¿Qué es para ustedes “Palabras encadenadas”?
David Gutiérrez: ¡Una montaña rusa de sentimientos! Una sorpresa, un escándalo… una locura preciosa.
Beatriz Rico: Una montaña rusa absoluta en la que no sabes bien en qué parte colocarte para que el vértigo sea menor. Recuerdo que cuando me llegó el libreto pensé: “¡Es como un libro de Stephen King, adictivo, no puedo parar de leer!”. Yo leía y pensaba: “Qué barbaridad de texto. Me encantaría ser público para disfrutar la función desde una butaca”. Por algo es una función premiada en todo el mundo.
¿Qué temas y sentimientos suben a escena en esta obra?
Beatriz: Todo un abanico de temas y sentimientos humanos: ira, culpa, compasión, venganza, miedo, ternura, deseo sexual, odio, vergüenza… sería más fácil decirte qué sentimientos o temas no se tocan.
David: El amor, la soledad, la desespera-ción, el engaño, la mentira, la obsesión, el egoísmo sin piedad. La burla y el desprecio en trazos cómicos también aparecen de forma exquisita y justo en el momento necesario en el que el espectador lo necesita. ¡Está tan bien escrita…!
¿Cómo son sus personajes, cuáles son sus conflictos?
David: Ramón es ese ser atormentado por el desprecio y el engaño sufrido, ni más ni menos, que por el amor de su vida. Esa vida, la suya, ya no tiene sentido si ella no es capaz de perdonar y volver a querer, si ella no es capaz de reconocer que se equivocó… Obsesionado por encima de todo, Ramón planea una venganza como un juego, un desconcierto que, a priori, parecerá querer ser divertido, pero nada más lejos: el sufrimiento llevará al personaje hasta las últimas consecuencias.
Beatriz: Laura es una mujer muy lista y conoce el terreno que pisa. Sabe qué cartas debe mostrar primero cada momento para cumplir su objetivo: salir viva. La gran pregunta es: ¿Lo está haciendo bien? No puedo explicarte en más profundidad, sería una gran faena para el espectador. El quid de esta función y uno de los puntos de mayor disfrute para el público es, precisamente, la confusión. Ellos tienen que decidir.
Para usted, unos de los grandes momentazos de la función se produce cuando…
Beatriz: ¿Momentazos? ¡Continuamente! Galcerán es un maestro: agarra al espectador y lo deja sin aliento, entonces hay un respiro mediante golpe de humor excelentemente colocado para dejarte respirar… y vuelve a agarrarte fuerte mirándote a los ojos. Pero, sin duda, el gran momentazo es el final. Siempre hay un silencio antes de los aplausos. No es un silencio que anticipe el fin de la función, es un pequeño shock.David y yo siempre esperamos entre bambalinas cogidos de la mano y aguantando la respiración. ¡Bendita profesión!
David: Cuando se descubre el pastel, a mitad de la función. El espectador ve cómo son los personajes realmente e intuye a qué están jugando, con un desconcierto siempre presente que les hará estar del lado de él y, al minuto, del lado de ella.
¿Y esa frase de su personaje que le emociona especialmente cada vez que la pronuncia?
David: “Si aceptásemos a las personas tal y como son, no habría tantos problemas”. Es un momento en el que Ramón le reprocha a Laura el daño tan profundo que se le puede causar a alguien sólo con las palabras.
Beatriz: Quizá, cuando Laura se sienta con ese “tener que contarle todo aquello al juez fue uno de los momentos más denigrantes de mi vida…”. Y comienza a contar en un crescendo brutal roto por un grito de Ramón.
¿Cómo está siendo el trabajo con su compañero/a en escena?
Beatriz: David, aparte de un actor absolutamente tremendo, es buena persona, tiene un gran sentido del humor, es mi amigo y le quiero.
David: Ella es una fuente inagotable de buen rollo, una excepcional trabajadora y una maravillosa actriz que, subida a las tablas, te regala todo. ¡Se hace querer la capulla!