Entrevista a Gabriel Olivares. Directores a escena

 ¿Cómo respira el teatro en pandemia? ¿La cultura está tocada o hundida? ¿Cómo se piensan, se sueñan y se levantan espectáculos y temporadas en estos tiempos? ¿Qué hay que pedir y a quién para sortear obstáculos? Son días llenos de interrogantes y de incertidumbres, pero también de ponerle muchas más ganas e ilusión si cabe. Hemos preguntado a los magos y magas de la escena por la situación que atraviesan las artes escénicas, pero también por lo que están haciendo ahora, por aquellas cualidades que definen a un buen director, a una buena directora, por qué lleva al teatro a aquellos y aquellas que primero lo sueñan, por cómo son como espectadores, a quiénes admiran o qué están deseando ver.
GABRIEL OLIVARES 
Es uno de los directores más prolíficos y queridos de la cartelera. Es, además, productor y creador del espacio TeatroLAB Madrid, especializado en investigación y entrenamiento actoral. 
 
¿Cómo respira el teatro en pandemia, cómo lo ve Gabriel Olivares?

Lo veo con muchas dificultades, para qué te voy a engañar. Y luego el teatro yo creo que tiene una estructura habitualmente muy planificada, las temporadas se planifican con mucho tiempo, las entradas en Madrid, las giras… ahora me da la sensación de que está todo escrito en el agua todo el rato, hay que estar súper abiertos a cambios continuos que a veces son retrasos o reajustes y otras veces directamente son cancelaciones. Pero lo vamos llevando, el ser humano se tiene que adaptar sí o sí y nos toca vivir este momento.

Yo intento que en los procesos creativos sobre todo, que es la parte que yo más disfruto, esto me afecte lo menos posible y creo que lo estoy consiguiendo. Otra cosa ya es, como te digo, la parte de exhibición, en la que hay un bamboleo que no está siendo especialmente fácil. Ahí estamos, en la resistencia.


¿Algún lugar por donde tirar, por donde empezar a solucionar cosas?

Yo tengo la suerte, en eso me siento súper afortunado, de que tengo un espacio, aquí en Carabanchel, el espacio de Teatro Lab, que es como una sala, que no es una sala de exhibición al uso, sino que es un centro de creación en el que mostramos los trabajos que aquí se generan y ese espacio es lo que ahora me llena mucho.

Y luego también por otro lado mi otra faceta como creador, que es estrenar espectáculos de manera habitual en toda España, tampoco me puedo quejar. Estoy estrenando más o menos de la misma manera que antes de la pandemia. Eso sí, menos funciones a la semana, horarios que a veces son un poco raros, pero mal que bien nos vamos colocando.

Tengo la suerte de que tengo el espacio de Teatro Lab que es una suerte, en este momento me permite no parar lo que te he dicho que más me gusta, que son los procesos de creación, de formación actoral y eso yo te diría que está más vivo que nunca. Es un sitio estupendo para refugiarte.


Háblenos un poquito de “La cuenta”, la obra que presenta en la Gran Vía.

Estrenamos el 3 de febrero y es un proyecto súper deseado desde hace mucho tiempo porque sería el tercer texto de Clement Michel que yo dirijo en su versión española. Primero fue “La caja” hace ya muchos años, hace diez o doce años, luego “Una semana nada más”, que fue un espectáculo que disfruté muchísimo y ahora tengo la suerte de poder dirigir “LA cuenta”.

A Clement lo conocí hace once años en París. Me fui a dirigir un espectáculo que ya había hecho aquí en España, que se llamaba “Mi primera vez” y él fue el adaptador de la versión francesa y tuve la suerte de estar trabajando con él codo con codo y nos entendimos perfectamente. Somos dos personas de la misma generación y que tienen visiones de la vida muy muy parecidas. Cada vez que Clement estrena un texto en Francia y yo veo que es un texto que tiene cabida para el público español lo llamo inmediatamente para hacerlo y él encantado. Es un hombre que tiene una visión del hombre contemporáneo urbano y de los conflictos que nos mueven que me encanta. Y luego es un autor que escribe con muchos niveles. Hay un nivel, dos niveles, pero luego si te quieres meter y bucear en cosas y en auténticas profundidades del alma humana y de la psicología humana también te lo da. Y eso me encanta. Y todo esto revestido de una comedia exquisita, es un lujo para cualquier creador.

Luego el proyecto también surge de una manera especial, nunca había surgido así un proyecto de los que había hecho. Fue en pleno confinamiento en el mes de marzo, me junté con César Camino, Raúl Peña y Antonio Hortelano, con los que he trabajado muchísimo, aparte de actores, son ya amigos y casi mi familia. En esos tres meses de parón que sufrimos todos los españoles decidimos empezar a hacer algo además de una manera especial porque yo tenía claro que esta función tenía que hacerla con ellos, pero producirla con ellos y dar como un salto también en nuestras respectivas carreras, que no fueran solo actores contratados, sino que estuvieran en todo el proceso y creo que ha sido uno de los súper aciertos. Y eso se está notando para bien. Ha salido un espectáculo único.

