Entrevista a Alberto San Juan y Andrés Lima por Asesinato y adolescencia

El equipo que produjo “Prostitución” en el Teatro Español y Naves del Español en Matadero acomete este nuevo proyecto bajo la dirección de Andrés Lima, que se adentra en el misterioso y turbulento universo de la adolescencia. Lo hace a través de un proceso de investigación que culmina en este thriller contemporáneo que firma Alberto San Juan y protagonizan Jesús Barranco y Lucía Juárez. Combativos, valientes, comprometidos, con voz propia y ningún reparo en alzarla, este colosal tándem nos enfrenta a la historia de Luis y Lucía, dos soledades empujadas al filo del abismo por una suma de violencias propias y ajenas… Por VANESSA RAMIRO Foto Andrés Lima VALENTÍN ÁLVAREZ – Foto Alberto San Juan MANOLO FINISH
 
¿Cómo eran –o cómo se recuerdan– los Andrés y Alberto adolescentes?

Alberto: Oculto. Percibía la vida como una competición en la que me sentía incapaz de participar. Una pena, perdí mucho tiempo maravilloso pasándolo mal en vez de dedicarme a buscar el placer. 

Andrés: Me recuerdo muy vergonzoso y muy angustiado por el hecho de qué iba a suceder, de qué iba a ser de mí. Sobre todo, lo recuerdo en el amor, diciendo “Tengo que tener una relación ya, antes de cumplir los 17, porque si no, me muero”. Mi primera experiencia sexual y amorosa la esperaba con mucha intensidad.

Por otro lado, era una época bonita, España estaba cambiando a tope. Yo soy del 61 y en el 75 con la muerte de Franco tenía 14 años y ya había mucha definición política y eso era apasionante. Éramos una especie de gente como mayor en opiniones y principios (risas), pero que, en el fondo, tampoco sabíamos muy bien qué querían decir. Eso es maravilloso.


Aún a riesgo de no hacerse ningún caso, ¿qué les dirían hoy a sus yo de entonces?

Andrés: Algo que me sigo diciendo: “No tengas miedo a hacer determinadas cosas”.

Alberto: Déjate de rollos. Júntate con los demás. Cambia la vergüenza por la risa. No pretendas hacer nada bien. Acepta la torpeza como camino maravilloso para ir haciendo. Entiende que toda competición es siempre una estafa. Entiende que eres maravilla porque existes.


¿Por qué fijar su mirada en la adolescencia esta vez? ¡Menuda etapa!

Alberto: El proyecto nace de una idea y una voluntad de Andrés Lima. Yo solo soy quien, muy agradecido, acepta el encargo de escribir lo que él me pide. Quizá en este proyecto tiene que ver que Andrés tiene una hija adolescente.

Andrés: Es una etapa clave. Cuando eres adolescente ya estás completamente formado y sales al mundo de alguna manera. Y, además, pienso que nos conservamos adolescentes hasta mucho más tarde de lo que creemos (risas). Estamos pasando de la adolescencia hace apenas unos años, en muchos aspectos crees que sabes más de lo que realmente sabes y eso forma parte de la adolescencia y se mantiene hasta los cincuenta y muchos, por lo menos en los hombres, con una especie de poder que se nos otorga que, en realidad, es ilusorio. Me interesa la adolescencia porque es una de las grandes crisis, donde podemos aprender más o destrozarnos más también.  


Adolescencia y violencia. Es más, adolescencia y asesinato. ¿Tan íntima es la relación? 

Alberto: Nuevamente es idea de Andrés. En mi opinión, lo más violento de la adolescencia no es salir de la infancia, sino hacerlo en una sociedad terrible construida sobre la ley del más fuerte.

