Entrevista a Francesco Carril por Los días felices

 Dice Pablo Messiez, una de las miradas más brillantes del teatro actual, que “volver a Beckett es recordar que el teatro puede ser otra cosa. Es desintoxicar la mirada de desvíos varios que usurpan las salas cuando estarían tanto mejor en la tele, en el cine, en una columna de opinión de suplemento dominical, o en un libro”. También dice que ““Los días felices” sólo puede suceder en la escena” y en ello está. Y para semejante aventura no ha podido contar con dos pilares más sólidos: Fernanda Orazi y Francesco Carril. Charlamos con este trío de auténtico lujo acerca de Beckett, de Winnie, de Willie… y de la vida misma.
¿Recuerdan cuál fue su primer contacto con Samuel Beckett y su teatro? 

Había leído a Beckett, pero curiosamente más su prosa que su teatro. Recuerdo que me impactó mucho El innombrable. Como intérprete este es mi primer Beckett.


 

¿Por qué “Los días felices”, cómo surge este proyecto y por qué embarcarse en él?

Me lo propuso Pablo y acepté encantado. Era un proyecto que Pablo y Fernanda tenían en la cabeza desde hacía tiempo. Tenía muchas ganas de verles trabajar juntos, ya que había trabajado con ambos por separado. 

Cuando se juntan dos personas con un lenguaje propio, que se entienden hablando poco, siempre me interesa.


 

¿De qué habla “Los días felices”, en qué llagas mete el dedo Samuel Beckett?

Para mi la obra habla del amor, pero también de la capacidad que tiene el ser humano de adaptarse a lo bueno y a lo malo. 


 

¿Cómo es el Beckett que firma “Los días felices”?

Un Beckett obsesivo y preciso. Ensayar esta obra es como seguir un libro de instrucciones perfecto. 


 

Hay quien ha dicho de Beckett que es un autor pesimista. ¿Lo es o en realidad irradia mucho realismo? ¿Hay humor en este Beckett?

Pienso que a veces es difífil catalogar a los autores (o a las personas) como optimistas o pesimistas. Todos somos ambas cosas según el momento. Creo que Beckett tiene mucho humor. Lo utiliza como vía de escape ante la realidad y muchas veces es una manera de soltar y aflojar. 


Sobre las tablas hay una señora semienterrada. ¿Qué esconde esa montaña?

 

El pasado, lo misterioso, todo lo que no podemos nombrar…


¿Qué papel juega el marido, Willie, y cómo es él?

Creo que más que lo que dice Willie lo que realmente importa es su silencio. 

Lo que no dice. “Los días felices” es un monólogo porque Willie no responde, muchas veces ella desearía que fuera un diálogo. Beckett decía que si Willie fuera un animal, sería una tortuga. 


Si solo pudieran salvar una frase o un pequeño fragmento de este texto, ¿con cuál se quedarían?

Cuando Winnie dice: “ Una olvida sus clásicos”


¿Cómo es trabajar con Pablo Messiez, cómo es como director? 

Pablo es un director tranquilo, calmado, curioso. A la vez riguroso y respetuoso con los actores. Ama a la gente con la que trabaja, tiene el don de hacer familia muy rápido y eso es fundamental para poder trabajar en libertad.  Nunca siento que tenga la presión de mostrarle un resultado. También considero que es un director paciente y que sabe escuchar. Eso para mi es fundamental. 


¿Qué cosas les hacen ahora mismo los días felices a ustedes?

Trabajar en proyectos con gente a la que admiro, pero también cocinar y leer.


Otros proyectos que puedan contarse. ¿En qué más andan?

Estoy de gira con “Doña Rosita anotada” de Pablo Remón, con Fernanda también. 
En abril volveremos a mostrar “Hacer el amor”, un proyecto que creamos Juan Ollero, Ángela Boix y yo. 


NOTICIAS RELACIONADAS

Lo más leído
REVISTA TEATROS GRATIS

¡Apúntate a nuestra newsletter!

Recibirás un email semanal con la revista completa, la actualidad destacada y ventajas exclusivas.