Enrevista a Vicky Peña por Solo yo escapé

 Estrenada en 2016 en el Royal Court de Londres, esta deliciosa pieza de la aclamada dramaturga Caryl Churchill presenta a cuatro amigas que rondan los 70 años con sus intimidades, miedos y anhelos, a un grupo de personajes increíbles que, a través de su resiliencia, hacen frente a un mundo que parece llegar a su fin. Acompañada en escena por Muntsa Alcañiz, Lurdes Barba e Inma Colomer, charlamos con la siempre inmensa Vicky Peña para descubrir las claves de este prometedor estreno en La Abadía. Por ANA VILLA
¿Qué situación presenta esta obra de Caryl Churchill y qué historia desarrolla?

Tres señoras mayores, vecinas, amigas desde hace muchos años, están en el jardín tomando té y charlando sobre acontecimientos de su vida cotidiana. A ellas se une una cuarta vecina que introduce una nueva narración sorprendente e inquietante sobre esa cotidianeidad.


¿Qué grandes temas pone esta función sobre la mesa?

La fuerza de la amistad. El vínculo de los recuerdos compartidos. Cómo somos capaces de vivir en medio del desorden vital. El desastre ecológico. El sentido del humor. Los miedos y debilidades no expresados…


¿Cómo es su personaje en la función?

No puedo contar mucho, pero Sally es una doctora –ya retirada– algo condescendiente con sus amigas, a las que aprecia pero frecuentemente contradice. Es muy pragmática. Tiene alguna familia, echa de menos el pasado y tiene una terrible fobia a los gatos.


¿Qué nos puede contar de sus compañeras en escena?

Muntsa Alcañiz es Lena, una mujer que trabajaba en alguna administración. Tiene problemas psicológicos y es muy amante de las aves y la fotografía. Lourdes Barba es Vi, peluquera retirada, muy amante de la tecnología y de las bromas. En su pasado hay un acontecimiento que la llevó ante la justicia. E Inma Colomer es la señora Jarret, la vecina visitante que participa con ellas de la conversación pero que súbitamente introduce en escena otra realidad.


Para usted, uno de los grandes momentazos de la función de produce cuando…

¡Toman el sol! (risas).


La función muestra a cuatro grandes actrices que se acercan o ya tienen 60 años cumplidos. En su caso, ¿qué encanto le está encontrando a esta década de ‘la sesentena’, qué cualidad/es ha adquirido que antes no tuviera?

Es un gozo que haya obras –como esta– en las que se pueda ver a personas de edad expresando con vividez sus experiencias, sus esperanzas, sus temores. La autora Caryl Churchill estrenó esta obra con los ochenta años bien cumplidos. Es una dramaturga inglesa sorprendente, innovadora, que trastoca y retuerce el lenguaje escénico. Creando una aparente confusión, pinta claramente unos paisajes interiores y exteriores muy perturbadores (perdón por el ripio).Por su parte, la directora Magda Puyo ha sido muy minuciosa y exigente al procurar hacer aflorar esta riqueza dramática en nuestra interpretación mediante la contraposición de los lenguajes escénicos del texto. Cabe decir que estudiarlo y decirlo en escena no siempre es fácil: estas cuatro mujeres se interrumpen y cambian de tema constantemente. Toda la obra rezuma experiencia, incertidumbre, responsabilidad. También yo me siento con estos atributos ante mí misma y ante las generaciones venideras.


En suma de todo, ¿por qué recomienda este estreno en Madrid a los amantes del buen teatro?

Porque es una obra sorprendente, de una autora necesaria, que despierta resonancias inesperadas y no deja indiferente. Cumple con muchos de los supuestos que a mí me parecen interesantes del teatro: abre nuevas ventanas al exterior, da qué pensar, atropella un poco nuestra zona de confort y sumerge al público en una realidad que, basculando entre el mundo de antes de ayer y el de pasado mañana, configura un hoy bastante perturbador.

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