Yo decía de broma, a veces cuando uno pide cosas el universo se las concede, que me gustaría que revitalizásemos, que buscásemos renovar un poco el teatro comercial, el teatro bulevar de comedia que hacemos tanto, ir un poquito más allá, ese más allá que luego habitualmente por los procesos de producción no te permite ir, pues en este que hemos tenido el tiempo y nosotros somos nuestros jefes nos hemos atrevido a ir un poco más allá, sin perder nunca de vista que es un teatro para el público, ir un poquito más allá en la forma y en los detalles y creo que lo hemos conseguido. Es una función única que puede gustar a mucho tipo de públicos, incluso a los más exigentes. Estoy muy feliz. Cuando me divierto en todos los procesos de ensayo suele ser señal de que estamos tocando algo que no hemos tocado en otras ocasiones. Creo que en esta ocasión estamos consiguiendo hacer un espectáculo que es una comedia única y con muchos niveles de lectura.


También tiene en cartel “Cádiz” y sigue triunfando “Burundanga”.

Ahora sí, se mantiene “Cádiz” en el Lara y “Burundanga”, que hay dos producciones ahora mismo en España, la que está en Madrid en el Maravillas y en el Teatro Olympia la versión valenciana con parte del reparto original de Madrid.

Estoy animado y ahora estrenamos “Our Town”, que ya la hicimos hace cinco años en el Fernán Gómez, fue un espectáculo que nos dio muchas cosas buenas, estuvimos nominados a los Max al mejor espectáculo revelación. Volvemos con él y estoy encantado y además lo podemos hacer en nuestra casa, haremos solamente un día o dos a la semana.


¿Cómo se llevan el Gabriel Olivares director con el Gabriel Olivares productor? ¿Es un dúo fácil o tiene sus días?

Yo creo que bastante bien. De todas maneras tengo que decir que la parte de producción la lleva Gaspar Soria, aunque yo soy el responsable último, realmente si no fuera por Gaspar y tanta gente que me rodea… La función de teatro más importante que he hecho es conseguir el equipo humano que tengo, sin el que desde luego no podría estar trabajando y generar lo que parece que es mucho trabajo. Creo que el secreto está en el equipo que hemos podido conformar a todos los niveles. Gaspar es como mi Agustín Almodóvar (risas).

Se lleva bien, la verdad es que lo veo también como una oportunidad de tener más responsabilidad en el proceso de creación. Luego a veces me pongo un poco estupendo y a lo mejor si no fuera el productor nos costarían las funciones a veces un poquito menos, sería un poco más generoso en el gasto y a veces se me va un poco la cabeza (risas).


¿Cuáles son para usted las características básicas del buen director, eso que no debe perder nunca de vista?

Yo te voy a decir con las que trabajo yo, no sé si son las del buen director, son las mías y además han cambiado con el tiempo. Antes yo tenía una idea de la dirección que era un poco el que ordenaba y mandaba un poco y me he dado cuenta de que eso no es así, de que dirigir tiene mucho que ver con guiar y ser un generador de circunstancias para que todo el mundo saque lo mejor de sí mismo cada uno en la parte que le toca.

Luego hacer que todos los aportes individuales convivan de una manera creativa y que se potencien las voces de unos y de otros y creo que ese es el secreto. Es como ser un gran generador de buenas circunstancias. Y luego también atreverte, saber que hay veces que hay dificultades y que la vida de repente te pone en situaciones en que tienes la tentación de irte por el camino fácil, por las zonas de confort en las que uno se siente más cómodo. Eso aparece siempre en todos los procesos, hay que tratar de evitar esa tentación e ir siempre un poquito más allá. Creo que es mi secreto, si es que hay alguno. Y desde luego una máxima: la gente que venga a trabajar conmigo que esperen que les diga cada día lo que tienen que hacer y cómo lo tienen que hacer no nos vamos a entender en el trabajo.


Cuando ve una función, ¿la disfruta como espectador o sale el director que lleva dentro?

Suelo ser bastante espectador y creo que soy buen espectador. Siempre hay algo bueno en cualquier propuesta que voy a ver. Cuando era más joven a lo mejor sí tenía el colmillo más largo, pero yo creo que era producto de la falta de experiencia y de la juventud. Ahora la verdad es que intento poner más el acento en lo bueno que tienen todas las obras y saber también lo difícil que es llevar el barco a buen puerto. Soy buen espectador y creo que me olvido del director. Nunca me planteo si hubiese hecho eso así o qué hubiese hecho yo. La verdad es que no dedico mucho espacio mental a ese tipo de cuestiones.


¿Cómo es como espectador, qué le gusta ver, qué tipo de espectáculo le lleva al teatro?

Me gustan espectáculos que no jueguen con el espectador más fácil que hay en mí, que todos lo tenemos, que me obliguen a dar un paso al frente y que me saquen de mi zona más conocida y más habitual y que está más llena de inercias. Me gusta mucho que me conmuevan, no especialmente que me emocionen de una manera melodramática, sino que me conmuevan a niveles más profundos.

Y luego me gusta mucho que me sorprendan en el mejor sentido del término, no la sorpresa por la sorpresa. Y luego cada vez me gustan más las funciones que tiene cierta dificultad entrar en ellas, pero que luego tienen un gran premio al final si consigues aguantar ese primer envite. De hecho, las funciones que arrancan y ya sé de lo que van, cómo van a ser y cómo se van a desarrollar me interesan menos. Claro, esas funciones que te plantean esa dificultad en el arranque luego tienen que venir con un final cargado y que tenga sentido. Y tengo que decir que cada vez me gusta más el teatro y menos, aunque igual no está bien decirlo, tanta serie de televisión. Yo empecé con lo audiovisual, pero cada vez disfruto más del teatro. 

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