Blanca y Carme vuelven a encontrarse tras “Mrs. Dalloway”. Entonces Virginia Woolf, ahora Almudena Grandes. ¡Qué lujo juntar a tan grandes mujeres y que nos hagan partícipes!
Carme: Pues así, como un lujo. ¿Sabes por qué? Porque lo más maravilloso de nuestra profesión es entronizarte en los mundos riquísimos y complejos de los y las autoras que elegimos como vehículo de lo que creemos que dicen y, además, en el caso de estas dos autoras, es un lujo escucharlas, navegar en su corazón e intentar comprender profundamente su recorrido interior y hacerlo nuestro. Son dos mujeres con un recorrido enorme, con un rigor incuestionable, con un talento para comunicar imprescindible, dos referentes de la literatura mundial.
Blanca: Volver a trabajar con Carme es una alegría. Nos entendemos, nos queremos, nos respetamos y tenemos muchísimas cosas en común. Y en este caso, abrazar un texto basado en la novela de Almudena es algo muy especial. Ambas la queremos y la admiramos mucho.
¿Recuerdan lo primero que leyeron de Almudena Grandes?
Blanca: “Atlas de geografía humana”.
Carme: Sí, “Las tres bodas de Manolita”. Me quedé impactada del retrato de mi país, aunque fuera de un momento no vivido personalmente, pero somos eso también, venimos de ahí y estas mujeres, como Manolita, a las que de pronto les ha cambiado la vida, son unas guerreras que sobreviven con una fuerza inmensa.
Yo siempre digo que eso es ser una mujer: saber que, al mínimo problema, puede ser que te saquen de la escuela para que te hagas cargo de tus hermanos, les hagas la comida, las camas, te ocupes de que todo el mundo esté bien y tú no cuentes para nada, ni lo que pienses ni lo que sientas, aunque fueras, como había muchos casos en aquel momento, y aún hoy puede pasar, una persona muy inteligente que podrías desarrollarse como profesional en cualquier campo. Cómo Almudena describe vivir en la cárcel fuera de la cárcel…
Luego ya empecé desde el principio: “Inés y la alegría”, “El lector de Julio Verne”, absolutamente maravillosas. Y otras muchas, todas, yo diría.
¿Cómo era la Almudena que Blanca y Carme conocieron después?
Blanca: Más grande que su propia obra. Un ser humano tremendamente inteligente, sensible, divertido, generoso, fuerte y fascinante.
Carme: Almudena era una mujer vital y buena. Muy seria en su trabajo y de una gran honestidad. Ella te hacía ver inmediatamente eso que ella hace decir a un personaje de “El corazón helado”: “Te darás cuenta de que las ideas son mucho más de lo que parecen, de que son una manera de vivir, de enamorarse, de entender el mundo…”. A mí me gustaba mucho y le cogí muchísimo cariño. Era maravilloso cómo se preparaba los coloquios en el Teatro Español, tenía gente fuera haciendo cola, gente que había visto la función otro día, pero que venía a escucharla, porque era espectacular la generosidad, la vitalidad…
Carme, de entre todas sus novelas, ¿por qué “La madre de Frankenstein”? Creo que usted la leyó incluso antes de publicarse…
Carme: Le dije a Almudena, cuando vino al Español a hacer el coloquio de “Jane Eyre”, que me haría ilusión llevar a la escena una novela suya. Se quedó muy callada y no dijo mucho, yo incluso pensé que no le apetecía y no insistí para nada. Por la noche me escribió diciéndome que había sentido un vértigo enorme y que le hacía una ilusión muy grande, que estaba emocionada. Y empezamos a hablar de dos posibilidades, una que me proponía ella y otra que le proponía yo.
Un día me escribió y me dijo que pensaba que no tenía que ser ninguna de las dos, que ella pensaba que la mejor era “La madre de Frankenstein”, que me la enviaba por mail en word porque la estaba corrigiendo para publicarla. Me la imprimí, cuando leo para montar algo necesito el papel, y me quedé fascinada. Y así fue como tomamos esa decisión.
Blanca, ¿y usted, había leído la novela?
Blanca: Claro. Antes, mucho antes de hablar del proyecto de la función. ¡La novela me mató! Lo dije en las redes sociales y poco después nos conocimos personalmente.
Imagino, Blanca, que no se le podía decir que no ni a Almudena, ni a Carme, pero mucho menos a Aurora Rodríguez Carballeira… Háblenos de ella.