Andrés: A la hora de teatralizarlo creo que el asesinato como máxima expresión de la violencia hacia la adolescencia y desde la adolescencia era algo interesante. Sobre todo, porque atiendes mucho a impulsos en las noticias, en la prensa, en los debates: la adolescencia se está volviendo muy violenta, hay mucha inseguridad y hemos comprobado que eso no es cierto, que rápidamente se le otorga a la adolescencia un papel o una radicalización que no representa un volumen de violencia en la sociedad, dicho por los expertos, en absoluto relevante. Pero está ahí, los adultos estamos generando hacia los adolescentes una cultura violenta que ellos recogen. 


Han realizado un proceso de investigación en el que han dado voz a los protagonistas. ¿Cómo son los adolescentes que se han encontrado? 

Alberto: Los adolescentes que han participado en el proceso son muchos y muy diversos, es decir, maravillosos, únicos, divinos. Fundamentales han sido Valentina, la hija de Andrés –y sobrina mía– y parte de su círculo íntimo. Además, familia de amistades, conocidos (as, es) de conocidos (as, es). Se han buscado personas con circunstancias vitales diferentes.

Andrés: Voluntariamente hemos cubierto una franja muy normal de adolescencia, incluso cercana, yo he tirado de la confianza de mi hija, de mi sobrina, de su entorno escolar y ha sido muy interesante. Porque digamos en una franja de diez, quince, veinte, casi treinta adolescentes con los que hemos hablado y entrevistado más en profundidad hay un mundo muy similar, incluso en los más radicalizados.

También hemos hablado con gente que ha venido de emigrante o que han tenido problemas y con gente que ha tratado con adolescentes con problemas, con bandas latinas, con gente magrebí, pero te diré que los problemas de los autóctonos españoles no son tan diferentes en lo que se refiere a adolescencia. En lo que se refiere a emigración, tienen los problemas lógicos de una sociedad injusta con la emigración, en donde estás en una situación de desventaja en cuanto que cruzas una frontera. Pero ha sido muy interesante. 


¿Qué violencias les preocupan a los adolescentes?

Andrés: Y te diría que la violencia, menos en los casos más radicales, que más preocupa a los adolescentes es la que ejercen contra ellos mismos, dentro de su grupo o ellos mismos contra ellos mismos. Esa especie de desesperación que se puede transformar en violencia, en autolesión, en lesión dentro de un grupo o en abuso de chicos hacia chicas o en pandillas de chicas que se dan a la violencia con compañeras en el colegio. Esa violencia latente que forma parte de una manera de estar en la sociedad es yo creo que la que más les preocupa.

A las chicas jóvenes les preocupa muchísimo el que siga existiendo por ejemplo una violencia masculina hacia ellas que además en muchos casos es bastante más frecuente de lo que creemos. Cómo la violencia de género se da desde los 15 años en determinados sitios. Y después sí que hemos tenido casos más radicales entrevistando a psicopedagogas o a abogadas, hemos trabajado con muchas mujeres, hay muchas mujeres que trabajan con los jóvenes, con los adolescentes y en ese caso eran casos más radicales, crímenes por asesinato o de bandas latinas.

He de decirte que era muy interesante si todo ejemplo extremo habla también de lo común, pero insisto en que ellas nos comentaban que el porcentaje de gente de jóvenes afectados o incluso de impacto en la sociedad por tanto las bandas como los criminales esporádicos no es tan grande y hay un uso de la prensa interesado en que sea un hecho espectacular y no mirar hacia otros sitios o de donde nace esa violencia que en la mayoría de los casos es de estrato social, de problemas de desigualdad, sea por el color de tu piel o por el dinero de tu familia. 

Alberto: Que todo se compre y se venda –y tan caro–, que puedan recibir agresiones por ser quienes son y no ocultarlo, que la presión sea tan grande que no lleguen a saber quiénes son y qué desean, que su futuro pueda quedar arrasado por sus mayores…


¿Tenemos, como adultos, una deuda con nuestros adolescentes y, por ende, con los adolescentes que fuimos? 

