Ha dicho Magüi Mira que “Salomé no existiría sin Belén, sin ella el texto sería otro, ella es energía y talento puro”. ¿Qué tal este reencuentro tras “Penélope”?
Cuando me encontré con Magüi en “Penélope”, las dos nos dimos cuenta de que hablamos el mismo idioma, tanto a nivel profesional como a nivel personal. Desde el minuto uno, nos entendimos muy bien con las palabras, con los gestos, con las intenciones de lo que queríamos contar…
Por eso, cuando me habló de “Salomé”, no lo dudé ni un segundo, aunque por nuestras agendas tuvimos que esperar un tiempo hasta que me llegó el texto. Me pareció fascinante lo que Magüi había escrito, porque tiene la grandísima virtud, con mucho trabajo detrás, de poder trasladar a una mujer como Salomé de hace tantos siglos hasta nuestro tiempo, con la actualidad del presente y la realidad del pasado. Trabajar con Magüi es trabajar con una compañera, con el respeto que requiere esta profesión, yendo las dos al unísono en lo que queremos.
Penélope pasó a la historia casi como metáfora de la sumisión femenina y Magüi Mira la rescató como una heroína que busca su espacio e identidad. Algo parecido sucede con esta Salomé, ¿no?
Sí, Penélope pasó a la historia como metáfora de la sumisión femenina y Magüi Mira la rescató y, a Salomé, que está en el imaginario de todos nosotros como una mujer muy definida, Magüi también ha logrado darle la vuelta, convirtiéndola en una mujer humana, con su situación personal, social e histórica, trasladándola a un momento en el que muchas situaciones siguen sucediendo. Me gusta porque, de alguna manera, ha humanizado un personaje que, inicialmente, llega hasta nosotros como una mujer caprichosa… que pide la cabeza del Bautista… Y Magüi ha convertido estas características, que pueden parecer de femme fatale, en alguien que busca una vida diferente, que si pide la cabeza de Juan el bautista es por la influencia de su madre, Herodías, y porque era una mujer muy joven…
Además, ese amor que siente por Juan no es únicamente de mujer a hombre, viene también por lo que escuchaba de sus predicaciones y a la vida fuera de palacio… Una vida muy diferente a su vida en palacio, que era definida y con unas normas muy estrictas en las que la libertad no existía, con un destino marcado desde que nacían. Estoy convencida de que Magüi, con esta Salomé que nos presenta, busca hablarnos de la Salomé que quiere salir de esas barras de hierro a las que se siente atada. En el momento en el que se siente rechazada por Juan el Bautista, no solamente siente que pierde el amor del hombre del que ella cree estar enamorada, sino que también pierde la posibilidad de salir del encierro al que está destinada desde que nació. Así podemos contar las vivencias de una mujer en su situación, que Magüi ha relatado en escenas que no están nada lejos de la actualidad.
Salomé es recordada por pedir la cabeza de Juan el Bautista, pero ¡cuántas cabezas rodaban entonces! Claro, era una mujer quien la pidió. ¿Por qué aún hoy tenemos que seguir revisando todos los estigmas que arrastramos por ser mujeres?
Sí, Salomé es recordada por pedir la cabeza de Juan el Bautista. Indudablemente, Juan el Bautista era una figura muy reconocida y relevante en el siglo I después de Cristo, donde había una revolución contra los romanos y una rebelión fuera de palacio. El hecho de que sea una mujer quien pida su cabeza era algo muy extraordinario, pero no se tiene en cuenta que, hasta entonces, Herodes había mandado cortar muchas cabezas sin que nadie le pidiera explicaciones.
Ciertamente, Juan el Bautista tenía una relevancia importante, con muchos seguidores, pero no se ha profundizado en porqué ella pide la cabeza. Ha llegado hasta nosotros como un capricho a causa del rechazo, pero nos olvidamos de la posibilidad de Salomé de tener una vida diferente. En la obra, Magüi lo ha representado de una manera muy especial, en esa fiesta donde pide la cabeza, ella no es muy consciente de lo que está haciendo. El hecho de que sea una mujer… se ve todo dentro de la relación hombre/mujer y, en cambio, si fuera un hombre se vería como un tema relevante relacionado con el gobierno.