Blanca: ¡Efectivamente, a ninguna de las tres! Aurora es un ser humano tremendamente complejo, es puro claroscuro, llena de cosas que asustan y que fascinan. Es una superdotada, pero tiene problemas mentales… Es un mundo tan atractivo como un agujero negro…
Mientras lees la novela, al menos a mí me ocurrió, nunca odias a un personaje que ha jugado a ser Dios y que ha matado a su propia hija, sino que te arrastra con ella. ¿Por qué es tan fascinante esta mujer?
Carme: No, claro, porque la conoces muy bien, su lenguaje nos es completamente familiar. Almudena decía que, en este libro, los monstruos no eran lo que parecían. Como en “Frankenstein” de Mary Shelley, yo pedí a Guillem Morales una versión para el teatro y la hicimos en 2018 en el TNC justamente, el monstruo no es la criatura, sino quien la abandona y la hace sufrir y sentirse un monstruo porque no la quiere reconocer. No es el mismo caso, pero los monstruos aquí.. son otros.
Obviamente Doña Aurora tiene muchas cosas interesantes, pero creer que la vida de otro te pertenece… eso es terrible. Y buscar esa pureza, esa eugenesia, exactamente cuando la ciencia era el argumento para la apropiación de la descendencia, para legitimar y ser garante de un orden que alguien ha establecido como bueno. Vallejo Nájera es un claro ejemplo de esto.
Blanca: Porque vas descubriendo su pasado, su falta de afecto desde que era niña, su necesidad de tener una misión en el mundo… Todo eso deriva en una patología mental, pero detectas su fragilidad, su lucha interior…
Hablamos de Almudena y de Aurora porque arrancan la temporada del Teatro María Guerrero nada menos que con “La madre de Frankenstein”. Háblennos de esta obra y de todo lo que encierra.
Carme: La llegada de Germán a España después de haber tenido que pasar más de la mitad de su vida en Suiza, en donde se tuvo que exiliar porque su padre estaba perseguido y fue represaliado, crea una visión fantástica de nuestro país en los años 50. Él intenta hacer una vida normal, hablar con María Castejón de Doña Aurora, porque es la que la cuida, y se encuentra con que la lectura de una conversación normal con una chica es leído como un intento de tener sexo con ella… Todo es rarísimo para él y, para ti, que vas de su mano, también lo es.
¿De dónde nace esa lectura terrible, sucia, indigna de las cosas? María Castejón es un personaje fantástico también que, como tantas personas de nuestro país, no conoce qué pasó con sus padres hasta que se entera. La hermana Belén, el Dr. Méndez, el padre Armenteros, Alfonso, Robles, Roque, la hermana Anselma… es tan absolutamente reconocible que es maravilloso cómo sale de dentro de una. Y doña Aurora en el centro de toda esta trama, con sus ideas paranoicas de que la persiguen porque es brillante, enseñando a leer a Maria. De hecho Germán estudia psiquiatría porque la conoce antes de irse a Suiza, cuando era pequeño, el mismo día que mató a su hija. Y queda fascinado.
Los griegos decían que la memoria era la musa del arte, y Peter Stein decía que cuando actúas en un teatro, están allí todos y todas las que ya no están… Esa es nuestra Historia, hecha de muchas historias pequeñas que nadie conoce pero que son las que han hecho este mundo en el que vivimos hoy, que han hecho del mundo un lugar mejor. Y estas son las historias pequeñas de las que habla Almudena y de las que queremos hablar nosotros.
Blanca: Los “Episodios de una guerra interminable” es una obra titánica, de una grandeza increíble, con una enorme investigación detrás y con un inmenso amor y respeto por quienes vivieron aquel tiempo. En “La madre de Frankenstein” aborda el tema de la salud mental y cómo esta fue utilizada para deshacerse de mucha gente y cómo las mujeres sufrieron esta utilización.
Prácticamente toda la novela transcurre dentro de los muros de un manicomio de mujeres, pero lo que allí sucede bien puede trasladarse al resto de la sociedad de aquellos años 50, ¿no?
Carme: Sí, y esa es la grandeza de la obra: la capacidad de trasladar a la vida ‘normal’ lo que allí pasa. Las clases sociales, la sociedad dividida claramente en esas clases, las relaciones reducidas a eso. Si las mujeres ya no eran nada, las locas, menos. De hecho, había hombres que encerraban a sus mujeres como ‘locas’ para irse con sus amantes porque, claro, no te podías ni divorciar, era todo tapado, escondido, ‘en el armario’ como decimos hoy.
Blanca: Creo que le sirve de metáfora de un país. Un encierro, con unos que mandan y otros que obedecen porque tienen miedo y no pueden escapar.
