el que él descubre que ella le ha sido infiel en su juventud; en otro vemos las reacciones de unos padres primerizos con su hijo nada más llegar por primera vez a casa y el lío que se hacen con el bebé; también a dos personas que se atraen y la cantidad de cosas que se inventan para gustar al otro, a cual más rara (risas). En muchos momentos el público participa de todo esto y la imaginación del espectador va a un ritmo impensable. Tienen que imaginar un bombero, un niño de siete días de edad, un periódico, una pistola, un biberón, una metralleta, un chaleco anti balas…


¿Qué personajes interpreta?

Desde un travesti a una señora de 80 años, una madre primeriza, la novia de un gánster llamado Raviolis… ¡y muchos más!


¿Y su compañero en escena, Vicente Renovell?

Un señor del renacimiento muy cursi que dice una mentira tras otra, uno que quiere ligar con una chica y se inventa las cosas más raras para atraerla, un gánster muy peligroso, uno que se quiere separar de su mujer porque es encantadora, tanto que no hay quien la aguante…


Uno de los momentos más divertidos se produce cuando…

Invitamos al público a patear, como se hacía antiguamente, que consistía en golpear con los pies sobre el suelo en señal de protesta, cuando lo que veían en el escenario no era de su agrado. El actor recita un verso muy mal y todo el público, yo incluida, lo pateamos. ¡Es un momento muy divertido y tremendo, pues se arma un gran ruido! (risas). A partir de ahí, la gente se integra muchísimo y hacemos la obra juntos.


Su padre, el gran Antonio Ozores, firma la pieza. ¿En qué era irrepetible?

En su humor, genialidad e ingenio. Esta obra está llena de él.


¿Qué momento teatral de su carrera recuerda con especial cariño?

Cuando protagonicé “La dama boba”, por estar rodeada de tan buenos actores, el buen texto y la dirección de Antonio Guirau. También me gustó mucho hacer “La fierecilla domada”. Y ”Achipé, Achi-pé”, ¡una obra graciosísima!


La popularidad llegó de la mano del medio televisivo, en series inolvidables como “Farmacia de guardia“ o “La casa de los líos“. ¿Por qué trabajo se siente más reconocida en la calle?

La gente parece que sabe mi nombre y me conoce, pero no recuerda exactamente de dónde. Cada uno reacciona a un título según lo que ha visto. Y desde luego, si se me quedan mirando pensativos y me dicen ‘tú eres…’, yo sigo diciendo ‘soy la hija de Antonio Ozores’.


Un deseo para comenzar el 2016…

Que seamos felices todos, a ser posible. ¡Mucha salud y muchas risas para todos!

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