Salomé, enamorada de Juan el Bautista, sufre tras ser rechazada y se transforma en una mujer sangrante. Amor y muerte, pero ¿a qué nos enfrenta la obra, de qué más habla?
Hay un personaje, el Sirio, que habla de una fina línea entre el amor y la muerte. En aquella época, las mujeres no tenían acceso a ningún tipo de educación y, en el caso de Salomé, ella era muy consciente de que la seducción era una de sus armas más potentes. A través de la figura de Herodes intenta conseguir lo que ella quiere, no solamente un hombre, sino la libertad. Hay catorce escenas, que podrían ser cada una de ellas una obra en sí. La obra está dividida como en tres partes. La primera nos sitúa históricamente a los personajes.
En la segunda parte podemos ver cómo es la vida en palacio de una manera más íntima entre Herodes y Herodías y su tragedia como personas y como pareja. Luisa Martín y Juan Fernández utilizan el humor, aunque lo que cuentan es dramático. En la tercera parte de la obra podemos ver cómo se desencadena la tragedia por un momento de locura e impulso. Desde el primer momento, Magüi me dijo que quería que Salomé fuera una mujer impulsiva, que vivía al límite su vida, ya que cualquier cosa que hiciera, fuera de lo que estaba programado para ella, podía hacer que la condenaran a muerte.
Entonces, lo que enfrenta la obra es demostrar que Salomé no tiene la posibilidad de decir no, con ese terror que bloquea. Algo que no está muy lejos de la realidad que podemos vivir actualmente. Decisiones tomadas por hombres se transforman en algo decisivo para continuar con el buen gobierno, mientras que las decisiones tomadas por mujeres se convierten en decisiones personales tomadas con ligereza. Aunque Salomé, al final de la obra, toma su decisión más dramática, que supone su muerte, de alguna manera también supone su liberación, aunque no es del todo consciente de lo que está haciendo. Si no puede vivir como ella quiere, prefiere la muerte, porque sabe que está abocada a la muerte.
Siglo XXI. ¿Qué tiene que decirnos Salomé a los espectadores de hoy?
Me parece muy interesante que, partiendo de una mujer como Salomé, que existió y paseaba por las calles como paseamos nosotros, de alguna forma también es un grito de libertad de las mujeres de hoy en día. Cuando voy a salir a escena en las primeras escenas de la obra, siempre tengo la responsabilidad de, de alguna manera, dar voz a las mujeres a las que no se les permite ser dueñas de su presente, de su futuro, de las personas a las que aman…
Hay muchas Salomés en la actualidad. Estamos contado porqué existe el miedo, el desconocimiento sobre cómo pedir las cosas… estando siempre en una situación de inferioridad. De alguna manera, es un grito de libertad por todas aquellas mujeres que se sienten oprimidas y no tienen libertad de elección, que no tienen una educación para poder decidir su futuro ni el de sus hijos… Es muy actual… En la obra vamos sintiendo muchas emociones y, cuando la obra termina, el público se queda muy callado, muy tocado… hasta que cada uno aplaude por la razón que sea.
Y en una historia tan dura, también se cuela el humor en algunos momentos, ¿no?
Magüi juega muy bien con este tipo de emociones, porque en caso contrario, la obra sería tan sumamente intensa que sentiríamos ahogo. El personaje de Herodías ha sufrido tanto que ha decidido intentar aprovechar su situación de privilegio económico y de poder. Luisa Martín lo hace de manera magistral, porque no es fácil llevar a la comedia esos diálogos sin que parezca ridículo. Consigue hacerte reír y llorar al mismo tiempo.
En escena, plantel maravilloso encabezado por Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol y Sergio Mur… ¿Cómo está siendo el viaje junto a ellos?