Andrés: Tenemos una deuda con nosotros mismos. Una parte de vivir es vivir en sociedad y es construir el mundo en el que queremos vivir, tanto en nuestra relación política como social como humana o emocional y en esta obra intentan estar todos estos aspectos. Nosotros todos hemos sido adolescentes, nuestros hijos son adolescentes y nuestros nietos lo serán.  

Alberto: Claro. El hogar –la calle, el campo, el mar, el cielo– debería quedar bien dispuesto por quienes lo han habitado para que acoja hospitalariamente a quienes lo van a seguir habitando.


Y con todo este bagaje, ¿qué es “Asesinato y violencia”? 

Andrés: Es la historia de una chica adolescente, situada, no explícitamente, en un barrio del sur de Madrid, que es Carabanchel, en homenaje a mi barrio y en donde se da el caldo de cultivo de muchas de las cosas que suceden en la función. Es la relación con el mundo de esa chica, de esa niña, la relación familiar, con sus compañeros, con la calle sobre todo y con su propia angustia de vivir. Ella es Lucía. Y, por otro lado, está Luis, un hombre, un adulto, pero podríamos considerar que no ha resuelto su relación emocional con la adolescencia y que es sospechoso de ser un criminal, un asesino de adolescentes. En este encuentro extraño y desesperado de estos dos seres marginales es donde surge la función.

Alberto: Es un encuentro de dos soledades en el filo de la navaja, en una encrucijada vital en el que su propia existencia está en juego. Ella es una adolescente muy vivida y él, un maduro muy poco vivido. Dos seres con la mano tendida en el vacío en el trance de encontrar otra a la que agarrarse o, bien, hundirse. Dos seres que no sabemos si se ayudarán o se destruirán mutuamente. 


Háblennos un poco más de estos personajes a los que dan vida Jesús Barranco y Lucía Juárez.   

Alberto: Ella es una chica de 16 años, hija adoptada de una familia con dinero, que busca en la calle otra familia que pueda sentir como propia. Él es un empleado de seguridad de un centro de menores que participa en un sistema de maltrato en calidad de máquina no pensante y busca en esos mismos menores algo que pueda sentir como una verdadera familia. 

Andrés: Son dos personajes muy oscuros, por un lado, muy desesperados y muy violentos, pero dos personajes que podríamos considerar que son dignos de ser amados, es decir, les ha condicionado tanto o su propia cabeza o su entorno social que más que vivir huyen. Queremos intentar comprenderlos sencillamente. 


¿Y la puesta en escena, Andrés? 

Andrés: La puesta en escena depende del proceso de creación con Alberto, es decir, en el proceso de investigación que hacemos, en las entrevistas con los adolescentes, en las entrevistas con la gente que trabaja con los adolescentes, en las visitas a los centros, tanto a los centros psiquiátricos como el momento de visita a una cárcel o como la visita de la abogada de uno de los asesinos adolescentes que ha habido en la historia reciente de este país o como la entrevista con Gero, un hombre que trabaja para sacar a chavales de barrio relacionados con la violencia y meterlos en el deporte o como la visita con María, que es una ex Latin King, una mujer maravillosa, o con Patuca, que es una abogada de adolescentes desfavorecidos, en muchos casos de menas, es lo que conformará la puesta en escena a su vez.

Una vez que se hacen los talleres al mismo tiempo que se investiga siempre intento en una segunda parte de la sesión improvisar sobre lo que hay de teatro en lo que hemos estado investigando y entonces en este caso todos los elementos, mucho más que en otros montajes, casi forman son piezas de una misma estructura dramatúrgica, es decir, el texto tiene un gran valor, pero todo lo que hemos rodado con el coro de adolescentes, es decir, la parte de videocreación  tiene un valor dramatúrgico casi igual de importnate en la narración.

