Dice Ricardo Iniesta que Shakespeare representa el corazón y las arterias de Atalaya y a juzgar por las críticas y los aplausos, bombea sangre con fuerza…
Se trata de una afirmación muy personal. En Atalaya trabajamos los textos de forma tan profunda que cada autor se convierte en imprescindible en nuestro trabajo. Shakespeare puede ser el corazón para unos y para otros el cerebro… Por mi parte puedo decir que se percibe la emotividad creada en los aplausos del público.
¿Para qué dan los más de 35 años de Atalaya?
Tantos años… tanto trabajo y experiencias vividas que el balance puede ser muy extenso. Quizá la conclusión es que si continúo en la compañía es porque me apasiona el trabajo que hacemos y me ha venido apasionando desde hace más de 35 años… Ya en 2020 cumplimos 37.
37 años de Atalaya y más de 10 del Nacional de Teatro en 2008 que ustedes conmemoraron con “Rey Lear”. 24 montajes y solo 2 Shakespeare.
La historia de la literatura dramática está tan llena de tan grandes autores que aunque lleguemos a los 100 años de trayectoria sería imposible trabajarlos todos, que hayamos repetido con Shakespeare, ya refleja la importancia que tiene para el equipo.
Cuéntenos algo de ese coloso que es la obra “Rey Lear”.
Nos enfrenta a una problemática que parece inherente al ser humano: la ceguera que produce la terquedad, el hecho de tomar conciencia real de lo que tenemos cuan-do lo perdemos y no antes y la desatención a nuestros mayores por puro egoísmo.
Y protagonizando la que para mu-hos es la gran obra maestra Carmen Gallardo como Lear. ¿Cómo es?
Terco y a la vez tierno, loco y a la vez cuerdo… Muchos matices muy difíciles de mostrar. Con que al menos uno llegue al espectador es para mí un logro.
Háblenos del recorrido que atraviesa.
Con solo decir que comienza despreciando a la hija de la que después cree que es la única que lo quiere realmente, queda reflejado el largo viaje que recorre.
Si le pido una frase de Lear…
“¡Que acabe la injusticia del mundo!”.
Carmen le ha dado a Lear su rostro, su voz, su alma… ¿Qué le ha dado Lear?
Experimentar emociones hasta ahora para mí desconocidas.
¿Pesa mucho un personaje así?
Pesa tanto, la puesta en escena que llevamos a cabo es tan intensa también que acabo muy cansada física y vocalmente.
El público aplaude enfervorecido, la crítica se ha rendido a ustedes, ¿cuáles son los aciertos?
La creación de personajes, el manejo fluido del texto como si fuera el lenguaje habitual y actual, el manejo de la escenografía y el gran acierto de realizar los cambios delante del público a la vez que se interpretan los cánticos a coro.
Lear habla de lo ciego que ha sido y de lo ciegos que son los poderosos ante la terrible realidad. Esto estará escrito en el siglo XVII, pero suena a siglo XXI…
Efectivamente. Como decía anteriormente, parece algo inherente a la condición humana, no aprendemos ni creo que aprendamos jamás a valorar lo que tenemos.
¿En qué más andan usted y Atalaya?
Tenemos un espectáculo basado en una obra de Shakespeare pero con texto del coetáneo Antonio Álamo: “Las Bruxas de Macbeth”. Hicimos un preestreno en septiembre, pero se estrena en Lugo en marzo.