Nuestra profesión nos permite encontrarnos con compañeros y actores con los que no hemos coincidido o con los que hemos coincidido hace mucho tiempo. En escena vamos desarrollando muchas afinidades que vamos encontrando según van transcurriendo los ensayos. Además, creo que la dirección de Magüi ha sido magistral porque ha conseguido sacar, de cada uno de nosotros, personas y personajes muy diferentes. Esto enriquece la historia que queremos contar. Además, entre nosotros nos hemos dado el espacio para también compartirlo en muchos casos.
Por ejemplo, no había trabajado con Juan Fernández hasta ahora, con Luisa Martín hace mucho tiempo que no coincidía y fue mi maestra, Pablo Puyol hace un trabajo increíble, con la música… totalmente integrado en la obra. El personaje de Sergio Mur, creado por Magüi totalmente fuera de los personajes terrenales, que hace de observador externo que dice algo como: “Con lo que os hemos dado, mirad lo que estáis haciendo”. Trabajar con ellos es maravilloso porque con los que ya había trabajado, nunca había sido en este registro, y con los que no había trabajado, he tenido un viaje maravilloso. Todo esto dirigido por Magüi, que nos ha hecho brillar a cada uno de nosotros.
Mérida, Sagunto, Córdoba, Valencia, Barcelona, Bilbao… ¡Por fin en Madrid! ¿Cómo reacciona el público y con qué sensaciones llegan a la capital?
Es maravilloso haber recorrido toda España después de Mérida, porque te das cuenta de que, dependiendo de la ciudad en la que estés, el público reacciona de formas diferentes. Pero también hemos encontrado una reacción común, que se produce cuando termina la obra y la gente se queda sobrecogida, pero arrancan los aplausos. Unos aplausos son de agradecimiento porque realmente durante esa hora y media han logrado volar a otro sitio, otros vienen porque han reflexionado sobre determinadas cosas… La obra tiene momentos en los que te estás riendo, pero piensas: “No sé si tendría que estar riéndome de esta barbaridad…”
Por ejemplo, hay una escena con los guardias reales, interpretados por José Fernández, José de la Torre, Jorge y Antonio Sansano, y es tal la brutalidad que dan ganas de salir al escenario y decir: ¡Dejadla! En esos momentos, sentimos que el público respira de otra manera. La gira nos ha permitido potenciar momentos en los que sabemos que llegamos más al público, y otros en los que relajar al público para que llegue con nosotros hasta el final.
Llevarle a la arquitecta que planeó ser puede parecer hablar de otra vida. ¿Belén está en el lugar al que alguna vez quiso llegar o simplemente está?
Depende un poco de la época de mi vida en la que me lo preguntes. Muchas veces me preguntan: “¿Volverías a los 20 años?”, y creo que en esa edad hay muchos momentos de incertidumbre sobre lo que puede ser, lo que va a sustentar los cimientos de tu vida laborar, en los que no me gustaría encontrarme ahora. Ahora te digo que sí estoy en el lugar que quiero, pero también te puedo decir que, cuando empecé en esto, nunca imaginé poder trabajar y vivir de algo que me apasiona y me gusta tanto, y de lo que ya no puedo prescindir. Cuando empecé arquitectura creía que por ahí iba mi camino y, como actriz, hay que ser muy observadora, pero como persona también, y eso sirve para crecer como persona y actriz. Nadie tiene claro que va a llegar donde ha llegado, pero el deseo y el trabajo te hacen vivir el día a día. Luego hay muchas circunstancias, ofertas de trabajo y la propia vida… Te diría que simplemente estoy y complejamente estoy.
¿En qué más anda Belén Rueda?
Estoy con Salomé desde Mérida. Antes de empezar la gira hice una serie para AtresPlayer que se llama “Eva y Nicole”. Y está por estrenar, el 17 de mayo, una película llamada “Caída libre” de la directora Laura Jou, donde interpreto a una mujer muy diferente a Salomé, que tiene muy claro lo que quiere desde que nació, que lo consigue, pero en un punto de su vida se da cuenta de que el control no basta para controlar su propia vida y todo se desmorona, teniendo que volver a los inicios para reinventarse.