¿Cómo presenta “El verdugo”?
Como un homenaje que hago al gran maestro Berlanga y a su emblemática película “El Verdugo” por su 60º aniversario. Es una tragicomedia repleta de humor negro, negrísimo, un feroz alegato contra la pena de muerte, sus oscuros mecanismos de acción y la desalentadora forma de vida de millones de hombres y mujeres de nuestro país en los años sesenta: personas sometidas por un gobierno castrador, con un futuro incierto, sin posibilidades. Inspirado en la película de Berlanga, he cuidado muchísimo la adaptación del guion de Rafael Azcona al teatro de marionetas convirtiéndolo en un genuino espectáculo de El Espejo Negro. Ha sido indispensable una adaptación al teatro de marionetas, que es una mezcla a priori imposible, pero una vez que está realizada la adaptación, la puesta en escena, las luces y todo lo que conllevan los números musicales y las proyecciones, el resultado es súper visual con una carga emocional y crítica muy potente, con unos textos muy enriquecedores. Es la primera vez que se adapta el filme al teatro de marionetas en una relectura de la película que no pierde vigencia en absoluto y aporta a este gran clásico del cine de Berlanga a través del mundo del títere una nueva vida sobre el escenario.
¿Cuál es la historia que desarrolla?
José Luis, un joven apocado, empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en intimidad amatoria, las circunstancias los obligan a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis, junto a su hija Carmen, para que solicite la plaza de verdugo que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho a una vivienda y a un segundo trabajo por el que cobraría por no hacer nada.
¿Qué sucede entonces…?
José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro y su mujer con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer tan macabro oficio. Hipoteca su vida por tener un pisito, una vespa y un colchón nuevo. Lo que no sabe José Luis es que, al final, tendrá que enfrentarse a la muerte cara a cara en Mallorca…
Para usted, uno de los momentos más berlanguianos de la pieza se produce…
En la boda; donde queda super patente las clases sociales y cómo la iglesia está totalmente del lado del rico y la hipocresía. Y cuando se encuentran en el patio de la cárcel el reo con el verdugo, que les arrastran al mismo tiempo. Hay un momento en que cruzan sus miradas, por unos segundos te sientes reo y verdugo, hay algo mágico en esa escena, en ese patio tan frío y estéril.
¿En qué grandes temas y sentimientos profundiza la pieza?
En la pena de muerte y la crueldad del garrote vil. Y en el retrato de una España donde la justicia solo existe para los ricos y la injusticia, en todos los sentidos, para el pueblo llano y sin recursos. Nos muestra a una España atemorizada, pobre, triste y gris, donde las personas de a pie tenían muy poco que decir y se limitaban a llevar unas vidas repletas de carencias afectivas, materiales y sin sueños que alcanzar, convirtiéndolos en ciudadanos de tercera categoría sin derechos, donde, si no tenías un buen enchufe o un padrino, no conseguías nada de nada. La obra es una gran crítica a aquella España profunda repleta de desigualdades donde las mujeres tenían que estar en casa calladitas, limpiando, con los niños y haciendo de comer a sus maridos como si fuera un Dios. Y ellos tenían que buscarse las habichuelas como fuera. Y no se les permitía ser débiles, ni llorar, ni tener sentimientos que perjudicaran su hombría. “El Verdugo” nos muestra a esa España de la risa triste, de las injusticias sociales, de la verbena y de la desesperanza.