Cuéntenos alguno de sus primeros recuerdos referentes a este oficio.
Es que hace mucho ya, ¿eh? (risas). Uno de mis primeros recuerdos fue cuando entré al Teatre Lliure, que era muy joven, muy joven, tenía 20 años, en los años 80, la dirección de Fabià Puigserver y Lluís Pasqual. Ese recuerdo me hace muy feliz, porque sentí la misma ilusión que siento ahora cada vez que hago un proyecto.
¿Qué es “Policías y ladrones”, cómo definiría brevemente esta obra y de qué nos habla?
Es una sátira de nuestra actualidad y creo que tiene esa cosa que tiene la zarzuela, que tiene por una parte una cosa muy arraigada en el corazón de la gente de aquí, que nos llega al corazón porque lo hemos escuchado siempre y por otra parte también esas cosas que siempre ha funcionado tan bien que esas críticas de la realidad en la que vivimos y creo que esa doble vertiente la hace interesante y la hace graciosa y la hace una sátira de la sociedad en la que vivimos.
¿Qué ha de tener, a priori, un proyecto para que entusiasme a Carme Portaceli?
Tiene que tener un interés para mí concretamente. A mí siempre, toda la vida, desde siempre me ha interesado una reflexión sobre el mundo en el que vivimos, sobre el ser humano, sobre el alma humana, me interesan muchísimo esos autores o autoras que son capaces de entrar en el corazón y en el alma de ser humano y que son capaces de viajar por ahí dentro. Obras que llevan a la conciliación con cosas que a lo mejor no entendemos de entrada o que a lo mejor juzgamos y de repente te puedes conciliar con ellas. Yo creo que lo que hacemos es un acto de amor después de todo, creo que eso siempre está ahí, aunque sea una sátira, aunque te rías, es decir, precisamente por eso es un acto de amor, porque estamos ahí haciendo una crónica, somos cronistas de nuestra época, siempre lo hemos sido y deberíamos serlo.
¿Cómo es ese proceso desde que le llega un proyecto hasta que, por fin, lo estrena? No sé si siempre tiene una forma similar de trabajar, unas etapas básicas…
Yo intento siempre tener un tiempo para dedicarle al proyecto porque a mí me gusta llegar con los deberes hechos. Cuando digo los deberes me refiero a que conozcas muy bien el material sobre el que vas a trabajar porque cuando lo oyes ya con otras voces, lo escuchas con otras caras, ves a la gente cuando está leyendo, miras las caras te llegan otras informaciones que no habías tenido hasta ahí leyéndolo y trabajándolo. Entonces, creo que hay que estar abierto a que eso ocurra así, pero sí que hay una lectura que yo creo que tienes que tener y que eso lo trae las horas y el tiempo que tú le has dedicado. Son muchas horas y mucho tiempo el que dedicamos a nuestro trabajo y creo que esa frescura está llena de horas de trabajo y está llena de horas de reflexión y de estudio y creo que eso es muy importante.
Por ejemplo últimamente que he hecho algunas versiones de novelas, como “Jane Eyre” o “Mrs. Dalloway” o ahora “La casa de los espíritus”, creo que cuando versionas una obra, siempre se versionan todas, pero el conocer tanto la novela, el haber entrado tanto en ese mundo te da un conocimiento del recorrido interior de ese autor o autora que ayuda muchísimo a la hora de ponerlo en marcha.
También por ejemplo en el caso de la zarzuela, que también tiene un poco lo mismo que la ópera en ese aspecto, tiene un punto que a mí me interesa mucho que yo creo que es la abstracción y yo creo que ese mundo abstracto, lleno de concretos interiores para crearlo y para que sea clarísimo por donde vamos caminando y lo que estamos diciendo, cuando entra la música de esa manera es fantástico, porque es un mundo ya mágico de por sí, abstracto de por sí, que funciona de maravilla, que es un lenguaje extraordinario realmente y a mí me entusiasma. Las pocas veces que he tenido la ocasión de acercarme a la ópera o a la zarzuela me ha entusiasmado esa abstracción.
¿Qué es aquello que siempre pide Carme Portaceli a sus actores?
La verdad, que el recorrido esté escrito, que entiendan muy bien, muy bien, muy bien, en el sentido de inteligencia emocional y también de la otra inteligencia, ese recorrido que está escrito.
Si le pregunto por sus referentes a la hora de trabajar, por sus maestros, a quiénes nombraría…
Me acordaría de Fabià, muchísimo, de Lluís también, me acordaría de Peter Brook posiblemente, las cosas que he visto, a la esencia a la que ha llegado, me acordaría de Barrie Kosky, algunas veces de Bob Wilson también, algunas veces de Lepage, algunas veces de Ostermeier, algunas veces de Kastor… De toda esa gente.
¿Nos faltan referentes femeninos en el teatro y en la cultura en general?
Nos faltan referentes femeninos para todo, para la ciencia, para el teatro, para la cultura… Por muchas razones, una porque nunca nos han visibilizado y seguimos sin estar muy visibilizadas tampoco porque esto es una dinámica social a veces con voluntad de que sea así y a veces simplemente una inercia, una dinámica del comportamiento. Por esa parte creo que nos faltan muchísimos referentes, pero cada vez hay más.
Cuando yo estaba dirigiendo el Español hicimos una convocatoria donde yo presentaba a tres directoras jóvenes y yo no me imaginé que hubiera tanta gente, estaba lleno, básicamente de mujeres, pero no porque presentara mujeres, siempre está llena de mujeres la cultura. Fue una convocatoria extraordinaria y se nos acercó gente muy joven diciendo “nunca había habido referentes femeninos, pero ahora ya tenemos, sois vosotras y estamos muy contentas por vuestro compromiso con la sociedad, con el teatro, con lo que estáis haciendo. PAra nosotras ya sois un referente”. Bueno, empieza a haber a pesar de todas las dificultades más referentes, pero sí que faltan, cómo no van a faltar, faltan porque no conocemos a muchísimas mujeres que han hecho muchas cosas. A mí me dicen muchas veces, “tú eres la primera mujer que ha hecho…” y digo, “no, yo soy la primera que ha aguantado tanto, no la primera que ha hecho…”.
Una reivindicación, una opinión, un comentario…
A mí me gustaría que hubiera igualdad en las oportunidades. Yo siempre digo que nunca ha sido un problema de talento, siempre ha sido un problema de oportunidades, nunca hemos tenido las mismas oportunidades y seguimos igual, en el mundo de la ópera, en el mundo de la zarzuela, en todos esos mundos, siempre hay que demostrar seis mil veces más. Hay que hacer muchas más cosas. Y luego también tenemos a veces un punto de vista que a muchos de los que ostentan la opinión no les gusta tanto, digamos, porque tenemos otro punto de vista, porque vivimos en nuestras carnes una serie de cosas y podemos expresarlas desde un lugar y no desde otro. Yo creo que la reivindicación es seguir dando oportunidades y oportunidades. Esa es la única posibilidad que tenemos, es decir, que una mujer con talento pueda crecer tanto como un hombre con talento.