Entrevista a Eduardo Aldán por El jefe

 

¿Te gustaría poder decirle a tu jefe todo lo que piensas de él si no tuvieras nada que perder? Si has respondido que sí, no busques más: has encontrado tu fantasía en forma de divertidísima comedia. A lomos de ese exitazo titulado “Espinete no existe” –que lleva 12 temporadas consecutivas en cartel– y junto a Israel Criado, Eduardo Aldán regresa a las tablas para presentarnos este show plagado de humor y ternura para plantear un sueño universal: romper con las ataduras de nuestra vida hasta convertirnos en nuestro propio jefe.

Doble o nada: del monólogo “Espinete no existe” al diálogo “El jefe”. ¿Qué situación plantea esta vez?

Un jefe de una empresa chocolatera bastante paranoico (¡tiene todos los males de un jefe estresado!) despide de repente a uno de sus empleados el día de Nochevieja. Esa noche, ambos se quedan encerrados en la oficina sin poder comunicarse con el exterior ni por vía móvil ni internet. Se ven obliga-dos a convivir el uno con el otro en una noche tan especial, aislados del mundo.


¿Cómo es ese gran jefe que usted firma, dirige e interpreta?

Es un hipocondríaco extremo. Parece como si esta obra hubiese sido escrita después de lo del Covid, porque se limpia las manos cada dos por tres, tiene el despacho lleno de servilletas y pañuelos, de líquidos para desinfectar… ¡Parece que fue una premonición! pero el personaje ya era así, muy extremo, y se enfrenta a un empleado que es todo lo contrario a él: desastroso, caótico, muy campechano y tradicional… a priori, todo lo opuesto. Pero en cierto modo se complementan bien y ambos aprenden esa noche mucho el uno del otro.


¿Qué lección les da la vida esa noche tan especial?

Que no todo es blanco o negro, todo tiene un punto intermedio.


¿Cómo surgió la idea de este nuevo show?

Tenía muchas cosas que contar y creía que el humor y la comedia sigue siendo la herramienta adecuada para poder hacerlo. Tiene también sus puntos de reflexión, de crítica y un poco de melancolía –al igual que “Espinete…”– que hace que el público se pare y hasta suelte una lagrimilla, pero es algo puntual, porque el espectáculo es pura comedia.


Si pudiera rebobinar su vida y responder al comportamiento reprobable de alguno de tus jefes, ¿qué le diría?

¡De hecho ya lo he dicho y me ha costado el despido muchas veces…! (risas). Ser sincero con mis jefes me ha dado bastantes problemas. En su día me fastidió bastante pero ahora, viéndolo con distancia, me siento muy orgulloso, creo que hice lo correcto. Varias veces he puesto los puntos sobre las íes y eso es exactamente lo que hace este empleado, al fin y al cabo es un poco un reflejo de mi vida y mis experiencias.


En su opinión, ¿cuáles son las claves para ser un buen jefe?

Solamente una: pagar (risas). También ser empático y, por encima de todo, escuchar, que es de las cosas más complicadas hoy en día.


¿Qué expectativas tiene, personal y profesionalmente, para estos meses de incertidumbre por la pandemia?

Como bien dices es incertidumbre, ¡no sabemos nada! Pero me gustaría creer que la gente tiene ganas de divertirse, de reír de nuevo, ganas de cultura después de estar paralizada tanto tiempo por culpa de esta pandemia. Pero poco a poco saldremos de ella y, sobre todo si hay ganas, que las hay, saldrá todo bien. ¡Y la comedia es uno de los remedios más efectivos para salir de cualquier mal!

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