Nueva producción de La Abadía, entremeses y Cervantes es un trío que no falla, ¿no?
Así es. Nuestro espectáculo se suma a la notable tradición del Teatro de La Abadía de llevar a escena los entremeses de Cervantes, tras las exitosas y emblemáticas producciones de “Entremeses” (que incluía “El viejo celoso”, “La cueva de Salamanca” y “El retablo de las maravillas”), dirigida por José Luis Gómez y Rosario Ruiz Rodgers en 1996, y que contó con sucesivas reposiciones, y “Dos nuevos entremeses, nunca representados” (“La guarda cuidadosa” y “El rufián viudo llamado Trampagos”), con dirección de Ernesto Arias, en 2016.
Habladores, charlatanes, timadores… Desde luego, esto antiguo no nos suena, ¿no? ¿Cervantes nunca pasa de moda?
La tradición del entremés tiene en Cervantes un punto cumbre. Él captó lo mejor de Lope de Rueda y supo transformar esa herencia en un lenguaje poderoso, una maquinaria inquebrantable donde se mezclan coloquialismo y estilización. De ahí nacen personajes palpitantes, ricos y particulares desde la palabra y las situaciones que desatan, a los cuales el autor observa generosamente, mostrándolos en su desaforada humanidad, permitiéndoles actuar sin juzgarlos éticamente. En un mundo como el actual, tan dado a los lugares comunes, a los juicios inmediatos y a la moralización extrema, Cervantes nos sorprende con la sinceridad, la frescura y la insolencia de sus personajes. Él no es solo el más actual de nuestros escritores, sino que es nuestro autor del futuro: disfrutándolo en escena, volvemos a percatarnos de tanta libertad perdida.
¿Qué tiene que decirnos un escritor de mediados del siglo XVI, principios del XVII, a los espectadores de este 2023?
Seduce la voluntad de Cervantes al hacernos reír con las burlas que traman sus personajes, con los dilemas que los afligen, y a la vez llevarnos a sentir empatía hacia ellos, a compadecerlos. Su humor parte de la transgresión carnavalesca, de la farsa, y entremezcla autoridad, sexo y dinero: un proyectil disparado hacia el búnker de solemnidad y corrección que han sido nuestras sociedades a lo largo del tiempo.
No puede obviarse el aporte lingüístico: la palabra cervantina, encarnada en el escenario, nos enriquece, nos abraza, nos deslumbra con las infinitas posibilidades del idioma español. Somos un equipo artístico hispanocubano, y nos entusiasma encontrar en Cervantes términos (como “lindo”) o estructuras sintácticas que en el castellano peninsular han caído en desuso, pero que en América siguen siendo muy comunes.
¿Por qué “El vizcaíno fingido” y “Los habladores”? ¿Qué tienen en común estos entremeses, de qué hablan?
Se trata de dos piezas de ámbito urbano: “El vizcaíno fingido” toma como punto de partida el timo que dos caballeros pretenden hacer a una dama, y en “Los habladores”, la incontinencia verbal recibirá su merecido. Precisamente a este entremés pertenece el verso octosílabo que da título a nuestro espectáculo: “Enmudecer con hablar”. Nos gusta la sensación de conflicto, de lucha de contrarios que la frase plantea: silencio y ruido, pausa y movimiento, acción y reacción, apariencia y realidad. Es la clave de ambos textos, que se articulan mediante fingimientos y burlas.
A diferencia de otros entremeses del canon de Cervantes, estos se pueden representar con cinco intérpretes, que aquí son Betiza Bismark, Antonio Dueñas, Georbis Martínez, Rey Montesinos y Yanet Sierra. Ello hace más viable el proyecto y nos invita a un curioso juego de roles, con el que perseguimos afinar la perspectiva sobre materiales que tienen cuatro siglos, sin cambiar una palabra al autor.
Cuéntenos qué vamos a ver, cómo se hilvana el espectáculo y quiénes y cómo son los personajes que lo habitan.
En el precioso escenario del Corral de Comedias de Alcalá, a solo unos metros de la casa natal de Cervantes, cobrarán vida los protagonistas de estos entremeses. Por una parte, el pícaro Solórzano propondrá a su amigo Quiñones que se haga pasar por vizcaíno adinerado, y juntos urdirán una trampa, “que no ha de ser con ofensa de Dios ni con daño de la burlada”, de la que será víctima Cristina, a quien acompaña su amiga Brígida, ambas prostitutas. Por otra parte, el viejo Sarmiento se topa con el empedernido hablador Roldán, y decide llevarlo a su casa, gobernada por su mujer, Beatriz, que es incapaz de callarse. Las dos breves piezas se hilvanan con fragmentos del prólogo que el propio Cervantes escribiera para sus “Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados”, en 1615.
Partiendo de que los personajes de Cervantes son arquetipos, e imaginando un modo de hacerlos de carne y hueso, nos hemos sumergido en la gran escuela actoral del Renacimiento y el Barroco: la Commedia dell’Arte italiana, que hasta hoy continúa iluminando nuestro oficio. Ha sido delicioso descubrir como Solórzano aparecerá fundido con la máscara de Scapino, Sarmiento con la de Pantalone, o Roldán con la del Dottore.
Contamos con Mariano Aguirre como entrenador de esta técnica, y nos damos un gran lujo: las siete máscaras de cuero que se utilizan en el espectáculo han sido especialmente diseñadas y confeccionadas para la ocasión por el prestigioso maestro italiano Antonio Fava.
¿Y la puesta en escena?
Tanto la música como la plástica del espectáculo parten de códigos y recursos de la época, tratados con bastante libertad. Antonio Dueñas, nuestro compositor, ha combinado piezas vocales donde predomina la polifonía contrapuntística imitativa propia del Renacimiento, con otras de carácter popular, más rítmicas. Toda la música es interpretada en directo, y acompañada por la mandolina. El vestuario y el espacio escénico han sido diseñados por Javier Chavarría, y las luces por Agustín Maza.
En el marco de una sociedad, como la de estos entremeses urbanos, organizada en torno al comercio y la justicia, predominarán la madera, los metales y los tejidos: proponemos una simbiosis entre los espacios, trajes y objetos reales, que se aprecian en la pintura de la época, y una elaboración más poética y simbólica.
Háganos un planazo para pasar un día en Alcalá en octubre, que vamos a rematar a última hora de la tarde yendo al Corral a ver “Enmudecer con hablar”. ¿Qué nos recomienda?
Única Ciudad Patrimonio de la Humanidad en toda la Comunidad de Madrid, Alcalá requiere de varios días para disfrutarla a plenitud. En una sola jornada intensiva, yo no me perdería los yacimientos arqueológicos de la romana Complutum, la Universidad Cisneriana (empezando por el Colegio Mayor de San Ildefonso), la Catedral Magistral (y su cripta), las antiguas murallas, el Convento de las Bernardas, la Capilla de las Santas Formas y el Palacio Laredo. Hay que merendar una costrada (dulce típico) en Salinas, subir a la Torre de Santa María, pasear por la calle Mayor, sentarse en la Plaza Cervantes y visitar su casa natal, y luego acercarse al Corral de Comedias, donde os espera, una hora antes del espectáculo, la excepcional visita guiada. Como broche de oro, cena en el Casino.