¿Con qué se va a encontrar el público en “Descendimiento”?
La sala Juan de la Cruz es una antigua iglesia con una cúpula de 22 metros de altura y cuya base es un dodecágono, al que hay adheridas dos naves que normalmente dan cabida a la mayoría del público. Para “Descendimiento” hemos anulado estas dos naves y proponemos un espacio escénico bajo cúpula, con el público sentado alrededor, siguiendo el dodecágono de la base. Podemos hablar de una cierta verticalidad.
¿Cómo definiría este singular show?
Mi manera de pensar y trabajar es desde la duda. Dudo y decido. No me gustaría definir “Descendimiento”. Y no es que dude de la obra, en absoluto. La duda me ofrece muchos planos y estos son la urdimbre sobre la que estamos tejiendo nuestra obra. La definición siempre sería incompleta.
¿Y sus fortalezas?
No me interesan mucho las fortalezas, desconfío de ellas. Estoy más cercano a compartir con los espectadores las debilidades humanas que sus fortalezas.
¿De qué manera vamos a recibir el texto de Ada Salas?
No hemos querido teatralizar la poesía de Ada. Siempre hemos hablado de trasladar la palabra del libro a la escena. Conservamos la estructura del poemario con sus dos partes y hemos hecho una selección de los poemas.
¿Y la música de Niño de Elche?
Con respecto a la música que ha compuesto e interpretará Niño de Elche, decir que es maravillosa y que es una pieza que viaja entre la experimentalidad y la heterogeneidad que le caracteriza.
¿Qué temas y sentimientos se respiran en esta puesta en escena que usted mismo dirige?
La poesía tiene de por sí el valor de la complejidad de temas y sentimientos que provoca en el lector. Esperemos que esa complejidad se mantenga en la escena. “Descendimiento” nos habla del descenso necesario para entender el dolor y, en los resquicios de este viaje, aparece el amor y el cuidado. La belleza nos mantiene en la pugna y es redentora.
En suma de todo, ¿por qué considera “Descendimiento” una propuesta interesante para los amantes del teatro?
Siempre he creído que el teatro es un acto político en su esencia: convocar a personas para compartir historias. Hoy, primavera de 2021, en medio de esta pandemia, creo que este acto tiene un valor añadido.