Ahora llega a Madrid, pero en Bilbao ya lo han visto en doble versión. ¿Cómo suena Shakespeare en euskera?
Suena especial, como suena cuando lo he hecho en sueco o en noruego… Son lenguas que no hablo (risas), pero tiene sus ventajas también, porque te guías más por lo sensorial que por la lógica que a veces implica la lengua que conoces.
Si ya una obra de Shakespeare parece inabarcable, ¿cómo se le ocurre reunir a “Ricardo II”, “Ricardo III”, “Enrique IV”, “Enrique V” y “Enrique VI”?
Tenía ganas de hacerlo hace muchos años. Cuando llegué a Bilbao pensé que he hecho Shakespeare en un montón de lenguas diferentes, en Inglaterra, en Alemania, en Escandinavia… y esto era lo único que no había hecho nunca. Era un buen proyecto para hacerlo no en inglés, sino en euskera y en castellano. ¿Por qué no? Al principio pensé que igual hacía una cosa así monumental y al final, como soy una persona vinculada a muchas artes, a instalaciones, a la pintura, a la fotografía.., he hecho una reducción radical. Es un espectáculo ambientado en 1966, muy británico y con muchas diferentes capas de lectura.
Ha optado por sintetizar las tragedias y mantener su esencia, ¿qué ha quedado?
Por ejemplo, de “Ricardo II” lo mejor, todos sus diálogos finales. Y ahí empieza el trayecto. Quedan sus momentos filosóficos y metafísicos. Es seguramente uno de los personajes más metafísicos de todos.
La suya es una propuesta teatral muy poderosa estética y visualmente que se acerca a la instalación. ¿Dónde ha puesto el foco esta vez?
En los personajes… Los vivos y los muertos se mezclan y eso es fantástico, solo se puede hacer en teatro. En los personajes, en la realidad histórica de esos personajes, utilizándolo, manipulándolo como hace Shakespeare y colocándolos a finales de los años 60. Es una especie de viaje entre la violencia, la poesía, la falta de empatía, de simpatía… El amor por Shakespeare, metateatral…
Ha vuelto a liar a José María Pou. Es la tercera vez que el actor trabaja textos de Shakespeare y las tres con usted…
(Risas). Está haciendo uno de los grandes personajes de Shakespeare, Falstaff. Es muy mal hablado, es un superviviente, un vividor, le encantan el vino, los estimulantes, el sexo, le encanta vivir, robar, si no tiene dinero se lo roba a un muerto, no le importa. Luego tiene otras capas diferentes. Es el Falstaff inicial de Shakespeare, no el que luego le pidió Isabel I.
Y al lado de Pou, un elenco de altura…
Esta generación de actores euskaldunes es una compañía de primera categoría, sin envidiar a ninguna compañía europea.
En 2016 asumió la dirección del Teatro Arriaga de Bilbao con el objetivo de convertirlo en un referente del teatro europeo. ¿El balance es positivo?
Contando con la covid y demás sí. Tenemos un montón de artistas internacionales trabajando y compartimos experiencias, estuvimos en euskera en Alemania… El balance es positivo, pero queda mucho por hacer.