Ernesto Alterio era muy pequeño cuando en Argentina triunfó el golpe que obligó a su familia a exiliarse.
Yo tenía cuatro años cuando vine a España y la verdad es que no tengo recuerdos claros. Mi padre fue amenazado de muerte por una organización paramilitar. Eran los preliminares al golpe de Estado. Esta organización amenazó a diez artistas como un golpe mediático: si no abandonaban el país iban a ser ejecutados en el lugar donde fueran encontrados. Eso lo vio mi madre en el periódico. Mi padre estaba aquí en el Festival de San Sebastián y decidió quedarse. Se quedó aquí y nosotros vinimos para acá.
¿Qué recuerdos guarda un niño tan pequeño de aquello?
Me acuerdo de que llovía en el aeropuerto y no sabía muy bien qué pasaba, pero sí de alguna manera percibía la angustia de mis padres y eso que ellos siempre nos lo trataron de hacer, tanto a mí como a mi hermana, que tenía meses, llevadero, pero no puedes evitar sentir algo de eso, el miedo que tenían ellos a que te acercaras a las ventanas. Yo vine aquí y no entendía muy bien por qué y me fui dando cuenta de lo que pasaba después.
Hablamos del golpe en Argentina porque otro golpe de Estado, el de Chile, es el que vertebra este espectáculo. ¿Qué es “Shock (El cóndor y el puma)”?
Es una propuesta muy interesante que se acerca o tiene que ver con el teatro documental. Habla del golpe de Estado en Chile y todo lo que fue la operación Cóndor, las conexiones que había con Estados Unidos y con todas esas ideas de Naomi Klein en cuanto a la teoría del shock y las teorías de Milton Friedman de cómo, a través de provocar un shock en una economía, en una sociedad, se pueden implementar otros sistemas. En este caso fue un sistema que tiene que ver con el libre mercado, con privatizar todas las instituciones públicas y la política que ha venido haciendo Estados Unidos a nivel internacional.
Todo ello tratado desde la emoción…
Imagínate que es un espectáculo muy visual, muy dinámico, hacemos todos muchos personajes, tiene una gran dosis de humor contando una época muy difícil de la historia. Es una puesta en escena muy dinámica y muy virtuosa por parte de Andrés Lima. Aparte de que está narrando algo que también tiene sus ecos en el mundo que estamos viviendo.
¿También hoy, en pleno 2019, se nos está aplicando la doctrina del shock?
Esto que tiene que ver con la teoría del shock es algo que también se puede leer como hacer tabula rasa o borrar todo lo anterior para conseguir algo nuevo. También tenemos ecos del surgimiento de partidos de ultraderecha en Europa, incluida España, con discursos que suenan a estos discursos de antes. Hay como un resurgir un poco de eso, de este tipo de pensamiento.
Y si nos hubiésemos colado en un ensayo, ¿qué habríamos visto?
Una movida tremenda (risas). Tenemos que hacer todos de todo. Somos seis actores, intérpretes maravillosos con los que tengo la suerte de compartir este proyecto, donde todos hacemos muchos personajes, hay muchos cambios, los cambios se hacen en escena, la escena se dispone circularmente, con una plataforma giratoria.
Eso habilita un juego escénico muy rico y muy interesante. Hay cosas hechas en vídeo, con dos grandes pantallas. Es un espectáculo que llega al espectador a muchos niveles, hay canciones, bailes, momentos coreográficos…
Háblenos de sus personajes…
Hago a uno de los directores de la CIA en un encuentro que tienen Kissinger con Nixon donde hablan de promover un golpe de Estado en Chile; hay otra escena en la que aparecen los Chicago Boys, que fueron un grupo de chilenos que se fueron a estudiar a la universidad de Chicago y apoyaron ideológicamente el golpe; hago de Elvis Presley, porque hay una escena del famoso encuentro entre él y Nixon; de Videla, el dictador argentino; de Scilingo, un comandante de la aviación argentina a cargo de los vuelos de la muerte; de Mario Kempes, el jugador, y hago de mí mismo, incluso, que eso es más complicado (risas).
Si para acabar le digo Andrés Lima…
Es toda una aventura trabajar con él. Siempre he tenido ganas de hacerlo y nunca se ha podido concretar hasta hoy. Es un director con una energía desbordante y una capacidad de juego… Tiene un gran sentido del espectáculo y conoce muy bien a los actores. Es puro disfrute trabajar con él.