¿Cómo presentan esta nueva función y qué historia desarrolla?
Carmen Barrantes: Es una comedia elegante. La historia es el desarrollo de una catástrofe que se convierte en un absoluto éxito, un rodaje desastroso con muchos inconvenientes y problemas que, al final, acaba recogiendo Oscars con una cesta.
Gonzalo de Castro: La función presenta una alta comedia que desarrolla la historia de una anécdota que tiene que ver con las memorias de Ben Hetch. Ron Hutchinson, el autor, lee un fragmento de esta obra donde cuenta que el productor de “Lo que el viento se llevó”, David O. Selznick, encerró a Ben Hetch y a Victor Fleming siete días en su despacho para terminar de ultimar el guion de lo que iba a ser definitivamente la última versión –que nunca lo fue– de la película. Cuenta que los alimentó a base de plátanos, cacahuetes y café. Este es el leitmotiv de la función.
¿Qué grandes temas y sentimientos salen a la luz en la pieza?
Pedro Mari Sánchez: Esta es una historia de amistad, de enfrentamiento de criterios y de una pasión común que es el cine. Tiene dos grandes temas. Por un lado, las dos maneras de entender la industria del cine por parte de Selznick y Hetch. Ambos son judíos, pero entienden el negocio de una manera distinta. Y por otro lado, hay una cosa muy troncal que tiene que ver con el racismo.
José Bustos: A mí lo que más me gusta de esta obra es la emoción que le ponen los cuatro personajes para luchar por lo que quieren, para sacar adelante un trabajo. Esa pasión que los mueve es lo que más me motiva de este texto.
Gonzalo: Toca el antisemitismo profundo que se imponía en aquella época, en el Hollywood de los años 30, el tema judío, la dificultad que tuvo toda aquella gente que entró huyendo no solo del nazismo sino de esa condena que era ser judío en aquella época y otros temas profundos como la lealtad, el trabajo, la fatalidad, de muchas cosas…
Carmen: Yo creo que aquí el tema fundamental es el deseo, qué deseo te mueve a ti en la vida y la pasión. Es algo muy quijotesco lo que hace David Selznick en esta función, que plantea qué eres capaz de hacer y qué estás dispuesto a perder por todo ello.
¿Cómo son sus personajes, cuáles son sus luces y sombras y qué desafíos afronta en la pieza?
Gonzalo: Mi personaje, David Selznick, es un tipo que era bastante complicado. Era un hombre muy temperamental con la mala suerte de ser el yerno del gran Dios del cine que era Louis B. Mayer, el cual le tenía a él por un vago, un oportunista, como un tipo complicado que encima era jugador y perdió su fortuna, un alcohólico que tomaba anfetaminas para estar trabajando 25 horas al día, una persona autoritaria, muy compleja. Lo que pasa es que tenía una enorme pasión por lo que hacía con una gran capacidad de trabajo y, en aquella época tan terrible y dura, él apostó por lo que creía y por eso llegó a ser historia del cine. Era un hombre seductor, persuasivo y, sobre todo, con una enorme confianza en sí mismo.
Pedro Mari: Ben Hetch fue uno de los grandísimos, era como Dios, un tipo respetadísimo y valiosísimo en la historia de los guionistas de Hollywood. No solo era guionista, era también arreglista de guiones. Era un judío concienciado de su condición en una sociedad que no le aceptaba por ello, un luchador público y privado con la causa de los judíos. Al igual que todo el mundo en esa época, era un machista y bebía como un cosaco.
José: Yo interpreto a Victor Fleming, que fue el principal director de “Lo que el viento se llevó”, el que se encargó del trabajo gordo en la dirección de esta película. Es un personaje bastante peculiar. Se decía de él que solo se quería a sí mismo y a Clark Gable (risas), el resto de las personas no le importaban y de hecho las trataba mal, ¡trataba fatal a todo el mundo! Todos los actores de la época se echaban a temblar cuando sabían que él les iba a dirigir, pero lo cierto es que las producciones que dirigía funcionaban muy bien, era realmente un genio. ¡Y no soporta a Ben Hetch!
Carmen: Mi personaje –la Srta. Poppenghul– tiene muy poco texto, es la única mujer de la función. Ella es una secretaria y en esa época las mujeres estaban para parir, servir y callarse. Y eso es un poco lo que había en esta obra originalmente, pero nosotros le hemos querido dar una vuelta muy grande y es por ello que mi personaje no llegará a ser la productora y directora de ese cine, pero probablemente su hija sí.
Para ustedes, uno de los momentos más bellos de la pieza se produce cuando…
Carmen: Cuando el personaje de Gonzalo de Castro dice: “¿Por qué hacemos esto, por qué repetimos esto una y otra vez? Porque solo en el cine los muertos siguen vivos. ¿Hay alguna otra manera de vivir eternamente?”. Me parece una belleza de frase.
Pedro Mari: El gran enfrentamiento entre Selznick y Hetch, cuando Hetch le pone en la cara a Selznick que por más dinero que gane, por más películas que haga, no van a dejar de verle nunca como a un extranjero.
José: En el tercer acto, ya casi al final, cuando Selznick pregunta al resto que quién tiene realmente el poder en el mundo. Todos pensamos que los grandes directores o productores, pero entonces el propio Selznick se dirige al público y dice que el poder de todo lo tiene el público, que es la democracia la que impera en este mundo, ni las grandes estrellas ni los grandes directores de Hollywood de la época. Ese momento me parece muy bonito y muy emocionante.
Gonzalo: A mí me gusta en particular uno del tercer acto, cuando en la escenografía hay una especie de ventanal, estamos los cuatro personajes, levantamos la persiana y nos dirigimos al público. Se produce una atmósfera muy particular, cuidada y cinematográfica, muy íntima.
¿Y uno francamente divertido?
Gonzalo: Hay un momento donde nos ponemos las cortinas y yo defiendo a Escarlata O'Hara, me pongo a pegar gritos y es muy divertido. José: ¡Me gusta muchísimo el parto de Melania! (risas).
Pedro Mari: Dentro de la representación de “Lo que el viento se llevó” hay un momento fantástico en el que Victor Fleming se ve obligado representar la novela y el tipo se ve azorado porque no es actor, es muy patoso, entonces le ponen un gorrito como si él fuese la criada negra a la que abofetean. Es un momento muy divertido porque el personaje va pasando el gorrito de una cabeza a otra de forma muy enloquecida. ¡La gente ríe a carcajada abierta y francamente batiente!
En suma de todo, ¿por qué motivos recomiendan este estreno en Madrid a los amantes del buen teatro?
José: Recomiendo esta obra porque, aparte de ser muy divertida sin tener una risa fácil ni burda, van a descubrir muchísimas anécdotas del cine de los años 30 y, concretamente, de la creación del guion de “Lo que el viento se llevó” que, aunque parece que está todo inventado, ¡todo lo que se cuenta pasó de verdad, es una locura! Descubrir todo esto y ver después la película resulta muy interesante.
Carmen: Porque es una comedia muy rápida y muy divertida.
Gonzalo: Porque es una rarísima avis en la cartelera teatral de Madrid, una función muy bien dirigida por José Troncoso, muy particular. Es un gran proyecto teatral y venimos con un recorrido hecho interesante donde la gente ha respondido muy bien. Además ya hace frío, así que venga, ¡al teatro todo el mundo! (risas).