Regresa a la Zarzuela, donde debutó en 2018 con “La casa de Bernarda Alba”.
En este trabajo, donde pasas tantas horas, hablas de cosas privadas y pasas por muchos estados, desde la ansiedad hasta la euforia, se crean relaciones muy especiales. Yo al Teatro de la Zarzuela lo considero mi casa aquí en Madrid. “La casa de Bernarda Alba” fue mi primer gran proyecto. Fue una maravilla, el libreto era espectacular, trabajar con el maestro Miquel Ortega fue un sueño, el reparto era perfecto… Fue un proyecto precioso, que nos dio muy buen resultado y al que le agradezco muchísimo.
Después de un año tan complicado y de esta temporada tan inusual, nada mejor que terminarla riendo, ¿no?
Sí, desde luego. Eso lo decimos todo el rato (risas). Esta obra es tan divertida… ¡Yo todavía no me puedo creer que sea de 1891, Aza y Carrión eran unos genios! Hay cosas que podrían estar escritas esta mañana o mañana por la tarde. La política, el tema de la dimisión, la corrupción… y luego ya temas más normales, como el amor. Es increíblemente moderna, pero no solo los temas, sino también el vocabulario.
No hay más que leer las críticas del estreno. ¿Tan buena es esta zarzuela?
Tan buena es. Yo no la conocía y cuando me la ofreció Daniel Bianco me fui a casa corriendo, la escuché y le llamé y le dije: “Absolutamente sí” (risas). Fue un flechazo y yo sola en este año tan duro que hemos pasado, yo he tenido covid dos veces, leía el libreto en casa y me tronchaba de la risa. ¡Qué ideas, qué ritmo, qué imaginación, qué maravilla!
Cuéntenos algo de “El rey que rabió”…
Espero hacerle justicia. Nos lo hemos llevado como sugieren los autores a un mundo irreal y en un tiempo que podría ser hace cien años o dentro de cien o podría ser hoy, con un vestuario y una escenografía surrealistas y unos personajes que, aunque estén escritos hace casi 150 años, le van a resonar a todo el mundo. Por ejemplo, el rey no tiene nombre, el general, tampoco, el gobernador, el intendente y el almirante… Está concebida ya para que tú puedas poner desde tu concepción y desde tu vista política a quien quieras.
El espectador también es protagonista…
El trabajo ha sido intentar no limitar la libertad del espectador. Que vaya y no solo disfrute, sino que pueda empatizar, que pueda reconocer cosas… Creo que es lo más interesante del teatro, salir con algo que te haya llegado y que puedas conectar con lo que está pasando. Hemos intentado contar la historia de una manera que no etiquete, que no esté encerrada ni a izquierdas ni a derechas ni a centro, sino en un mundo donde cada uno pueda reconocer colores, frases, tonos, música, donde todo el mundo pueda participar desde su butaca.
¿Qué más se esconde bajo ese manto de diversión a modo de fábula?
Muchas cosas que resuenan mucho, por ejemplo, vivimos una realidad que no sabemos hasta qué punto es cierta, puedes controlar, y es terrible, lo que una persona sabe. La información debería ser un bien común y en el momento en que la cortas la percepción de una persona cambia completamente. Es lo que han hecho a este rey: le han hecho vivir en una burbuja. Entonces toca en parte todo esto que ha sido tan famoso con Trump, las fake news, la polarización, crear dos estereotipos de mundos completamente diferentes, el mundo del campesino y el mundo de la Corte, que está creada no por caminos naturales, sino por la fuerza, el poder ha decidido que nuestra visión sobre el mundo tiene que ser de una manera especial y eso da mucho miedo.
¡Pero esta zarzuela era un divertimento!
(Risas). La maravilla es poder reírse de las cosas, ya no solo por el año que llevamos, sino porque para reflexionar sobre algo no hace falta irte a casa llorando, también te puedes reír. En esta zarzuela en la que hay tanto, tanto texto, vamos a reconocer diálogos que podrían estar pasando en un parlamento europeo o mundial ahora mismo. Está dirigido y actuado por un maravilloso reparto y llevado hacia lo cómico porque es lo que quería Chapí.
¿Cómo es la Bárbara Lluch directora?
Soy muy novel, muy entregada, muy calmada ensayando, aunque a veces hablo rapidísimo (risas), siempre voy muy preparada porque me da pánico que alguien me pille y me gusta mucho escuchar. Yo llevo una propuesta, pero me gusta hacer un traje especial para cada persona. Ahora, por ejemplo, tenemos dos repartos y el reparto primero no tiene nada que ver con el reparto segundo, no son dos funciones diferentes, pero sí hay interpretaciones diferentes y por ahí les he empujado, como coger lo mejor que tiene cada uno y levantarlo en vez de que entren en un molde que no es el suyo. Me gustaría pensar que soy tranquila, aunque a veces hablo rapidísimo (risas) y que escucho. Para mí desde luego es un trabajo de equipo.