¿Qué historia cuenta “La casa -Intrahistoria de una mudanza”?
Cuenta la historia de Julia, una cabeza de familia que ha tomado la decisión de abandonar la que ha sido su casa en los últimos quince años, la que ha visto crecer a sus hijos, morir a su padre y partir a su marido cuando se quedó sola. Durante sus últimas horas en la vivienda, ella y toda su familia deberán enfrentarse al recuerdo, a la nostalgia y a la valentía que requieren los cambios. Todo ello poblado de los múltiples conflictos entre un hijo adolescente, una madre senil, una hija que se marcha lejos, un marido ausente y una nueva pareja más joven que busca su sitio en la unidad familiar.
¿Qué propósito tiene este proyecto que usted lidera?
Pretendemos crear un reflejo de las familias contemporáneas donde el espectador pueda verse identificado y eso le permita emocionarse y disfrutar.
¿Qué temas y sentimientos surgen en esta obra?
Las despedidas, sin duda, es el tema principal, el adiós. La ilusión y la duda están muy presentes. El abismo que se genera antes de dar un gran salto. El sentimiento de abandono que tienen muchas hijas o mujeres, la culpa por las decisiones del pasado, las relaciones intrafamiliares…
¿Cómo es esa mirada a la familia tradicional española desde los ojos de la Generación Z que usted expone?
Mi generación acarrea con una carga muy concreta: conciliarse con dos partes que no han sabido estar juntas, nuestros padres. Somos hijos de amores fracasados y hemos tenido que aprender a crecer en familias rotas y a aceptar los cambios y la inestabilidad. Ello nos hace muchas veces tomar bandos y es cuando creemos que podemos entender la complejidad del amor, de las relaciones y de las personas que nos criaron con mucho esfuerzo, intentando hacernos felices. Dentro de la ternura, el calor y la alegría que aportan las familias, existen muchas grietas. Y es esto lo que queremos revisar, la imperfección, las nuevas formas de reconstruirse. Y rendirle homenaje.
¿Quiénes y cómo son los personajes clave de la obra, qué conflictos enfrentan?
Hay una madre fuerte y decidida a reconstruir su vida en un lugar nuevo, dejando atrás un pasado lleno de alegrías y nostalgias. Una abuela dura, dicharachera y metomentodo que no quiere despedirse de su marido. Una hija que se va lejos sin despedirse de su padre y un hijo adolescente que no soporta a la nueva pareja de su madre, quien no deja de ser un extranjero en el ecosistema familiar. Además, está plagado de otras presencias que también tomarán partido: un árbol, un perro, un gato, la propia casa…
Para usted, uno de los momentos más emocionantes de la pieza se produce…
Cuando la casa cobra vida para despedirse de Julia, cuando el perro y el gato se apoderan de la escena o cuando entierran al abuelo de una manera muy particular.
¿Y uno francamente jocoso?
La incapacidad del hijo pequeño para expresar sus emociones siempre se lleva muchas carcajadas.
Esa frase del texto que, para usted, está llena de verdad:
Escogería dos. La primera es cómica, cuando la abuela le dice a la madre en una discusión: “Hija, que igual que te saqué te vuelvo a meter pa’ dentro”. La segunda tiene que ver con el tema: “Dejar morir para seguir viviendo”. Hace referencia al conflicto de todos los personajes.
¿Qué hace irresistible a esta propuesta?
Que es tan madura como joven desde la dramaturgia, pasando por la dirección, el elenco y terminando por la escenografía. Es enternecedora, chispeante y divertida, y refleja una perspectiva poco explorada anteriormente. No es fácil salir indiferente del teatro.