Entrevista a Alberto Conejero por El sueño de la vida

 “Los días de la nieve”, “Todas las noches de un día”, “Ushuaia”, “Cliff (acantilado)”, la bellísima “La piedra oscura”, el poemario “Si descubres un incendio”… No descubrimos nada nuevo si decimos que Alberto Conejero, una de las voces más interesantes de la dramaturgia española contemporánea, es hombre de teatro y hombre de versos. Cada obra suya, cada línea, cada personaje, lleva la poesía en su ADN. Quizás, no es exageración, como el propio Lorca…
 
¿Qué relación une a Alberto Conejero con Lorca?

La primera vez que me sucede el deseo de teatro, o al menos como lo recuerdo, es con la lectura de “Bodas de sangre”. En cierto modo le debo a García Lorca el reconocimiento de la vocación propia.


 

¿Cuál es su obra favorita de Lorca, aquella que no se cansaría de leer?

“Poeta en Nueva York”.


 

“Clavad puñales sobre los viejos ladrones del aceite y el pan. Que la lluvia moje los telares y despinte las bambalinas”. ¿Qué le dicen estos versos?

Me dicen muchas cosas porque son precisamente eso, versos que se abren a múltiples sentidos. Pero gravitan sobre la necesidad de un teatro honesto.


 

Desde muy joven sintió el impulso de imaginar un final posible para “Comedia sin título”, ¿por qué?

Porque plantea la pregunta que necesito compartir en la asamblea poética que es el teatro: en estos momentos críticos del mundo, ¿es el teatro la espada o el escudo de Perseo? ¿Cómo puede ayudar con la Medusa de tanta injusticia?


 

¿A qué Lorca nos encontramos en “Comedia sin título”?

Al Lorca que mira cara a cara a la verdad hermosa y terrible del mundo, una verdad política.


Seguro que mucha gente le ha tachado de pretencioso por querer finalizar la obra de Lorca, pero nada más lejos, ¿no? Usted habla de entablar un diálogo… ¿Qué es “El sueño de la vida”?

“El sueño de la vida” no pretende ser el final de “La comedia sin título”, como “Las Meninas” de Picasso no pretenden enmen-dar las de Velázquez. Bebe de Lorca, obviamente, está imantada en su escritura, pero no es impostación, sino intimidad, es un gesto de devoción y no de usurpación.


¿Qué supone para usted que alguien como Lluís Pasqual dirija su texto? ¿Qué montaje han ideado?

Es la segunda vez que trabajamos juntos tras “Medea”. Es un hombre que se desvive y vive por el teatro. Un maestro. Trabajamos durante meses sobre la versión del texto publicada por Cátedra. Ahora el montaje le pertenece a él y a sus actores.


Además, elenco de lujo con un viejo conocido, Nacho Sánchez, con el recuerdo de “La piedra oscura”. ¿Cómo lo ha visto crecer?

Nacho era ya un actor espléndido cuando llegó a “La piedra oscura”. Creo que su talento está ahí desde hace muchos años y que vamos a tener la suerte de disfrutarlo en todo lo que emprenda.


¿Qué tiene Lorca para atrapar de este modo y de qué privó al mundo y a la literatura la persona, la orden que hizo apretar un gatillo y asesinarlo?

Como él dice en una carta hay “miles de Federicos que no han nacido todavía”, en la vida que le dejaron vivir fue infinito. Da pánico que algunos jóvenes defiendan las ideas de aquellos que lo asesinaron.


Un personaje dice en “Comedia sin título” que la única ley del teatro es el juicio del espectador. ¿Está de acuerdo?

Creo que todo teatro dispone un encuentro con los espectadores. Un encuentro que es asamblea y emboscada poética. No estoy del todo de acuerdo, pero entiendo que todo se despliega hacia ese encuentro, toda mirada busca algo.


¿En qué más anda ahora mismo Alberto Conejero?  

He empezado los ensayos de “La geometría del trigo” para el Centro Dramático Nacional y estoy escribiendo poemas.

 

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