Entrevista a Eduardo Recabarren. Directores a escena

¿Cómo respira el teatro en pandemia? ¿La cultura está tocada o hundida? ¿Cómo se piensan, se sueñan y se levantan espectáculos y temporadas en estos tiempos? ¿Qué hay que pedir y a quién para sortear obstáculos? Son días llenos de interrogantes y de incertidumbres, pero también de ponerle muchas más ganas e ilusión si cabe. Hemos preguntado a los magos y magas de la escena por la situación que atraviesan las artes escénicas, pero también por lo que están haciendo ahora, por aquellas cualidades que definen a un buen director, a una buena directora, por qué lleva al teatro a aquellos y aquellas que primero lo sueñan, por cómo son como espectadores, a quiénes admiran o qué están deseando ver.
EDUARDO RECABARREN 
Actor, director y autor dramático, actualmente dirige su propio estudio de interpretación en Madrid y su compañía de teatro. Entre sus trabajos, “La lección”, “Agamenón” o “El malestar que insiste”.  Ahora está de estreno.
 
¿Qué dice en plena pandemia el parte médico del teatro? ¿En qué situación estamos?

Yo creo que de todas las ramas es el que tiene buena salud dentro de la situación de emergencia que se está viviendo. Creo que el cine está más perjudicado, no es de los gremios más perjudicados.


Usted va a estrenar en febrero “La petite mort”. ¿Cómo se hace y se vive y se sueña el teatro en pandemia?

Se vive, se sueña y se proyecta porque yo creo en esa profilaxis, en esa forma de curarse es tener un proyecto. Nada mejor que ponerte las pilas, que ponerte a ensayar, a trabajar, a escribir, a dirigir aunque el futuro sea incierto. Ese proyecto es la única forma que nos ata a un futuro cercano más normal y más saludable. Creo que el teatro nos salva a algunas personas.


Los mayores obstáculos a la hora de sacar un proyecto adelante son…

Los mayores obstáculos son conseguir una sala en Madrid y la distribución porque si no tienes a veces figuras muy televisivas o muy notorias o famosas, cuesta llevar a la gente al teatro. Yo creo que el Teatro Lara es una gestión ejemplar y tú por lo menos ahí te liberas un poco porque el Lara lleva la gente al teatro. Lo otro sería la distribución, que toda la crisis económica, la pandemia ha anulado muchas giras a nivel provincial, ayuntamientos y demás y eso… A veces yo me sorprendo cuando compañías tan grandes como Kamikaze quiebran o tienen que abandonar cuando ellos siempre tienen éxito. Tú dices ‘bueno, no entiendo muy bien esta situación’. Yo creo que hay que seguir insistiendo y hay que seguir superviviendo y son los proyectos los que nos atan al futuro.


Firma y dirige “La petite mort”. Cuéntenos brevemente cómo definiría esta obra y de qué habla.

Esta es una obra que habla de una mujer de 50 años que es diputada y se enamora de un rumano inmigrante y está ahí la contradicción de tener un discurso bastante feminista y luego  en tu vida privada hacer lo contrario. No criticándola a ella, sino viendo que entre el discurso ideológico y la realidad siempre hay una diferencia que a veces nos atormenta o nos avergüenza. Yo creo que hay que acostumbrarse a vivir con esa dicotomía, con esa cosa que es dinámica, digamos. Entonces, esta mujer nos cuenta su pasión, que la tuvo ausente de su carrera política, de su familia, estuvo a punto de perder los papeles… Pero lo interesante de la obra es que ella sale saludable de esa historia de amor, no es una víctima a la que un hombre engañó, sino que ella la elabora y en el momento en que está contando su pasión amorosa ya la tiene elaborada y saca una conclusión casi filosófica de esa historia, de esa pasión.


¿Cómo se llevan el Eduardo Recabarren dramaturgo con el Eduardo Recabarren director? ¿Es una relación fácil o tiene sus días?

Es una relación fácil porque donde no llega el Eduardo Recabarren dramaturgo el director lo corrige, le corta, a veces cuando se pone muy intenso le corta textos… Cuando tú diriges empieza la escritura de la puesta en escena y al ser yo mismo no tengo que andar pidiendo permiso. Nos llevamos bastante bien porque está planteado que nos podemos cortar o censurar las cosas y no hay que aferrarse a nada, hay que ir sintiendo lo que te pide el espectáculo.


¿Cuáles son para usted las características básicas del buen director, eso que no debe perder nunca de vista?

Contar una historia, relatarla. A veces hace unas décadas vivimos el auge de los directores ‘puestistas en escena’, donde el narcisismo de un director estaba en la técnica y en ver si bajaban caballos voladores y entraban camiones al escenario y demás. Yo personalmente creo que hay que tener muy claro lo que se quiere contar, apoyarse en los actores, más al estilo de Peter Brook, el espacio vacío y confiar en que un ser humano en el escenario supera a cualquier técnica, cualquier fuego artificial que tú le pongas.


¿Qué le gustaría que dijeran sus actores de usted?

Que les he sacado provecho, que les he sacado partido y que los he sabido conducir a que ellos pudieran expresar lo mejor de ellos mismos en cada trabajo.


¿Y cuándo Eduardo Recabarren es público, cómo decide qué ve, por qué se decanta, qué le lleva al teatro?

Me lleva al teatro… Huyo un poco de las intensidades, de los espectáculos intensos.Me gustaba mucho cuando existían los críticos tipo Haro Tecglen, tú estabas pendiente un poco de dos o tres críticos que confiabas en ellos, ahora lo que lees es todo más promocional que real estoy un poco despistado. Me gusta mucho el teatro de texto, añoro siempre un buen Ibsen, un Tenneessee Williams, pero hechos clásicamente, huyo de los atrevimientos (risas). Y los musicales también me gustan mucho.


Cuando ve una función, ¿la disfruta como espectador o sale el director?

Eso de “yo lo habría hecho…” ya lo superé, cuando eres más joven y tú quieres dirigir, te sientas y dices “yo habría hecho esto”… No, yo eso ya no lo tengo por suerte, me he liberado de eso, lo que sí a veces me pongo muy nervioso porque me da miedo que se me escape la voz y le diga a un actor “a ver, baja, menos” (risas) porque como estoy todo el día entre la escuela, que doy clases, y que dirijo, pasan diez minutos que me tengo que sujetar y ya viene el Eduardo espectador, que soy muy de entregarme, me gusta mucho entretenerme en el teatro, conmoverme, me gusta más eso que las experiencias extrasensoriales, me encanta salir afectado, llorando o riendo o con ganas de bailar y cantar. Soy un espectador de ese estilo.


La última obra que ha visto ha sido…

Con esto de la pandemia… “Contarlo para no olvidar”. Me gustó muchísimo, porque eran dos actrices excelentes, una puesta sencilla y eso lo disfruté mucho mucho.


Está deseando ver…

No lo sé, siempre estoy deseando ver algo de Nuria Espert, de Lluís Pasqual, esas son las cosas que me apetecen, decir cuándo repetirán, cuándo harán…. Me hubiera gustado ver el “Chorus line” de Antonio Banderas, esas son las cosas que estoy deseando ver.

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