La propia escenografía es un ser vivo, un muro que se mueve, la iluminación y la música van a formar parte también. Es decir, digamos que otras veces mi dirección o mi puesta en escena giraba en torno a lo que se planteaba textualmente y se completaba y en este caso es tan importante cada uno de los elementos como cualquiera de los demás y la actuación es tan importnate como la proyección, la iluminación o la música o como la propia escenografía, ya es un personaje amenazante también dentro de esta historia.  


¿Qué pasa con nuestros jóvenes? ¿Qué factores provocan la violencia juvenil? ¿Ha aumentado con la pandemia? ¿Han encontrado respuestas? 

Andrés: Pasa de todo, pero te diría que la mirada sobre nuestros adolescentes no les hace un problema especial dentro de cualquiera de las demás edades, no creo que un adolescente sea más problemático que un adulto, que una anciana o que un bebé, es decir, es una de las crisis del ser humano en su crecimiento y como tal es digna de ser observada. No se lo ponemos fácil, ni desde el punto de vista de la educación, no se lo ponemos fácil en una sociedad que estamos organizando muy desigual y de muy difícil acceso a la felicidad y al trabajo. Pero eso es para todos. La mirada sobre la adolescencia habla sobre el todo también.

Sinceramente no sé si ha aumentado desde la pandemia. La investigación pretendía ser más desde un punto de vista de que el punto de vista humano o emocional estuviera matizado por los datos que nos han dado los colaboradores, pero no pretendíamos hacer ningún censo de violencia ni ninguna línea progresiva de cómo es ni cuáles son sus razones. Afrontamos desde un punto de vista más emocional y filosófico en algunos casos, no se trata de estadísticas sobre la adolescencia ni enmarcada, podríamos hablar ahora, o hace unos años o dentro de unos años. Si es actual la función es porque las entrevistas han sido el año pasado y las vamos a representar en directo, el teatro siempre es presente.  

Alberto: Qué pasa con la especie humana, diría yo. Los jóvenes, con los viejos y los niños, estamos todas y todos embarcados en un viaje suicida. La sociedad humana es un crimen, una vileza gigantesca, y la aventura de no envilecerse, y disfrutar el intento, es quizá el único empeño con sentido, pero a veces resulta muy difícil.


¡Menuda etapa!, decíamos al principio. No es fácil el paso de la infancia a la vida adulta. ¿Alberto San Juan y Andrés Lima son optimistas con nuestros adolescentes?  

Andrés: El futuro de la adolescencia lo veo en la juventud, en la madurez y en la vejez (risas), en el paso de la adolescencia por el ciclo de la vida, es algo tan momentáneo y tan hermoso que lo que me gustaría es poder, no lo sé, a mí me gustaría haberla vivido sin ningún tipo de angustia y espero que toda esa alegría que se tiene cuando eres adolescente, esas ganas de bailar, de hacer fiesta, creo que es algo tan valioso que merece la pena animarlo. Nada más.

Espero que la obra va a ser muy interesante. Para mí es una de las investigaciones y de las puestas en escena en donde pone más en jaque el cómo contar esta historia, esto que te decía antes de conjugar los diferentes elementos de la teatralidad dentro de algo que es muy real, porque es verdad que la función entre los testimonios de muchos de los jóvenes que están presentes casi como coro juvenil en la función, se confunde la realidad y la ficción y eso es algo que me resulta muy interesante. Y te diré que como inspiración hemos tenido una película de Fritz Lang, de la época del expresionismo, que empieza a ser ya una película muy realista El vampiro de Dusseldorf, sobre el caso de un asesino en serie de niñas y eso nos ha inspirado mucho, el análisis que hace el director nos ha inspirado mucho en poder conservar una historia que es un thriller que estás temiendo por la vida de los protagonistas, por qué va a pasar y al mismo tiempo hacer una reflexión social y vital sobre el mundo y la ciudad en la que vivimos. Ese es nuestro punto de partida y lo haremos a nuestra manera.

Alberto: Optimista por convicción, siempre: mientras quede un último aliento, siempre se podrá emplear en sonreír. 

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