Almudena, mujer muy combativa, decía que los 50 fueron años muy grises en los que el estado intervino en la vida de la gente, era peligroso leer novelas traducidas y besar a tu pareja por la calle, cosas vinculadas a la raíz de la felicidad. ¿Corremos el riesgo hoy de convertirnos en aquel manicomio?
Carme: Bueno, es que yo he visto “Years&years” y me pegó muy fuerte, la verdad. Y con las cosas que escucho por ahí, pues no te digo que no. Siempre subestimamos el daño porque creemos que las libertades, los derechos, que han costado tantas y tantas luchas, y se ha cobrado vidas en la mayoría de los casos (mira las sufragistas, una lucha la del feminismo desde hace 300 años, una lucha para conseguir los mismos derechos que los hombres, y no lo hemos conseguido aún a pesar de los avances), pues que no es fácil perderlos.
Mira las afganas: eran como nosotras. Y en Siria… En Italia la cosa apunta maneras… En EEUU, un ejemplo siempre tremendo, la democracia yo creo que está a punto de desaparecer. Han prohibido el aborto en la mayoría de los estados, un grupo de… no sé cómo llamarlos, han ocupado el Capitolio y han hecho pis, comido, ensuciado… ¡¡¡¡la sede del pueblo!!!! Después de Galileo, al que casi le cuesta la vida (se desdijo porque era un bon vivant), ahora dicen que la tierra es plana y los argumentos son de la iglesia evangelista, no de la ciencia contrastada… Niegan el cambio climático, que no es una opinión ni una ideología (ellos lo convierten en eso), es una realidad que vivimos cada día y cada año en nuestras propias carnes…
Es tan fácil ir para atrás, lo difícil es avanzar, lo sabemos como seres humanos, en nosotros mismos.
Blanca: Lo importante es que recordemos que esto pasó, para que no se vuelva a repetir. No podemos correr ese riesgo.
Carme vuelve a contar con Anna Maria Ricart en la adaptación. ¿Cómo ha sido esta tarea?
Carme: Ha sido maravillosa, como siempre con Anna María, pero ha sido complicada. Almudena tiene un espíritu que nosotras queríamos mantener a toda costa, no podíamos hacerlo de otra manera, y el hecho de tener que convertirlo en teatro, en un texto para ser dicho, pues nos ha hecho elegir muchísimo. Pero ceo que la versión que ha hecho es brutal, es muy buena y muy fiel a la autora. Almudena está ahí, es su mundo, es lo que ella cuenta. Hemos hecho ya muchas cosas con Anna Maria: “Jane Eyre” fue la primera y fue estupenda. Luego ella también intervino en “Mrs. Dalloway”. Hicimos “La casa de los espíritus”, de Isabel Allende y me escribió una obra sobre la Víctor Català, una gran poeta y escritora catalana, con la que yo abrí mi etapa en el TNC. Y ahora esta. Es muy buena, tiene una gran sensibilidad y hemos encontrado un lenguaje juntas.
¿Y la puesta en escena?
Carme: Bueno, eso ya vendrá. Pero los que me conocen ya saben que a mi me gusta pasar de una escena a otra sin más, que tengo a todo el elenco en escena la mayor parte del tiempo, que dirijo mucho a los actores y a las actrices, obsesivamente, para encontrar el camino interior emocional, que trabajo con el cuerpo mucho, soy muy física, que la banda sonora para mi es esencial porque me ayuda a entrar en la emoción…
¿El teatro es la receta para entendernos?
Carme: El teatro hoy es lo que nos queda para seguir siendo personas humanas porque necesita de estar juntos para existir. Yo creo que hoy se ha convertido en un acto de resistencia ante la soledad y el aislamiento al que esta sociedad nos ha llevado, es un momento que tu te regalas a ti misma, sin esa conexión constante, sin opinión, solo observar, dejarte sentir, emocionar… compartir, vaya.
Blanca: El teatro es un espacio de reflexión. Para quienes estén dispuestxs a reflexionar, claro está. Si crees estar en posesión de la verdad, difícilmente podrás reflexionar y, por lo tanto, entender a los demás.
¿Cómo ha de acercarse el público a esta obra y qué les gustaría provocar en él?
Carme: A mí siempre me gusta que mis obras provoquen una abducción, que te despiertes al final del tiempo y te hayas ido de viaje sin bajarte ni un solo momento, que vivan lo que allí pasa, que se reconozcan en todas y cada una de las personas que allí salen y que, después, te vuelvan cosas a la cabeza.
Blanca: Lo más hermoso sería que se acercara con deseo de entender y reflexionar, precisamente.